La estrategia pensada por el gobierno para controlar el Congreso goza de buena salud. El club de dadores voluntarios de gobernabilidad tiene nuevos socios que garantizan la aprobación de los proyectos enviados por el Poder Ejecutivo Nacional en la Cámara de Diputados. La única duda es hasta cuándo.

En el Congreso el ambiente aún se siente pesado, enrarecido. La Plaza de los Dos Congresos tiene aún las heridas sin cicatrizar. Tres sesiones intensas demostraron a lo largo de la semana la fortaleza parlamentaria de Cambiemos. En el oficialismo saben que la apuesta para avanzar con las reformas fue la correcta: pese al abrazo efímero de la semana anterior, el peronismo sigue fracturado, como el lunes.

No se trata del pasado lejano ni reciente. Se trata del futuro. El peronismo dio en la Cámara de Diputados esta semana una batalla interna en medio de la lucha contra el adversario político de turno. Cambiemos consolidó su acuerdo con un puñado de gobernadores y sus legisladores en la Cámara Baja.

«Elegimos negociar con aquellos que tienen territorio y responsabilidad de gestión», sostienen sin tapujos en los despachos oficialistas del primer piso del Palacio Legislativo. Más allá de alguna voz disonante o de algún pedido de último momento, la relación fluye. El oficialismo ya obtuvo las leyes, ahora los gobernadores esperan su recompensa.

En ese escenario, el interbloque Argentina Federal conducido por el salteño Pablo Kosiner e integrado por el Bloque Justicialista y los que responden a los gobernadores peronistas, es el nuevo massismo. El interbloque cuenta con 35 diputados y es el elegido por el oficialismo para negociar tanto fuera como dentro del Palacio.

Esa elección por parte del oficialismo y la genuflexión expresada por ese interbloque tiene dos caras. Una, la que ve el gobierno, la de gobernadores ahogados financieramente y sedientos de recursos. La otra, la de la disputa interna dentro del peronismo, la que se ve en cada sesión dentro del recinto.

Desde el interbloque que conduce Kosiner aseguran que el acuerdo tiene fecha de vencimiento cercano. En ese vaticinio, marzo podría ser el mes que marque el punto de inflexión.

Al calor que se cocina la fecha de vencimiento de ese acuerdo, que a decir verdad es incierta, el peronismo intenta avanzar a en la resolución de sus disputas internas. En ese contexto debe leerse la foto del último jueves en la que Kosiner, Diego Bossio y Miguel Ángel Pichetto se mostraron juntos.

La alianza estratégica entre Pichetto y los gobernadores extendió su presencia en a la Cámara de Diputados. Por ahora, el gobierno ve eso como una ventaja. Sin embargo, desde el peronismo recitan uno de los aforismos más famosos de Antonio Porchia: «Tú crees que me matas, yo creo que te suicidas».
La charla abarcó el abordaje del Presupuesto pero desde ya el mensaje de reconstrucción del peronismo estaba implícito y los voceros lo hicieron saber.

Dentro del peronismo se sabe que la disputa es esa, el futuro. Y en el recinto se siente. Por eso, lo que más irritación provocó dentro del Frente para la Victoria del discurso que Kosiner pronunció en la sesión del lunes no fue su aval a la fórmula de actualización de las jubilaciones sino su alusión a la pelea que debe dar el peronismo para disputar poder de cara a 2019.
«Creemos en un peronismo que se tiene que preparar para ser opción de gobierno. Queremos ganarle al presidente Macri en las próximas elecciones», dijo el salteño, y Andrés «El Cuervo» Larroque le contestó por Twitter: «Dando quórum y votando estas leyes va a ser difícil». «