El coronavirus genera situaciones inéditas y alumbra preocupaciones por el día después que le quitan el sueño a dirigentes, empresarios e intelectuales de todo el mundo. En el caso específico de Italia, por estos días surgieron voces de advertencia sobre el peligro de que la pandemia pueda servir para una expansión inusitada de las mafias. Pero si bien se mira, el problema más grande para la península no estuvo en las acciones de las bandas clandestinas del crimen organizado -como se las define oficialmente- sino en las absolutamente legales y visibles instituciones que en el norte industrializado presionaron a las autoridades políticas para no decretar un aislamiento estricto cuando las advertencias de la OMS ya eran claras sobre el desastre que se podría generar.

Las cifras son contundentes: de los casi 190.000 contagiados de Covid-19 y los casi 26.000 muertos que tiene Italia a hoy día, 140.000 son de Lombardía, Emilia-Romagna, Piemonte, Véneto y Toscana, donde se registraron cerca de 20.000 decesos. En el sur -donde proliferan la Cosa Nostra, la N´drangheta y la Camorra- el total de contagiados llegaba a 11.000 con alrededor de 1.000 víctimas fatales.

Para el general de carabineros Giuseppe Governale, entrevistado por la agencia AFP, «la experiencia nos dice que la mafia italiana tiene la habilidad de transformar cualquier amenaza en una oportunidad». Lo cual no deja de ser cierto, con algunos aditamentos en estos dramáticos momentos.

El problema más grave en el olvidado sur italiano no es el de la pandemia, por la baja cantidad de casos, sino la recesión económica, que condena a la indigencia a millones de ciudadanos. Y en este punto es donde aparece la clave de cómo este clima es caldo de cultivo para el crecimiento de las bandas clandestinas. Es que cumplen un rol social que el estado no cubrió por falta de recursos. de interés, o porque el neoliberalismo imperante dicta laisez faire a como dé lugar.

Uno de los que más conoce esos entresijos de la mafia es el periodista Roberto Saviano, autor del libro Gomorra. «Cuando tienes hambre buscas el pan y no miras quién te lo da; si necesitas un medicamento, lo pagas sin mirar quién te lo vende, lo quieres y punto final», escribió en una columna para el diario La Repubblica. Desde La Stampa, el ex fiscal general de Roma Giuseppe Pignatore señaló que “entre los actores de este nuevo renacimiento tras la pandemia estará seguramente la mafia”.

A esta altura, es útil recordar algo de la historia de este tipo de organizaciones y cómo es que mantienen su inserción en esas regiones. Para no ir demasiado lejos, hay bastante coincidencia en que la unificación italiana, que se logró en 1860, dejó algunos “flecos” sueltos en las regiones menos desarrolladas -mejor dicho, atrasadas- de la península itálica.

Al comando de esa creación política estuvo principalmente la burguesía del norte, con un desarrollo industrial al nivel de los más altos de Europa. Giuseppe Mazzini, uno de los líderes de esa unificación de reinos y repúblicas dispersas o bajo dominio extranjero, definió muy bien ese momento: «Hemos creado a Italia, ahora tenemos que crear a los italianos”.

Pero el sur de la bota – la parte de la puntera, el talón- y la isla de Sicilia, se les quedó un tanto distante, quizás porque siempre hubo en los altivos norteños miraron con desdén a esos italianos pobres a los que califican aún hoy de “africanos”. Diego Maradona, desde el Napoli, fue el gran vengador contra la soberbia de Milán en los 90.

Por otro lado, en el sur había organizaciones ligadas al pasado feudal que mantuvieron el orden oligárquico cuando el resto del país estaba bajo control de otras potencias y en total dispersión.

La mafia es un tipo de organización no estatal que, además, compite con el gobierno al punto que no acepta que las autoridades políticas mantengan el monopolio de la fuerza, como se define a un Estado moderno. Son, por lo tanto, una suerte de ONGs armadas que viven de negocios no aceptados por los estados, desde la extorsión, el tráfico de sustancias prohibidas o de personas, por mencionar a algunos.

Como contraparte, se encargan de cubrir todas las necesidades de sus miembros y sus parientes a condición de que se mantengan los rígidos códigos de la organización. Son verdaderos pactos de sangre que ligan a un individuo de por vida a su “famiglia”, o sea, al clan al que pertenece.

En estos tiempos de encierro son muchos los que volvieron a ver la saga de El padrino, de Francis Ford Coppola, o incluso la película realizada en torno al libro Gomorra, donde se refleja con mucha claridad este esquema.

Es evidente que ante una crisis social como la que ya están viviendo millones de italianos, la necesidad de ayuda se hace imprescindible. En las regiones del sur, sobre todo, que es donde la mayoría de las fuentes de ingreso de la población son por trabajos no registrados.

Hay cuatro grandes organizaciones en esas regiones. La más conocida es la Cosa Nostra, originaria de Sicilia; la Camorra es de Campania; la N´dangheta, la más numerosa, es de Calabria y la Sacra Corona Unita, de Puglia.

Migrados muchos de sus integrantes a Estados Unidos, allí prosperaron personajes que se harían famosos como Al Capone o Charles Lucky Luciano. El primero pasó 11 años preso por evasión impositiva y murió de neumonía en 1947 en Miami Beach, arruinado física y económicamente.

El otro, nacido Salvatore Lucaina, condenado a 30 años de prisión por proxenetismo, fue liberado por la oportuna oferta de controlar el posible ingreso de agentes italianos en los muelles de Nueva York y facilitar el ingreso de las tropas estadounidenses en Italia para luchar contra las potencias del Eje en la Segunda Guerra Mundial. Murió apaciblemente en Nápoles en 1962.

“En el sur hay miles de personas que han trabajado en negro siempre y han ganado de máximo 40 euros al día… Ese dinero se ha esfumado. El Estado está preparando una inyección que llegará en pocos días, pero mucha gente tiene necesidad y acepta encantada la compra pagada por el capo de turno. También ayudas de 300 o 400 euros. Para ellos no es nada, para el pobre es todo. De ahí surge el modelo del hombre poderoso, que podrá pedir el voto a su candidato cuando haya elecciones”, dijo a la AFP Nicola Gratteri, fiscal jefe de Catanzaro.

Según los datos del funcionario judicial, la N´drangheta es la mayor organización de Italia, con 30.000 afiliados solo en Calabria y una facturación de 43.000 millones de euros al año. ¿Cuáles son los negocios donde la mafia podrá prosperar en tiempos de Covid-19?

Para Saviano, «Funerarias, lavanderías de hospitales. Empresas de limpieza en las que siempre han invertido. Buenas empresas de reparto, estaciones de servicio, esta es la cartera que han tenido durante los últimos 10 años”. Pero también tienen intereses en la construcción y la recolección de basura. 

Para el investigador, como tienen mucho dinero contante y sonante, están en ocasión de colaborar en momentos de crisis, tanto a individuos como a pequeños empresarios en riesgo de quiebra y gobiernos preocupados por evitar un estallido social en sus distritos.

Quizás no obtengan un rédito muy grande de manera puntual, pero Saviano considera que «su ganancia será que después de la pandemia podrán pedirte lo que sea».  Bien visto, no parece haber mucha diferencia en el modo de manejarse de otro tipo de instituciones de guante blanco. Salvo las formas.