A partir de enero del año que viene, el acceso al fútbol dejará de ser un derecho adquirido por la población para volver a convertirse en un bien de mercado. Entonces, sólo podrán acceder al privilegio de ver un partido desde la comodidad del hogar aquellos que paguen los cerca de 300 pesos que costará el abono mensual (que deberán sumarse a la tarifa básica del cable). En cambio, quienes no estén en condiciones económicas de afrontar el gasto, o bien los que crean que no se justifica una erogación semejante a cambio de los aburridos espectáculos que brinda el torneo local semana tras semana, cada vez que quieran observar algún encuentro deberán recurrir a distintas estrategias: la casa de un amigo, el bar de la esquina, la vidriera de una casa de electrodomésticos. Lo que ya no podrán hacer, muy probablemente, será recurrir a Rojadirecta.

Al igual que ocurre en el país con el Fútbol Para Todos, el sitio web líder en transmisiones deportivas por streaming está a punto de recibir su tiro de gracia. Aunque en su caso no se trata de una decisión gubernamental, sino de cuestiones judiciales: el creador del sitio, el español Igor Seoane, podría ir a prisión junto a al menos cinco de sus colaboradores.

Al igual que sucedió con Al Capone, el capo mafia al que nunca pudieron probarle un crimen pero fue encarcelado por evasión impositiva, la ambición económica también podría ser la perdición de Seoane. Después de ocho años de salir indemne en distintas causas por supuestos delitos contra la propiedad intelectual (los contenidos de Rojadirecta se transmiten de forma ilegal, porque el sitio no cuenta con los derechos para hacerlo), el empresario de 32 años afronta la chance de ir a la cárcel por fraude fiscal: la Justicia española le bloqueó al menos 15 cuentas bancarias en las que tenía cerca de 11 millones de euros no declarados.

Nacido en La Coruña en una familia muy bien acomodada económicamente, Seoane mostró facilidades para la informática desde muy pequeño y en 2005, con 21 años, creó Rojadirecta, un sitio que proporciona enlaces para observar transmisiones deportivas de cualquier parte del planeta sin necesidad de suscripciones ni pago alguno (originalmente era sólo de fútbol, pero a medida que creció el negocio, se amplió el espectro). Por ese motivo, en la red se lo considera como una suerte de Robin Hood moderno y en los grandes multimedios europeos buscan arruinarlo. Según dicen, su web les genera pérdidas por 500 millones de euros anuales.

No es extraño, entonces, que las causas en contra del gallego comenzaran a acumularse. Sin embargo, hasta ahora, había logrado ganarlas con un mismo argumento: “La web proporciona un servicio de intermediario. Yo no tengo relación con nadie, ni con contenido legal ni ilegal, excepto con los clientes como son las casas de apuestas», explicó a fin de octubre en su última comparecencia ante un juzgado, por uno de los juicios que actualmente está abierto contra su empresa, Puerto8o Project.

Justamente las casas de apuestas representaban, según el propio creador, la única fuente de ingresos del sitio. Sin embargo, las investigaciones de la Unidad de Investigación Tecnológica de la Policía madrileña determinaron que hay al menos seis sitios a los que Rojadirecta deriva su tráfico que también le pagaban a Seoane, lo que complicó sobremanera su situación. Por ese motivo, el empresario había decidido huir a Malta, desde donde seguía manejando todo el negocio, a pesar de que tanto en España como en otros grandes países del mundo, por orden judicial su web está bloqueada para el acceso desde principio de año.

Con un rostro desconocido para la opinión pública por decisión propia, Seoane logró construir un mito alrededor de su persona. Cuando se presentó en el juzgado de Coruña el pasado 27 de octubre, llegó en un grupo de cinco personas: todos tenían cascos de motociclistas para ocultar sus rostros, el mismo sobretodo, zapatos y anteojos de sol. Para prestar declaración se puso una peluca enrulada, que combinada con la barba de varios días que portaba, le cambiaban las facciones por completo.

Sin embargo, eso no logró despistar a la Policía: en un operativo digno de una película de Hollywood, un grupo de agentes de civil lo esperaba a la salida del juzgado para llevarlo detenido, al mismo tiempo que en distintas ciudades españolas también se llevaban a cabo las detenciones de sus cinco principales colaboradores. “Hay dos formas de gestionar esto, con discreción o con escándalo”, le dijo uno de los policías a Seoane al momento de esposarlo. El gallego optó por la primera opción: no quería salir por la puerta principal, donde aguardaban decenas de periodistas.

Apenas 24 horas después de la espectacular detención, el empresario fue puesto en libertad, con la condición de que se presente todos los meses en una comisaría para comprobar que no se fugó. Sin embargo, sin acceso a su fortuna y con la certeza de que, por primera vez, afrontará acusaciones penales que pueden ponerlo tras las rejas, las andanzas del Robin Hood del fútbol por TV parecen estar cerca de llegar a su fin.