Filmar en nuestro país es una instancia por la que muchos siguen apostando. En ese marco, donde el sacrificio se presenta como una constante invariable que domina la vida de cientos de realizadores audiovisuales, la persistencia de una directora que avanzó sobre las dificultades y contratiempos cinematográficos locales acaba de ser recompensada. Hablamos de Anahí Berneri y su película Alanis, uno de los films más reveladores del cine argentino que en la última semana de septiembre se llevó la Concha de Plata como mejor film del 65° Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

En su quinta película, Berneri retrata la vida de una prostituta protagonizada por Sofía Gala, que cría a su pequeño hijo en un marco de permanentes y difíciles condiciones de subsistencia. De movida la película fue criticada por su afiche (donde se observa a la protagonista amamantando a su niño) y hasta una importante cadena de exhibición le pidió a la directora que cambiaran la imagen. En una lucha desigual contra cientos de películas del mundo Hollywood que asaltan las salas cinematográficas con múltiples copias, el caso de Alanis (que sólo se proyecta en dos salas de la ciudad) resalta en importancia porque sigue agotando entradas desde su estreno, algo que a la directora no le pasa desapercibido: «En cierta forma que le pase a Alanis todo esto es algo inesperado, porque en anteriores películas y con un diseño de producción más grande no tuvimos tanta repercusión. Alanis nació de un cortometraje que hicimos en dos días. En un principio no tenía ganas de hacerlo porque el tema divide aguas y hasta las feministas están en choque. Pero avancé y en la edición me dije: ‘Esto es un largo’. Y así la hicimos, con un diseño de producción chiquito y sin tiempo para salir a financiarla con el INCAA», dice la directora sobre el proceso de producción del film.

Las críticas locales y del exterior que se desarmaron en elogios con la película mucho tienen que ver con la satisfacción que todo el equipo de Alanis experimenta en estos días, algo que terminó por certificar el máximo galardón otorgado por el Festival de Cine de San Sebastián. «Todo eso nos tomó por sorpresa, porque nosotros comenzamos a filmar más allá de las circunstancias. Teníamos un compromiso con el tema, amor por el cine y por eso avanzamos. Creo que es mi película más política y urgente», aclara Berneri.

Alanis nació desde su primer minuto de exhibición bajo el halo de la controversia, algo que como realizadora Berneri no deja de recordar. «En el Cinemark Palermo no está el afiche de la película porque consideran que atenta contra la familia. En todo el país tenemos 17 copias con sólo dos en Capital. It, la película de Stephen King, tiene cuatrocientas. Así y todo agotamos entradas quedando gente afuera. Sin una legislación que proteja los lanzamientos con pautas claras de exhibición para todos, desde las nacionales a las extranjeras, las cosas no van a funcionar, al menos para los que hacemos cine acá. De todas maneras, la película se vendió a Estados Unidos, Canadá y España, Netflix y Fox».

Pero más allá de la adversidad, la película se alzó con el máximo galardón en San Sebastián, transformándose en la segunda mujer en ser premiada en 65 años de competencia, algo que las feministas españolas y la prensa en general destacó de la mejor forma. «Fue muy fuerte lo de la premiación –confiesa–. Ni hablar cuando la premiaron como mejor actriz a Sofía. Era algo que no esperábamos y que se sumó a otro premio, el de la Cooperación Española, que se vincula con los Derechos Humanos. Lo que en España se resaltaba era que por fin se volvía a premiar a una mujer y decían cosas como que habíamos derrotado al machismo. Más allá de eso, valoro que se haya tenido en cuenta a una película que habla de la prostitución y todavía me emociona recordarlo. De todas maneras, es una sorpresa pero para mal, porque pasaron muchas, muchísimas mujeres por el festival. España es un país con un machismo fuerte pero también ellos luchan mucho por derrotar esa condición». «

La hipocresía sexual y otras yerbas 

Como parte del remolino que desató Alanis, las declaraciones de Sofía Gala afirmando que “prefería ser puta antes que moza” despertaron un sinfín de idas y vueltas. Movilizando a diversos sectores de la sociedad, como los gastronómicos y la AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina) mientras los medios fogoneaban la noticia según sus pautas ideológicas. Sostiene Berneri: “Mi militancia tiene que ver con las películas que hago relacionadas con cuestiones de género. No soy una feminista ultra ni pienso que todos los hombres son malos. Existe una hipocresía moral enorme y lo que pasó con Sofía responde a esa mirada. Ella no dijo otra cosa que sostener que prefería una cosa por otra y nada más. Si hubiese dicho veterinaria en vez de moza no hubiese pasado nada. Una cosa es la prostitución y otra la voluntad de las mujeres. El se o genera placer y parece que uno no puede generar ganancias desde la sexualidad. Para una mujer la prostitución es la primera forma de lograr tener poder económico, entonces eso genera controversia.”