«No sé cómo explicarle a mi sobrino cuando pregunta, cree que el papá va a salir nadando y que se lo va a encontrar en la orilla. Ahora mismo no sabemos qué están haciendo, con cuántos buques están buscando. Se nota que esconden algo porque nos mintieron desde el principio». Diego, hermano del cabo principal Luis Esteban García, tucumano, uno de los 44 marinos desaparecidos junto al ARA San Juan, habla con serenidad y también con desesperación. Desde el 15 de noviembre, el día en que se perdió contacto con el submarino, no ha habido más que incertidumbre para los familiares. A medias contenidos en la Base Naval, sin información o, más bien, padeciendo los recurrentes ocultamientos de la Armada, fueron saliendo de a poco del aislamiento que les imponía la fuerza, llegaron hasta el alambrado, hablaron con la prensa, gritaron a viva voz su dolor, sus recelos y sus broncas, luego marcharon por las calles de Mar del Plata y por fin llegaron al Congreso, para exigir que la búsqueda de sus hermanos, padres, esposos e hijos, no cese.

«Nos costó mucho romper el cerco. Porque la mayoría pertenece a la familia naval. Pero la verdad es que aquellos a los que les dimos nuestros seres queridos no nos están dando respuestas. Si estamos acá es porque no confiamos en la Armada», dice Claudio Rodríguez, hermano de Hernán, suboficial y jefe de máquinas del San Juan, mendocino, uno de los tripulantes más antiguos de ese submarino en el que se sumergió por primera vez hace once años.

Ellos y otros 15 familiares, que ya habían dejado sus provincias de origen rumbo a Mar del Plata, llegaron esta semana en busca de auxilio al centro del poder político. En Buenos Aires se entrevistaron con diputados y senadores, para impulsar la creación de una Comisión Bicameral que investigue las responsabilidades políticas de una tragedia que durante 15 días tuvo en vilo a los argentinos, pero que desde que el gobierno nacional anunció el fin de la etapa de rescate, comenzó a desaparecer también de las portadas de los medios hegemónicos.

La iniciativa ya obtuvo media sanción en la Cámara Baja, con la unanimidad de todos los bloques. Ese consenso podría repetirse el próximo 27 en el Senado, a juzgar por las presencia, el pasado miércoles, de legisladores de todas las bancadas en la reunión con los familiares que propició el bloque del Frente para la Victoria en el Salón Arturo Illia. Para muchos fue otro momento de catarsis, ahora entre los oropeles del Palacio, aunque otros temen que este tema les sirva «para seguir picoteándose entre ellos» como rebote de las profundas reformas que hoy debate el Congreso.

Isabel Vilca, media hermana del cabo primero Daniel Polo, exigió que «quienes sean responsables, paguen, que no los pasen a retiro cobrando lo que cobran», pidió «que le transmitan a la senadora Cristina que nos apoye» y se quebró al recordar que «en pocos días es Navidad y nosotros no tenemos nada que festejar, por eso pedimos que no nos mientan más, y que no nos abandonen». Y Yolanda Mendiola, madre del cabo Leandro Cisneros, tomó el micrófono para decir que formó a su hijo para la Patria, «y ahora la Patria no me lo entrega».

Todos los familiares le apuntan al ministro de Defensa. Cuando avanzó el proyecto de la Bicameral en Diputados, pasada la medianoche del martes, el bloque oficialista se avino a invitar –no a interpelar– a Oscar Aguad para que dé explicaciones. El compromiso tácito señalaba que esta semana comparecería en el Congreso, pero el cuestionado ministro se excusó aduciendo que tenía una operación programada. «Está esquivando el bulto y quiere ir recién en febrero», dice Claudio Rodríguez, indignado.

