Hay un Batman para cada momento histórico. Está el oscuro «Señor de la noche», huérfano de las desventuras de la penosa década del treinta y emergente justiciero de los tiempos del New Deal que crearon Bob Kane y Kill Finger para los cómics en 1939. Está el Batman que supo combatir a los nazis y hasta al propio Hitler durante la Segunda Guerra Mundial y el que, en plena Guerra Fría contra la URSS, viajaba a través del tiempo. Está el Batman colorido, devenido ícono pop de la serie televisiva de los esperanzadores ’60. Desde mediados de los ’70 y luego de la mano de Tim Burton y otros directores se torna cada vez más escabroso, suele hacer terapia a la manera de análisis de conciencia estadounidense y recrudece su violencia como correlato de un EE UU que cada vez oculta menos sus zonas oscuras imperialistas. En Jocker (Phillips, 2019) se pone al desnudo que, al fin y al cabo, Batman bien puede ser hijo de un millonario corrupto y despótico nivel Trump. Siguiendo esta lógica de reflejo de imaginarios sociales hegemónicos estadounidenses, no parece casual que desde 2019, en plena lucha global de las mujeres por sus derechos, le haya llegado el turno del protagonismo a Batwoman (como en su momento también a Supergirl).

A su vez, Ciudad Gótica siempre fue un lugar problemático para las diversidades sexuales. La relación entre Batman y el joven maravilla fue motivo de polémicas desde que Robin apareciera en un cómic de abril de 1940. Se intentó de todo para ahuyentar la naturaleza homoerótica de los superhéroes y el pánico homosexual de los lectores: se asesinó a Robin, se mató a Alfred y se introdujo a tía Harriett para que no fuera únicamente una familia de varones e incluso se creó una historieta donde Robin era mujer (The Berlín Batman). Dentro de estas estrategias es que surge el personaje de Batichica en los años cincuenta, en principio como la novia de Batman.  

Pero en el siglo XXI, ya era hora de saldar cuentas con las diversidades sexuales. El intento cinematográfico fallido de Joel Schumacher daba cuenta de que no era admisible mostrar al Dúo Dinámico en una relación amorosa. Entonces los cómics se arriesgaron por una Batichica judía y lesbiana. Siguiendo esa premisa y dando cuenta de que los hombres ya no son autosuficientes y ni siquiera necesarios, el capítulo estreno de la serie Batwoman, muestra a una Ciudad Gótica que, abandonada por Bruce Wayne, precisa de las mujeres o más bien, de una mujer fuerte, enfundada en traje de cuero: Kate Kane. Sin embargo, más allá de haber producido controversias dentro del conservadurismo machirulo, la belleza de Ruby Rose, la actriz que encarna a la chica murciélago y la de sus amantes más bien parece encarnar fantasías masculinas de películas pornográficas. Y el estereotipo del personaje resulta demasiado trillado: infancia con muerte trágica de la madre, joven que quiere estar en el ejército y que es echada de la institución por besar a su novia, que es rechazada por su padre, etcétera. En definitiva, el guión hace gala de todos los tips que se adjudican al lesbianismo como si fuera la única forma de ser lesbiana. 

La flamante segunda temporada parece seguir la misma línea ahora en clave étnica. Si, tras la desaparición de Kate, se comienza aplaudiendo la llegada a Ciudad Gótica de una heroína negra que se calza el traje vamp, Ryan Wilder (interpretada por Javicie Leslie, que dicho sea de paso lo hace muy bien), ya aparecen los flashbacks de un pasado que no ahorra ninguna de las tragedias a las que los Estados Unidos condenan a los negros: madre muerta en el parto, discriminación, joven presa en repetidas ocasiones por crímenes que no cometió, madre adoptiva asesinada, golpiza de la pobre Ryan a manos de unos matones, etcétera. Como en el caso de su antecesora y de todo el universo DC, parece agotarse el recurso de buscar el origen de la heroicidad en traumas infantiles y juveniles y en tanta tragedia y melodrama familiar. También se añora la creación de archienemigos más coloridos que supieron ser tanto o más famosos que el propio Batman.

De todas formas, si el conservadurismo sigue chillando, algo hay para celebrar en estas innovaciones de género, sexualidad y color de piel, y la serie merece al menos un crédito. Al menos Batichica pasó de ser la «pantalla» de Batman para tener vida sexual propia. Pero, por ahora, el podio de la subversión erótica y de la diversidad de todo tipo lo siguen teniendo las escenas de Gatúbela y Batman en sus dos mejores versiones: la irrepetible Julie Newman hablándole al oído al hiératico Adam West en la serie televisiva y el clímax de la concupiscencia, Michelle Pfeiffer pasándole la lengua al rostro de Michael Keaton en Batman vuelve de Tim Burton. «

¿Dónde?

Batwoman. Temporada 2. De Caroline Dries y Greg Berlanti. Elenco: Javicia Leslie, Rachel Skarsten, Meagan Tandy, Nicole Kang. Viernes a las 22 por HBO. Disponible por HBO Go.