Nunca había pasado. Y ese día pasó desapercibido. El fútbol también se construye con gestos, aunque sean pequeños. La noche del 14 de junio, el día de la apertura del Mundial de Rusia, la Asamblea de Representantes de Boca hizo un minuto de silencio por las víctimas de la tragedia de la Puerta 12. Ocurrió días antes de un pedido de disculpas del club en palabras de Sergio Brignardello, dirigente del oficialismo y secretario general de la asamblea de socios. El 24 de junio, Boca realizó un acto en su museo, debajo de las tribunas de La Bombonera, donde esta tarde se jugará el Superclásico. Brignardello, ahí, pidió perdón. Se proyectó el documental Puerta 12, de Pablo Tesoriere. Coincidió con la derrota 3-0 de Argentina ante Croacia, otro esquirla del destino. Pero Boca había empezado a trabajar contra el olvido de los 71 hinchas que murieron asfixiados y aplastados a la salida del Monumental, el 23 de junio de 1968, sin justicia, porque no hubo ningún culpable y las versiones de por qué ocurrió la tragedia se chocan y se repiten en el tiempo.

«Fue comenzar, de alguna manera, a hacer un homenaje que no se hizo nunca por varios motivos», dice Guillermo Schoua, historiador de Boca, integrante de la Subcomisión de Historia. «La tragedia quedó oculta incluso en el propio club. También hay un grupo que está investigando el tema, que está tratando de contactarse con los familiares. No es fácil de encarar. Se entiende que cualquier familiar esté dolido porque no pasó nada en tanto tiempo. Uno no puede corregir algo que no pasó. Pero algo queremos hacer, y seguramente no va a alcanzar».

Cómo operó el olvido en Boca, River, la AFA, la entonces Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y la sociedad argentina es un capítulo aparte de la Puerta 12. Que no se haya conocido qué pasó aparece como el primer punto. Las causas, según el relato de los testigos, navegaron en medio siglo entre tres variables.

La tragedia se precipitó por las puertas cerradas, por el accionar policial, por la barra brava de Boca. La gran mayoría vio los portones metálicos cerrados y entornados. Otros sumaron que los molinetes no habían sido sacados de la puerta. Algunos hinchas contaron que la tragedia se inició por la policía, parapetada, lista para barrer la salida y atrapar a la barra de Boca, que había cantado la marcha peronista, un delito en plena dictadura de Juan Carlos Onganía, y que muchos que salían por la puerta intentaron volver a entrar al estadio. El abogado de River culpó a la hinchada de Boca: dijo que al querer evitar las detenciones ingresaron al estadio y provocaron la estampida. El informe pericial avaló la versión de las puertas cerradas con los molinetes. «¡No había puerta, no había molinete, era la cana que daba con machete!», cantaron unidas las hinchadas de River y Boca. La Justicia calificó al hecho de «accidente». Al año siguiente, archivó la investigación.

La única placa que recuerda a la Puerta 12 está en las afueras del Monumental, cerca del sector «L», como fue rebautizada luego de la tragedia. Fue colocada por iniciativa de los familiares de las víctimas en 2008, en el marco del documental Puerta 12. «Pasa con todo en Argentina –dice Tesoriere, el director–. Cuando se viene alguna fecha grande y redonda, empiezan a hacer este tipo de homenajes o se sienten en falta. El documental lo estrené para el 40° aniversario y generó mucho revuelo, y ahora que se cumplió el 50°, otra vez. Los familiares, lo que siempre están pidiendo es algún tipo de reconocimiento en Boca. No se les había hecho en ningún momento. La única placa que hay es la que nosotros pusimos en la cancha de River. Pero ahora los familiares quieren que estén los nombres de las víctimas».

En Boca se piensan algunas ideas. Colocar otra placa con los nombres y apellidos de las víctimas, hacer algún otro tipo de recordatorio, como que el 23 de junio sea oficialmente declarado el Día del Hincha de Boca, o que esa fecha no se juegue, como decretó el Liverpool después de la tragedia de Hillsborough. Buscarle la vuelta a tanta desmemoria. «Hay que ver cuál se pone en práctica –explica Schoua, el historiador–. No se ha tomado dimensión de lo que significó la Puerta 12. No estoy en la cabeza de los dirigentes de ahora ni estuve en los de antes. Forma parte del olvido general, que es lamentable y en algún momento había que corregir. La tragedia se tiró abajo de una alfombra». Otra punta del olvido es lo que le contó Carmen Palumbo, la abogada que representó a muchos familiares de las 71 víctimas, al periodista Andrés Burgo en el suplemento Enganche, de Página 12: que casi la totalidad de los familiares aceptó un acuerdo económico con River, la AFA y la Policía para renunciar a cualquier acción legal y a cambio de silencio.

Fuera del club, la agrupación Boca es Pueblo pintó en las paredes del barrio, sobre la calle Suárez, una puerta en blanco y negro –»71 bosteros presentes, 23/6/68″– y la letra del cantito del molinete. Fue en 2015. Al tiempo, fueron tapadas. Este año los hinchas volvieron a pintar otro recuerdo en la esquina de Palos y Aristóbulo del Valle. Las bases, a veces, suelen motorizar las decisiones de las instituciones, por más simbólicas que sean.