Definidos y comunicados los grandes lineamientos económicos, si quedaban algunas dudas sobre qué forma adoptará el gobierno de Jair Bolsonaro, el futuro canciller brasileño Ernesto Araújo las disipó el viernes pasado al afirmar que Dios guiará la vida política en Brasil con la llegada al poder de quien será el primer mandatario.

«Mis detractores me llaman loco por creer en Dios y por creer que Dios actúa en la historia, pero no me importa. A lo largo de los últimos años Brasil se convirtió en un pozo de corrupción, el hecho de que las personas no hablaban de su fe en plaza pública era parte del problema», afirmó el futuro titular de Itamaraty, que parece estar a punto de abandonar décadas de profesionalismo.

En un país donde reina el sincretismo, fue cuna de la Teología de la Liberación y gestó figuras como Dom Helder Camara y Leonardo Boff, el concepto podría sonar no tan estrambótico. Pero el Dios al que se refiere Araújo es el de la Iglesia Universal del Reino de Dios, que aportó millones de dólares y de votos a la campaña de Bolsonaro y fogoneó fake news en las redes. Es una iglesia que condena la homosexualidad y el aborto en cualquier circunstancia, que menosprecia el papel de la mujer excepto para ser madre y en lugar de hacer más llevadera la vida terrenal de sus fieles les cobra un diezmo.

El futuro canciller ya avisó que su meta primordial no será fortalecer el Mercosur sino extirpar la ideología del PT de las relaciones exteriores y que eso incluye ponerle fin a la «transferencia brutal de poder económico en favor de países no democráticos y marxistas», en referencia al apoyo financiero de Brasil a Cuba y Venezuela; así como abandonar «el tercermundismo automático, la adhesión a las discusiones abortistas y anticristianas en los foros multilaterales, y la destrucción de la identidad de los pueblos mediante la inmigración ilimitada». Además suscribe a la teoría de que el cambio climático es «un invento marxista», por lo que se descuenta que Brasil seguirá los pasos de EE UU y abandonará el Tratado de París.

Por lo pronto el viernes Bolsonaro se reunió con el primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu, quien se encuentra en Brasil para la asunción del martes y se convirtió en el primer jefe de gobierno del Estado de Israel en visitar el país.  Durante su campaña electoral, Bolsonaro hizo público su deseo de mudar la embajada brasileña de Tel Aviv a Jerusalén, una iniciativa que ratificó después de haber sido electo presidente en octubre pasado. Bolsonaro planea seguir los pasos de Donald Trump, que ya concretó la mudanza de la embajada. La Cámara de Comercio Árabe-Brasileña ya advirtió que, tras ese movimiento, Brasil podría perder miles de millones de dólares en ventas e inversiones del mundo árabe. 

«Dios unió las ideas de Olavo de Carvalho al patriotismo del presidente electo Jair Bolsonaro», escribió el canciller designado en la publicación conservadora estadounidense The New Criterion. El nombrado es el gurú del futuro mandatario, un periodista devenido en filósofo que, como muchos ultranacionalistas, vive en el extranjero, en Richmond, Virginia. El ensayista propuso a Araújo como canciller y a Ricardo Vélez Rodríguez en Educación. Hace unos días, dio una entrevista a Folha de São Paulo, donde definió las tres ideas básicas de su política conservadora: economía de libre mercado, una moral judeocristiana que acepta a las minorías, pero no acepta que ellas dicten las normas para la mayoría, y ley y orden. Para Carvalho, el gobierno de Bolsonaro tiene que «garantizar que los brasileños que salen a la calle para trabajar puedan volver vivos a sus casas. El resto puede quedar para después. Si usted hace un gobierno de mierda de principio a fin, pero resuelve este problema, acaba con los 70 mil homicidios por año, usted será un héroe nacional».

El periodista calificó de criminales a los medios de comunicación por reproducir la hegemonía cultural de la izquierda («una tiranía, un sistema de manipulación para suprimir toda oposición ideológica posible») y por tratar de fundamentalista u oscurantista a cualquier persona pública que habla de Dios. Esto se acabó, advierte, ahora «el pueblo de Brasil que sigue siendo tenazmente conservador, odiando con todas sus fuerzas las políticas abortistas y la ideología de género y contará con alguien que realmente lo oiga». 

El viernes también se anunció que todas las medidas tomadas en los últimos 60 días por el gobierno del presidente brasileño, Michel Temer, que no son de izquierda ni populistas precisamente, serán sometidas a una rigurosa revisión «En los primeros diez días, cada ministerio deberá hacer una lista de su política de prioridad», advirtió un documento.

El plan, diseñado por el jefe de Gabinete designado, Onyx Lorenzoni, consiste en la primera hoja de ruta sobre cómo deben comportarse los organismos de control y los funcionarios del gobierno elegido en octubre pasado. Los futuros ministros, muchos de los cuales nunca pasaron por la función pública, recibieron en los últimos días clases de gestión. El documento circuló en medio de los intensos preparativos para la ceremonia de asunción de Bolsonaro, que se llevará a cabo en medio de extremas medidas de seguridad.

Temer autorizó hoy la implementación de un escudo de seguridad sin precedentes en Brasilia, que autoriza incluso el derribo de aviones que violen el espacio aéreo delimitado como área de seguridad durante la ceremonia de investidura del martes.

Para la investidura de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil es esperada al menos una docena de jefes de Estado y de Gobierno y delegaciones de unos 60 países.

En cambio, el Partido de los Trabajadores (PT) de Luiz Inácio Lula da Silva, anunció que no enviará ninguna representación al acto de investidura. «