Hasta el momento, las medallas argentinas en los Juegos Paralímpicos llegaron gracias al atletismo. La dorada que consiguió Yanina Martínez en los 100 metros T36, la plateada que conquistó Hernán Urra en lanzamiento de bala F35 y las dos de bronce de Hernán Barreto –100 y 200 metros T35– son, por ahora, los únicos cuatro momentos en los que un representante de la delegación argentina llegó al podio en Río de Janeiro. “El deporte paralímpico está creciendo muchísimo y el atletismo es parte de ese progreso. En el corto plazo vamos a ver un cambio muy grande”, cuenta Martín Arroyo, entrenador personal de Martínez desde hace 11 años, que detalla las claves del crecimiento del deporte en el país. “Se le está empezando a dar más importancia al atletismo. Desde los organismos se está fomentando la formación de nuevos atletas y eso es lo mejor que se puede hacer para que estas promesas sigan con sus logros”, explica Arroyo.

La atleta rosarina hizo los 100 metros en 14.46 segundos y de esa manera rompió una racha de 20 años sin oros argentinos en los paralímpicos. La mini Bolt argentina padece parálisis cerebral, pero nada le impide sonreír en cada competencia y seguir con sus ilusiones: hoy a las 10:50, después de quedar primera en las semifinales, irá por su segunda medalla en los 200 metros, donde es la máxima candidata para llevarse un nuevo oro. “Teníamos la ilusión de llegar a otra final y lo hizo de la mejor manera. Está muy ilusionada y estamos todos muy expectantes después de lo que logró en los 100 metros. Hay atletas muy fuertes, pero a ella la veo fuerte, feliz, contenta y confiada. Y eso es lo mejor que le puede pasar”, afirma Arroyo, que en 2005 le aconsejó que deje la natación y se pase al atletismo. “Al principio comenzó casi como un juego. Armamos un grupo de atletas que fue creciendo cada vez más y ella se empezó a destacar en 2009, cuando entró al seleccionado”, agrega el hombre que además de ser el entrenador personal de Martínez, ayuda a los otros 10 atletas argentinos que están compitiendo en Río de Janeiro.

Para Yanina, representante del club Río Negro, no es su primer Juego Olímpico y eso se nota. A diferencia de lo que sucedió en Londres, donde fue cuarta, esta vez su madre, Claudia, y sus dos hermanos, Javier y Tamara, pudieron ir a verla y la notan más madura, más empapada en lo que es la competencia. “Pudimos darnos el gusto de verla llegar a lo más alto del podio, con el color más lindo de todos. Ella cumplió el sueño que vino a buscar a Río y sabe que puede agregarle aún más cosas a los recuerdos imborrables que le quedarán de estos Paralímpicos. Antes de viajar nos decía que quería quedar en la historia de nuestro deporte. Creo que ya lo logró”, narra Arroyo, que detalla que el crecimiento fue progresivo y fue clave en su carrera ser campeona Parapanamericana y subcampeona en Qatar, en el Mundial del año pasado. “Después de esos torneos nos comenzamos a ilusionar con una medalla en estos Juegos”, confiesa el entrenador de la atleta de 22 años que también obtuvo diploma olímpico por haber finalizado cuarta en los 200 metros T35 y quedó a sólo 8 centésimas del podio.

Pero el caso de Yanina no es aislado: en los Paralímpicos, los atletas argentinos se están destacando. En los 100 metros en los que Barreto logró su primer bronce, otros dos atletas con los que compartió momentos en el Enard quedaron entre los nueve primeros. Nicolás Aravena llegó a la final y terminó sexto, mientras que Diego González terminó en el séptimo lugar. Barreto, que tres días después se colgó otra medalla, creció con las secuelas de una parálisis cerebral y superó una infancia muy dura, en la que fue víctima de violencia física y psicológica por parte de su padre para con él, su mamá y sus otros seis hermanos. “Me tuve que hacer grande a los golpes”, dice el atleta de 25 años que se tiñó el pelo de rubio “para sacarse la mufa de sus actuaciones las últimas competencias” y hacerle un homenaje a Lionel Messi, uno de sus ídolos.

A los 12 años, después de darse cuenta que no tenía mucho futuro como futbolista, Barreto decidió dedicarse definitivamente por el atletismo. Y tuvo una mentora: Norma Bayol, su profesora de educación física de la Escuela Especial 501 de Zárate, lo convenció de que tenía que ir por ese camino. Las dos medallas que consiguió le están dando la razón a la docente.

El último de los atletas que consiguió una medalla fue Hernán Urra, el rionegrino de 19 años que hizo historia después de quedar en el segundo lugar en el lanzamiento de bala F35. Registró una marca de 14.91 metros y quedó muy cerca del chino Xinhan Fu, que se quedó con el oro. Su primer paso lo dio en los juegos juveniles Parapanamericanos de 2013, realizados en Buenos Aires, donde debutó como representante de Argentina y se quedó con la medalla de oro en lanzamiento de bala, batiendo un récord continental. Venía confiado a Río después de conseguir en julio de este año el primer puesto en el Gran Prix de Alemania y la meta principal de este atleta que primero comenzó con el paddle, luego pasó por la natación y luego se decidió por el atletismo y el lanzamiento de bala ya se cumplió: quería llegar a un podio y eso ya no se lo sacará nadie. “Empecé corriendo los 100 metros, pero vi que ya no rendía. Soy muy grande, muy alto, y no podía. Por eso me dediqué a lanzar bala y disco y me empezó a ir bien”, explica en el sitio Paradeportes el atleta que un día antes de viajar, encontró la motivación principal para dejar una huella en Río: vio nacer a su primer hijo.