Las nuevas elecciones en Bolivia no se desarrollarán dentro de los 30 días anunciados por los propios golpistas. De hecho, Jeanine Áñez, la presidenta de facto hace pocas horas anticipó que veía «apropiado» prolongar su mandato hasta después del 22 de enero.

Pero tampoco serán en junio o julio como se especulaba en ciertos círculos políticos. Será finalmente el 3 de mayo, casi cinco meses después de que Evo Morales fuera obligado a dejar su cargo. Restan casi cuatro meses: el Tribunal Supremo Electoral fijó para el domingo 3 de mayo las nuevas elecciones generales, que repondrán el orden constitucional tras la anulación de los comicios del 20 de octubre pasado. Una eventual segunda vuelta se realizaría hasta 45 días después de esa votación. Aún no está fijada la fecha de transmisión del mando al nuevo presidente electo.

Evo no podrá ser candidato. Su situación se complicó en su país, ya que en la última semana se activaron tres causas en la Justicia local y una cuarta a nivel internacional, presentada ante la Fiscalía de la Corte Penal Internacional de La Haya. El depuesto presidente boliviano, refugiado en Buenos Aires, anunció hace unos días que los constitucionalistas Eugenio Zaffaroni y Gustavo Ferreyra serán sus abogados defensores, con el objeto de dar pelea en su complejo escenario legal.

En las últimas horas se conoció además la habilitación del TSE a su partido, el Movimiento al Socialismo (MAS)  que, por otra parte, lidera las primeras encuestas de cara a las nuevas elecciones, con un porcentaje superior al 22 por ciento. «