A siete meses de su lanzamiento con bombos y platillos, el plan del gobierno nacional para producir un millón de autos anuales en el país está virtualmente frenado en medio de una trama de intereses que enfrenta, por un lado, a las terminales automotrices entre sí, y al mismo tiempo, a esas multinacionales con los fabricantes locales de autopartes.

Así lo reconocieron en diálogo con Tiempo dos importantes fuentes del sector automotriz, que coincidieron en que a la fecha «no se produjeron avances en reformas laborales ni en cambios relacionados con la carga impositiva» que piden las empresas.

El conflicto entre las terminales tiene de fondo la política de comercio exterior que lleva adelante el gobierno. Fuentes del mercado dijeron a Tiempo que las empresas que se están beneficiando con la fiesta de importaciones que domina las ventas locales le retiraron el apoyo al denominado Plan 1 Millón.

En los hechos, solamente dos terminales automotrices participan activamente de las mesas de negociación entre las empresas y los gremios UOM y SMATA. El resto aprovecha para vender autos brasileños en niveles récord. Mientras el gobierno hace la vista gorda, el déficit con el vecino país se acumula y se acerca a los U$S 1000 millones.

En el otro frente, las autopartistas nacionales acusan a las terminales de querer aprovechar su peso para tratar de imponer la importación masiva desde los países en los que esas multinacionales tercerizan sus producciones.

En el medio, los trabajadores contemplan los tejes y manejes de las gerencias y sus casas centrales con total incertidumbre del futuro que les espera. Las conducciones sindicales, según la palabra que utilizó esta semana el secretario general de la UOM, Antonio Caló, están para «conversar» con el gobierno. 

Además de las facilidades para importar, las terminales argumentan que las políticas que aplica el gobierno de Brasil para el sector incrementan las ventajas a favor de los vecinos y justifican con eso que las negociaciones de este lado de la frontera estén congeladas.

Hasta hace poco se referían solamente a la polémica reforma laboral que aprobó el congreso brasileño en julio de este año. Ahora suman la aparición del Programa Rota 2030, un plan de beneficios impositivos que diseñó el gobierno de Michel Temer para reemplazar el anterior Inovar-Auto, muy criticado por la Organización Mundial de Comercio (OMC).

La aparición del Rota 2030, apenas un mes después de que Macri anunció en el país el lanzamiento del Plan 1 Millón, sorprendió a toda la cadena de valor automotriz, que en pocos días advirtió que su plan flexibilizador quedaba nuevamente atrasado en relación con el marco brasileño.

Malestar autopartista

En la otra esquina, las fábricas de autopartes, representadas en su mayoría por las cámaras AFAC y Camima advierten que la relación de fuerzas tiende a consolidar un modelo de industria concentrada en el rubro de las pick ups y el segmento 4×4, complementado por importación de automóviles más chicos.

En una de esas entidades dijeron que en las mesas de negociación, las fábricas están maniobrando no solamente para importar las partes desde sus tercerizadas sino también para avanzar sobre el mercado de reposición.

Pero si en algo coinciden los referentes consultados en ambas entidades es en objetar el rol de la administración nacional en la mesa de diálogo del Plan 1 Millón porque «se está avanzando hacia una apertura», que atenta contra el trabajo nacional en ese sector en particular. Fundamentalmente, la crítica apunta contra los funcionarios técnicos designados para la negociación, porque «no están respetando la Ley de Autopartes» que el gobierno anunció para el sector.

La continuidad del Plan 1 Millón es una incógnita por el enfrentamiento entre terminales y la nueva «exigencia» que supone la aparición del Rota 2030.

En diálogo con Tiempo, un consultor definió que «el mayor objetivo ahora es el Rota 2030» porque concretar una reforma laboral a la brasileña en el país «es imposible».

Además, el contacto reconoció que para avanzar en cualquier sentido «tiene que haber un consenso que hoy no existe, ni entre las terminales automotrices, ni entre ellas y las autopartistas». «