Carla Soggiu tenía 28 años y dos hijitos, de cuatro y dos. Hace poco más de tres semanas, el 26 de diciembre, había denunciado a su pareja y padre de los chicos, Sergio Fuentes, por violencia de género. La golpeó, la encerró en su casa de Pompeya, no la dejaba salir. Fuentes fue detenido, alojado en el penal de Marcos Paz. Carla se mudó entonces enfrente, a la casa de sus padres. Pero no estaba tranquila y solicitó un botón antipánico. Recibía amenazas, temía una venganza. En pocos días más tenía que declarar en la causa contra su marido. El padre de Fuentes es un ex agente de la Policía Federal.

El martes a las 15, Carla se despidió de su mamá rumbo al trabajo. A las 18 la llamó para avisarle que regresaba. Nunca llegó. Las cámaras de seguridad de la zona la muestran caminando con un compañero de trabajo, el último que la vio con vida, hacia la parada de la línea 32. A las 20:07 activó el dispositivo de seguridad. Desde la Policía de la Ciudad afirman que lograron comunicarse con ella, desde un móvil enviado a la casa de sus padres, pero que estaba “desorientada”. De acuerdo al GPS del botón antipánico, el Centro de Monitoreo de Alarmas indicó que estaba en la calle Río Cuarto al 400, muy cerca de su casa. Cuando la policía llegó al lugar, no la encontró. A las 21.14 se activó por segunda y última vez. Volvieron a contactarla, pero el relato de Carla siguió siendo confuso. Dijo que se encontraba en un vehículo del que no pudo aportar datos, en una calle de tierra con abundante barro. Fue lo último que se supo de ella.

Ayer a las 8 de la mañana, el cuerpo de Carla Soggiu fue encontrado por trabajadores que realizaban tareas de limpieza en el Riachuelo, que dieron aviso a la Prefectura. Estaba flotando en el agua, a la altura de Barracas, a unas 30 cuadras del lugar donde había sido geolocalizada la activación del botón.

Si bien mañana se analizarán las huellas dactilares, el cuerpo ya fue identificado por la mariposa que tenía tatuada en el omóplato izquierdo, el piercing en la nariz y la ropa que llevaba puesta el día de su desaparición, una remera negra con una inscripción blanca, jean azul y zapatillas de lona color rosa. Su familia lo reconoció en la morgue judicial. La autopsia determinará la causa de su muerte.

El miércoles, familiares, amigos y vecinos de la joven habían marchado en Pompeya para pedir por su aparición, con la consigna “A Carla la encontramos entre todos”. Ayer volvieron a hacerlo, cortando el Puente Alsina para reclamar justicia por su muerte.

Respecto de la aparente desorientación de la joven en los contactos telefónicos con la policía, un tío de Carla reveló que fue diagnosticada con hidrocefalia y que de adolescente se le colocó una válvula de drenaje en la cabeza, pero que luego de esa intervención no había vuelto a sufrir ningún tipo de inconveniente relacionado con esa patología.

Las miradas de la familia apuntan a una venganza de Fuentes. “No descarto que su ex haya ordenado algo desde la cárcel, todo puedo ser”, dijo el padre de la joven.

No se cumplieron siquiera tres semanas de enero de 2019 y, de confirmarse este asesinato, los femicidios en el país ya suman al menos nueve: Celeste Castillo (asesinada por su marido policía en Santiago del Estero), Valeria Juárez (muerta de un escopetazo por su padre, en Chaco), Daiana Moyano (ahorcada en un descampado en Córdoba), Joselín Mamani (10 años, asesinada en Longchamps de 32 puñaladas), Gisel Varela (baleada en Miramar, presuntamente por su ex pareja, policía), Agustina Imvinkelried (asfixiada y semienterrada aún con vida en Esperanza, Santa Fe), Danisa Canale (muerta a martillazos por su esposo en Gálvez, Santa Fe), Romina Ugarte (baleada en el rostro por su novio, en Cañuelas) y Carla Soggiu. «

Cómo funciona el botón antipánico

El botón antipánico es un teléfono táctil adaptado para emergencias, que sólo en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires utilizan 3260 mujeres en situación de violencia de género y permiten su geolocalización. Tiene una función de SOS, un chat que se despliega si la víctima no puede hablar y la posibilidad de sacar fotos y filmar, además de la grabación automática de las comunicaciones que se establezcan desde el Centro de Monitoreo de Alarmas Fijas y Móviles de la Policía de la Ciudad.

La adjudicación del dispositivo a una víctima de violencia de género es decidida por cada juzgado o fiscalía. Debe estar encendido las 24 horas; de lo contrario, un móvil policial debe ir a verificar. El protocolo dicta que, una vez que se presiona el SOS del botón antipánico, desde Monitoreo deben comunicarse con el 911 para que, mientras se establece contacto telefónico con la mujer, una patrulla se traslade hasta el lugar geolocalizado para corroborar su integridad física.

También hay en la Ciudad 63 hombres que llevan tobilleras electrónicas, cuyo objetivo es monitorear el cumplimiento de órdenes judiciales que establecen perímetros de protección. Las víctimas de violencias de género son, además, alertadas si el agresor viola ese perímetro.