Lo único previsible en el reciente Premio Nobel de Literatura es que es imprevisible. Ayer, el presidente Barack Obama homenajeaba a los estadounidenses que recibieron el Nobel este año. La posible asistencia de Bob Dylan dio mucho que hablar hasta que Josh Earnest, el vocero de Obama anunció en la conferencia de prensa que ofrece diariamente que no iría.

No hubo explicaciones por su inasistencia de parte de Dylan, lo que sí es, después de todo, algo predecible en él. Earnest recordó que el músico y poeta “ha indicado en público que se siente honrado de haber recibido el Nobel” aunque esto no es razón suficiente para él para ir a la ceremonia de entrega de la Academia Sueca que tendrá lugar el 10 de este mes en Estocolmo.

El portavoz recordó también que en 2012 el presidente Obama le otorgó la Medalla de la Libertad, el mayor honor que puede recibir en los Estados Unidos un civil y que en esa ocasión Dylan asistió a la Casa Blanca. “Al presidente –agregó- le gustó mucho conocerlo.”

Cuando recibió la noticia de que era el ganador del Premio Nobel de Literatura, no contestó de inmediato y muchos pensaron que era posible que lo rechazara. Sin embargo, cuando casi ya nadie lo esperaba, dijo que se sentía honrado por el galardón y que se había quedado “sin palabras”.

La Academia Sueca fue muy diplomática ante el anuncio de que no iría a retirar el premio.  Dijo que posiblemente el cantautor pueda retirarlo el año próximo si tiene algún concierto que lo lleve por esas latitudes. A los 75 años y con una larga trayectoria que culminó con el primer Nobel que se le otorga a un cantautor, Dylan se siente con derecho a no tener que darle explicaciones a nadie. No falta quien califique su actitud de arrogante, pero nada ni nadie es capaz de torcer la voluntad, ni siquiera la Academia Sueca.