Hablar de la misoginia de Jair Bolsonaro es casi un lugar común. No hay momento en su carrera política, desde cuando se postuló para ser concejal carioca, allá por 1988, en que no haya tenido algún comentario irritativo para la moral media de la población. Y sus hijos no dejan la oportunidad de demostrar de qué madera son astilla. 

Tres de sus vástagos descuellan en la política brasileña-concejal Carlos, diputado Eduardo, senador Flavio- y se encargan de recodar que la dinastía mantiene una coincidencia ideológica difícil de empardar. No hay uno que no sea machista, racista, amante de las armas de fuego y que utilice las redes sociales, ayudado por miles de trolls, para denostar a quienes no comparten su visión del mundo. Sin embargo, con esos valores y recursos cada uno de ellos fueron votados para el cargo que ocupan y el ex capitán del Ejército de Brasil se puso la banda presidencial en enero del año pasado.

Pero a medida que su gobierno se fue desplegando, esas mismas características están llevando al país hacia un camino peligroso para los sectores de la población que apuestan a la convivencia democrática. Algo de eso padece en carne propia la periodista Patricia Campos Mello, del diario Folha de Sao Paulo por estas semanas.

La mujer, investigadora de raza y corresponsal en conflictos bélicos de todo el mundo, allí donde el olor a pólvora asusta al más osado, antes de las elecciones de 2018 publicó un trabajo en el que develó que una agencia que trabajaba para la campaña de Bolsonaro había disparado mensajes falsos en masa a través de números de whatsapp ficticios a través de miles de chips telefónicos comprados a nombre de personas jubiladas o fallecidas.

En aquel momento, Campos Mello sufrió de bullying y el medio para el que trabaja, que no puede ser calificado de izquierda -ni siquiera de cercano al PT- fue blanco del odio de Bolsonaro, que incluso desde la presidencia amenazó con hacerlo cerrar. En octubre de 2018,  esa campaña de acoso mediático generó riesgo para la periodista y su familia (ver acá)

Ahora, hubo un deja vu todavía más violento y más feroz. La semana pasada la Comisión Parlamentaria Mixta de Investigación (CPMI) para las Fake News, llamó a declarar sobre el caso a Hans River do Rio Nascimento, un exempleado de Yacows, la agencia que había hecho aquella operación de disparos masivos.

El hombre debía confirmar o negar la información que Campos Mello había publicado, ya que habia sido una de las fuentes para el trabajo de investigación que publicó. En el artículo quedó claro que el testimonio había sido grabado y que se respetaban los dichos del empleado. También se sabía que al inicio de la investigación, Rio Nascimento estaba haciendo un juicio laboral a Yacows. Pero en el medio hubo un arreglo extrajudicial por lo que decidió bajarse del caso.

La respuesta de Rio Nascimento ahora, ante los legisladores, fue brutal: “Yo me negué a dar más testimonio, le dije que eso ya no tenía interés para mi y ella me propuso intercambiar sexo por información”.

Eduardo Bolsonaro, presente en la audiencia, apoyó totalmente las palabras del exempleado. “No dudo de que la señora puede haberse insinuado sexualmente, como dice el señor Hans, para intentar perjudicar la campaña del presidente Jair Bolsonaro”.


Este martes, el propio mandatario volvió sobre el asunto en un tono no menos bestial. Según lo refleja la cobertura del portal UOL, Bolsonaro utiliza una frase de doble sentido para hablar del caso. Primero dice que la periodista «quería um furo”, o sea, buscba una primicia. Luego añade “Ela queria dar o furo a qualquer preço contra mim”, que se puede traducir como que quería “entregar el agujero a cualquier precio contra mi”, ante la risa cómplice de un grupo de ¿periodistas?

Estas palabras despertaron las críticas más ácidas de dirigentes y medios del país y los respaldos más clamorosos de quienes conocen a la periodista. “Cubrió guerras y la peste del Ébola. Eligieron atacar a la mejor entre las mayores”, le escribó Daniela Lima, presentadora de la cadena CNN Brasil, para luego recordar el Premio que Campos Melo rcibió por su tarea del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés) con sede en Nueva York.

“No hay en la historia de Brasil un presidente que haya sido tan repulsivo con una periodista como Bolsonaro”, agregó Carla Jimenez, corresponsal del diario español El País.
El diputado socialista Guilherme Boulos, miembro de la Coordinación Nacional del Movimiento de Trabajadores Sin Techo (MTST), fue tamibén fuerte contra el presidente, al que llamó cobarde por usar su posición de poder para ofender y humillar a una mujer.
El que fuera candidato a la presidencia por el PT y contra Bolsonaro en 2018, Fernando Haddad, cuestiona desde un twitter el insulto de Bolsonaro, a quien califica de «ser abjecto».
A su turno, el uruguayo Edison Lanza, el relator Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, planteó posición desde su red social.