Las familias se endeudan para sostener el consumo. Es una conclusión que se desprende de un informe del Observatorio Políticas Públicas de la Universidad de Avellaneda (UNDAV). “Se está agotando el oxígeno del tubo”, graficó a Tiempo el director del trabajo.

La infografía repasa la evolución de los distintos tipos de préstamos y expone: “Un fenómeno que actualmente se destaca es la dinámica explosiva que están tomando los préstamos al consumo”. En el marco de “21 caídas consecutivas en el consumo doméstico, desde enero de 2016 a la fecha”, es notable que “los créditos al consumo crecieron a una tasa interanual de 40,4%”. Es decir, crecieron los préstamos al consumo, pero no crece el consumo. Por tanto, se puede inferir que las personas toman deuda para sostener el consumo. Al respecto, el economista a cargo de la dirección del informe, Sergio Chouza, resumió: “Se está agotando el oxígeno del tubo. Cuando pasa esto, lo primero que agotás es la tarjeta. Si se te acumula mucho, pedís un préstamo personal”.

A la misma conclusión había llegado el rector de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo, Nicolás Trotta, quien dijo a este medio que las familias estaban tomando deuda para sostener consumo, en una nota publicada en la edición papel del domingo 15 de octubre.

En el mismo sentido, Chouza detalló: “Las líneas de créditos personales son el último recurso al que acudís cuando necesitás sostener consumo. Cuando crece el consumo, lo primero que crece son las tarjetas de crédito y adelantos en cuenta corriente. Acá, se da a la inversa”. El especialista advirtió que “la tasa de interés es alta, al final del préstamo. El préstamo Argenta, por ejemplo, que antes tenía una tasa por debajo de la inflación, hoy está cerca del 27%, en un crédito de 60 mil pesos a 5 años. Si se cumplen o se está cerca de las metas de inflación del Banco Central, vas a tener una inflación del 10% o del 15%, contra una tasa del 27%. Son créditos tentadores porque son de fácil tramitación. Pero las tasas no son un regalo”.

En el informe, se detalla que “estos préstamos (a diferencia, por ejemplo, de los créditos hipotecarios) son a corto plazo y se explican, al menos en parte, como un subproducto de la pérdida del poder de compra de los salarios y de la caída sistemática que se ha experimentado durante los últimos meses en el consumo doméstico (…) Lo mencionado implica que la notable expansión exhibida en los créditos al consumo no se derivó necesariamente en una mejora de las ventas locales, sino que vino a suplir la baja de los ingresos reales de la población (el deterioro del salario real se compensó con un aumento del endeudamiento familiar)”.

En números, estos créditos “crecieron a una tasa interanual de 40,4%, es decir, a una tasa que casi duplica la inflación interanual para el mismo lapso. Estos datos surgen de las bases estadísticas del Banco Central y refieren a la suma de los préstamos personales y aquellos destinados a los titulares de tarjetas de crédito”. En la división entre préstamos personales y préstamos a titulares de tarjetas de crédito, los primeros crecieron “un 57,1% más que en el mismo mes del año pasado”. Los segundos, en tanto, crecieron un 28,6%”.

Por otra parte, el informe evalúa también el fenómeno de los créditos hipotecarios en UVA (ajustables por inflación). “Son un producto que está siendo atractivo, en términos comerciales. Tienen la ventaja de que deja de ser prohibitivo para los sectores medios y medios bajos. Esto te da la posibilidad de entrar y, a partir de ahí, comenzar a correr los riesgos, que en el caso de los hipotecarios pueden llegar a ser muy negativos. En un escenario extremo, la relación cuota-ingreso puede superar el 90%”, advirtió Chouza.

Finalmente, comparó: “Los riesgos entre los que toman préstamos tradicionales y los que toman UVA son contrapuestos. Para los ajustables por UVA, el riesgo es que la inflación se dispare. Para los otros, es que la inflación baje”.