Mientras el gobierno recorta cada vez más el presupuesto para Aerolíneas Argentinas (AA), la presidenta de la empresa, Isela Costantini, elige mostrar hacia afuera una resistencia al achique. Los sindicatos están atentos a cuidar las fuentes de trabajo y las empresas privadas, nacionales y extranjeras, sobrevuelan al acecho para pescar ventajas en el río revuelto.

Dirigentes sindicales y especialistas del mundo aerocomercial suponen lo peor. La quita de presupuesto, analizan, asfixiaría financieramente a la empresa y la haría menos eficiente. De esta manera, la estigmatizaría por mal funcionamiento para justificar su desguace o privatización parcial o total. En los hechos, la privatización llega de la mano de una política encubierta de cielos abiertos o liberalización del espacio aéreo para que a través de convenios bilaterales entre países o regiones puedan operar todas las líneas aéreas. Si bien por ahora el gobierno no se anima a plantear esta idea de manera oficial para evitar una confrontación organizada, de a poco, privatiza vuelos y tramos.

«Están acorralando a Aerolíneas. Por un lado se le baja el presupuesto una y otra vez, y por otro se le abre las puertas a cualquier empresa extranjera para que le hagan competencia, y eso le quita pasajeros que debería a Aerolíneas», sostuvo Juan Pablo Brey, secretario general de Aeronavegantes, a Tiempo.  «Le dieron permiso a Avianca para que en vez de comprar Sol y reinsertar a los 200 trabajadores, compre MacAir, la empresa del presidente», criticó Brey.» Queremos que toda la tripulación tenga patente nacional, y los aviones, matrícula argentina», definió y advirtió que cuidarán todos los puestos de trabajo.

En ese mismo sentido opinó Pablo Biró, de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA). «Estamos atentos y preocupados por la fuente laboral. Al abrir todas las puertas, se está dificultando la consolidación y el desarrollo de Aerolíneas, porque el mercado es uno solo. Al haber más oferta, más actores para pelear por los pasajeros, la rentabilidad baja. El discurso de que quieren una aerolínea eficiente no va de la mano de esta política de liberalización aerocomercial porque le va a costar más recaudar para financiarse.» 

El martes, la presidenta de Aerolíneas se dirigió a los trabajadores con una misiva de tono cordial titulada «Carta de Isela». En el mensaje informó la decisión del gobierno de volver a recortar, esta vez en un 38%, las asignaciones de subsidios públicos. El tijeretazo, alertó Costantini, «nos coloca en una situación más compleja desde la gestión financiera» por lo que exhortó a la comunidad de empleados a demostrar «responsabilidad y espíritu contributivo».

La naturaleza de la contribución que espera la ex titular de General Motors dio mucha tela para cortar. Inesperadamente, el ex titular de AA durante el gobierno de Cristina Fernández, Mariano Recalde, destacó positivamente el contenido de la «Carta de Isela» y se sumó con otra carta dirigida «A los trabajadores aeronáuticos». En ese mensaje, Recalde se refirió a «la capacidad y buenas intenciones» de la empresaria y recordó que el modelo de achique de la empresa «ya se probó y fracasó». En diálogo con Tiempo, voceros de AA tomaron distancia de Recalde y destacaron que antes de tocar los empleos, Costantini concentró los recortes en «gastos no operativos».

La empresaria reapareció en público el jueves, en una conferencia de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas (ACDE). «Entré en esto para transformar la empresa», señaló y agregó que «son 12 mil empleados que aman la empresa y 40 millones de argentinos que son la empresa. Yo trabajo para ellos y el día que no me quieran más me voy a tener que ir».

El discurso que sugiere proximidad con los gremios del sector incomoda en el Gabinete Nacional. El ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, fue tajante para marcar diferencias cuando señaló a Radio Ciudad que el Estado «no tiene obligación de pagar subsidios a una actividad destinada a los sectores más ricos de la sociedad.»

Hubo una respuesta de los gremios. Marcelo Uhrich, secretario de Prensa de la Unión Personal Superior y Profesional de Empresas Aerocomerciales (UPSA) y vocero de la Federación Argentina del Personal Aeronáutico (FAPA) sostuvo que «Aerolíneas tenía la proyección de crecimiento más alta de la región en 20 años porque cada vez se vuela más. No vuelan los ricos, es una mentira», y agregó: «Los rumbos han cambiado de manera estrepitosa, están habilitando patentes de corso», al tiempo que denunció que la empresa Ryanair «hizo dumping en todos los lugares donde se ha metido y ya está teniendo conversaciones con el gobierno.»

En ACDE, Costantini dejó en claro que no está distanciada de Dietrich ni de Macri pero volvió a manifestarse a favor de un modelo de empresa en expansión. «Vamos a seguir volando y aumentando vuelos hacia donde tengamos que desarrollar y haya pasajeros y clientes», avisó al auditorio antes de sumar que el «gran desafío en el sector público es sostener los procesos de transformación».

Por su parte, Recalde dijo a Tiempo que ve una continuidad entre su gestión y la administración de Costantini con incorporación de aviones y rutas en un marco de expansión y crecimiento. Sin embargo subrayó que, frente a la crisis general, «lo lógico sería que el Estado reforzara el presupuesto en vez de reducirlo a la mitad». Advirtió además que «conociendo al gobierno no sería de extrañar que esté preparando el terreno para la privatización». Como prueba, Recalde marcó el ingreso de empresas extranjeras a cubrir rutas que explotó Aerolíneas Argentinas hasta el 10 de diciembre. «Es el primer estadío de una política de cielos abiertos que se está haciendo en forma gradual y en algunos casos con argumentos ilegales», denunció.

Por su parte, el consultor aeronáutico Santiago García Rúa descartó coincidencias entre la actual titular de la empresa y Recalde. Evaluó que «el gobierno le exige cada vez más y baja los subsidios e Isela trata de captar al personal históricamente intocable para bajar los costos de la compañía, que sigue perdiendo unos 500 millones de dólares por año. Mi sensación es que el gobierno y Costantini están jugando al bueno y al malo.» «