“China emplea la denominada ´diplomacia del endeudamiento´ para extender su influencia, ofreciendo cientos de miles de millones de dólares en préstamos de infraestructura a gobiernos de Asia, África, Europa e incluso América Latina. Sin embargo, las condiciones de esos préstamos son, en el mejor de los casos, poco claras, y los beneficios terminan invariablemente en Pekín”. El párrafo es parte del discurso que el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, pronunció el mes pasado en Washington, en la que fue considerada una de las declaraciones públicas más duras de la administración Trump contra el gigante asiático. 

No es casual que una copia de este crítico discurso pueda encontrarse en el despacho del Director General Hsieh Chun-teh, responsable de la Oficina Comercial y Cultural de Taipéi en la Argentina. Su contenido es ideal para un funcionario que naturalmente tiene una posición política, pero que tiene limitaciones diplomáticas para expresarlas. Es por eso que en diversos tramos de esta entrevista con Tiempo Argentino, sobre las trabas que les impone el gobierno argentino, el posible acercamiento de Bolsonaro y la guerra comercial con Estados Unidos, Hsieh prefiera guardar silencio y recomiende la lectura de los dichos del vicepresidente estadounidense.

-Uno de los reclamos de la comunidad taiwanesa en la Argentina siempre ha sido por las trabas burocráticas que se impusieron a sus empresas. ¿La situación sigue igual? 

-Mi intención no es intervenir en la política internacional de la Argentina, pero estamos viviendo en una aldea global y creo que hay que buscar un acercamiento cada vez mayor entre los países. Queremos comprar cosas a la Argentina, no comprar la Argentina, como Bolsonaro (presidente electo de Brasil) dice respecto a China continental. A pesar de los inconvenientes que tenemos, estoy contento porque las exportaciones argentinas hacia Taiwán crecieron casi un 20 por ciento y se ubicaron en 430 millones de dólares. No es mucho, pero está creciendo. Estoy convencido que podemos ser útiles, aunque el beneficio debe ser recíproco. 

-¿Lograron avances para eliminar la visa que se les exige a los taiwaneses? 

-En la actualidad hay 169 países de todo el mundo que no nos piden visa. Sería importante que la Argentina elimine estas trabas, especialmente con las políticas que está poniendo en práctica el gobierno para incrementar el turismo. Hay 12 millones de taiwaneses que viajan por el mundo. En el caso de los ciudadanos taiwaneses que quieren viajar a la Argentina, el gobierno emite un papel, un permiso de viaje, que se remonta al año 1961. Argentina es el único país del mundo que sigue con esta práctica. No es una medida muy ecológica. En Chile, Perú, Ecuador, Colombia y Uruguay no nos ponen trabas. Y en Brasil son más pragmáticos, directamente nos sellan el pasaporte. Creo que hay presiones para que esto siga así. En un discurso reciente, el vicepresidente de Estados Unidos dijo que China estaba haciendo un monitoreo de todo el mundo, incluso de Estados Unidos… 

-Durante la campaña electoral de 2015, Mauricio Macri planteó que en caso de ser presidente revisaría los acuerdos firmados con China durante el gobierno anterior. ¿Esperaban un cambio de actitud de la Argentina hacia Taiwán? 

-Naturalmente, no opino sobre cuestiones de política argentina. Pero hay algunas cosas que parecen cuentos chinos, como cuando se habla de soberanía (NdeR: el gobierno de la República Popular China no reconoce la soberanía de Taiwán, la considera una provincia). Porque si ustedes quieren ir a Taiwán, tienen que sacar la visa en nuestra Representación, no en la Embajada de China Popular. Y el motivo es que ellos no tienen soberanía sobre Taiwán. Esa es la verdad. En el I Ching, el Libro de los Cambios, se plantea que la única cosa que no cambia es cambiar. Hay que cambiar frente a los altibajos del mundo, hay que ver qué ocurre y adaptarse. Mi deseo es que la Argentina nos abra otras puertas, que no ponga todos los huevos en la misma canasta. 

-Cuando habló del tema de las visas se refirió a otros países latinoamericanos. En los últimos meses Panamá, República Dominicana y El Salvador decidieron romper relaciones con Taipéi para iniciarlas con Beijing. ¿Qué cree que puede cambiar con la asunción de Bolsonaro en Brasil, un dirigente que expresó públicamente sus simpatías con Taiwán y su rechazo a China? 

-Bolsonaro estuvo en Taiwán y tiene amigos en nuestro país. Es un hombre que sabe que Taiwán es la economía 24 del mundo, y en términos comerciales, el número 18 de la economía mundial. No puedo opinar sobre la política exterior de Brasil, pero apreciamos mucho su apertura y destacamos su espíritu democrático libre, sin presiones de otros gobiernos. Taiwán es una democracia, al igual que Brasil y la Argentina. Hay que apoyar los valores democráticos universales. Defendemos la democracia, los derechos humanos, la libertad y la economía de mercado. ¿Qué es la economía de mercado? Hay un aspecto muy importante de la economía de mercado, que es el acceso libre a internet. En el discurso de Pence se critica en ese sentido a un país y también se denuncia que hay presiones a empresas internacionales para que dejen de utilizar la palabra Taiwán y nos llamen con el nombre de la ciudad Taipéi. Son todas tonterías, que provocan el rechazo del pueblo taiwanés. 

-Insisto, ¿cree que Bolsonaro impulsará las relaciones de Brasil con Taiwán a pesar de las presiones que, según comentó, existen? 

-Brasil siempre ha tenido una política más pragmática que otros países. 

-Otro presidente que siempre apoyó los reclamos taiwaneses ha sido Donald Trump. ¿En su caso también prefiere hablar de pragmatismo? 

-Trump es un hombre de negocios. Como empresario estuvo en China y recibió muchos insultos y humillaciones. Por eso es importante el discurso de su vicepresidente Pence, donde Estados Unidos plantea que China no respeta el espíritu de la economía libre. A partir de esta posición es que Taiwán se está integrando, como socio, a la Alianza Indo-Pacífico que Estados Unidos lleva adelante con Japón y varios países del Sudeste Asiático. Nuestra intención es ayudar en logística humanitaria a esta alianza que busca proteger los intereses del mundo democrático. 

-En forma recurrente nos enteramos sobre ejercicios militares de Taiwán y China en la zona del Mar Meridional, una zona que amenaza convertirse en escenario de una escalada armada. ¿Hasta qué punto considera efectivas estas demostraciones de poder militar? 

-Como primera medida es importante decir que esperamos que no haya una escalada de armas en la región. No creo que sea sensato que China avance en esa dirección porque el poder militar más grande está del lado de los países democráticos y Estados Unidos. Cuando un país amenaza es porque no es lo suficientemente fuerte. El problema de Taiwán es regional e internacional, no interno. No es un cuento chino, como dicen ellos. Es internacional, porque nosotros protegemos los valores internacionales de libertad y derechos humanos. Si hay un cambio del otro lado, podremos hablar.