Los precios de la soja, uno de los principales productos de exportación del país, continúan cayendo a pasos acelerados. Este martes, en Chicago (uno de los mercados que fija el rumbo a nivel mundial), la tonelada cerró a U$S 300,48. No sólo se trata de una barrera simbólica, sino que ese valor está casi 19% por debajo de los 368 dólares en que se comerciaba hace justo un año. Como referencia, en la recordada “guerra del campo” entre los productores agrarios y el kirchnerismo, el precio era de 476 dólares por tonelada.

El dato es relevante porque complica los planes del gobierno, que está muy pendiente de la liquidación de divisas del campo para garantizar oferta de billetes y aspirar a una relativa tranquilidad en el mercado cambiario. Los bajos precios no satisfacen a los productores, que cuando venden a las empresas exportadoras están recibiendo en mano unos $ 9.000 por tonelada, descontadas las retenciones. Esa suma es apenas 30% superior a lo que cobraban el año pasado, lo que implica un fuerte recorte de sus ingresos en términos reales.

Lo que temen las autoridades económicas es que productores y exportadores decidan esperar un mejor momento para sus ventas y sólo se desprendan de los granos imprescindibles para cubrir los gastos de siembra y cosecha, más las pérdidas de un 2018 signado por la sequía. Según los números del Centro de Exportadores de Cereales (CEC), entre enero y abril se liquidaron exportaciones por U$S 6.104 millones, apenas un 1% más que el año pasado pero 8% menos que en la buena campaña de 2017.

¿Cuál sería el problema si eso ocurre? Que el gobierno tendrá menores ingresos por derechos de exportación, restablecidos en septiembre del año pasado para equilibrar las cuentas fiscales. En lo que va del año ese impuesto significó $ 75.151 millones y a ese ritmo difícilmente se alcancen los $ 430 mil millones calculados en el Presupuesto 2019, de los que el campo iba a aportar la mitad. La baja recaudación tributaria disparó una advertencia del Fondo Monetario Internacional, que sugirió elevar algunos tributos y eliminar exenciones para asegurar que se cumpla el déficit cero previsto para este año.

Quizás por este panorama, el Ministerio de Hacienda desistió de aplicar una suba de retenciones, que algunas versiones calificaban como inminente. En cambio, dispuso subir a 2,5% la tasa de estadística que pagan todos los bienes que se importan, quintuplicando el nivel anterior. La decisión, reconocieron voceros oficiales, tiene como único objeto hacer repuntar la recaudación, en sintonía con el pedido del FMI.

Aunque podría afectar la exportación en lo inmediato, la baja de precios internacionales no alteró los planes de trabajo de los productores. La campaña 2018/19 cerrará en torno a los 140 millones de toneladas y la Secretaría de Agroindustria informó que en las regiones más productivas como la provincia de Buenos Aires y el sur de Córdoba y Santa Fe ya se levantó más del 90% de la cosecha. Esta mayor actividad ayudaría a compensar los magros números de otros rubros que presagian una nueva caída del PBI para este año.