Tras el pase obligado a retiro del almirante Marcelo Srur, apartado por el gobierno por la «mala conducción de la crisis» del ARA San Juan, el nuevo jefe de la Armada, el vicealmirante José Luis Villán, procuró comunicarse telefónicamente con todos los familiares, y prometió pasar las Fiestas con ellos. Uno de ellos inclusive fue subido a una corbeta y llevado hasta la zona de búsqueda. Pero esta súbita buena predisposición de la Armada no cura estas cinco semanas de desinformación. Para Daniel, el padre del cabo Polo, «los jefes pasarán la Navidad riéndose, mientras nosotros estamos muertos en vida. Yo quiero que paguen López Mazzeo (comandante de Alistamiento Naval), Villamide (comandante de la Fuerza de Submarinos), Srur y todos los capos de la Armada». El pase a retiro y que se vayan a sus casas no es justo para los familiares. «Es increíble –agrega Rodríguez–. ¿Por qué no los meten a todos en cana, como a Milagro Sala, y después vean si los tienen que sacar o no? Vio que ahora se usa meter en cana por las dudas».

Luis Tagliapietra, abogado y padre del teniente de corbeta Alejandro Damián Tagliapietra, no pudo asistir al encuentro con los senadores. Estaba siguiendo la marcha de la investigación en el juzgado federal de Caleta Olivia. Cuenta que son once las familias incluidas en la querella presentada ante la jueza Marta Yáñez. Muchas otras querrían ser parte, pero lo cierto es que, ancladas en Mar del Plata, donde desesperan por la suerte de sus seres queridos, no todos pudieron reunir la documentación que jurídicamente acredite su participación, «pero estamos todos juntos en esto. Lo que pasa en el seno de cada familia es distinto y, si bien muchas tienen fuerte relación con la Armada, y tienen miedo a represalias, apoyan plenamente el reclamo».

A 38 días de la desaparición del submarino, la esperanza de los familiares está depositada en lo que hagan la jueza y los legisladores. Sostienen que la Armada y el ministro de Defensa les han ocultado información, y desconfían. «Más allá de cualquier cambio de figuritas –concluye Tagliapietra–, necesitamos que esté la decisión política de reactivar la búsqueda, y eso todavía no lo vemos».

Sólo dos buques en un operativo de búsqueda que se desinfla

Finalizado abruptamente el operativo de rescate de sobrevivientes, que duró dos semanas y supuso un enorme despliegue de barcos y aviones con participación de más de 15 países, el operativo de búsqueda del submarino perdido se fue desinflando poco a poco. Para los familiares, «no buscan porque están escondiendo algo».

Del megaoperativo inicial sólo quedaban ayer dos embarcaciones: el destructor ARA Sarandí y el aviso ARA Islas Malvinas, que lleva a bordo el minisubmarino ruso Panther Plus, capaz de descender hasta los 6000 metros de profundidad y que entregó las imágenes de barcos hundidos, aunque no pudo dar con el San Juan.

Durante este fin de semana se sumarían otras dos: el buque oceanográfico estadounidense Atlantis, luego de permanecer varios días amarrado en Mar del Plata, y el aviso ARA Puerto Argentino.

Se anticipa que el buque ruso Yantar volvería en breve a la zona de búsqueda, pero por ahora continúa reabasteciéndose en el puerto de Montevideo. Sobre la participación del Reino Unido en el operativo, el senador Julio Cobos reveló durante la reunión con los familiares en el Congreso que se reanudará recién el 16 de enero.

Mientras la Armada reafirmaba que garantizará el hospedaje de las familias de los tripulantes que permanecen en Mar del Plata, el ministro de Defensa Oscar Aguad volvió a su actividad en Twitter para asegurar que «nuestro corazón permanece junto a los familiares de la tripulación y toda la familia de la Armada Argentina», deseando que la Navidad y el Año Nuevo «renueven la fe, la esperanza, el amor y la paz».

Qué investigará la Bicameral

De ser aprobada, la Comisión Bicameral que investigue la desaparición del ARA San Juan debería comenzar a funcionar inmediatamente, con un plazo máximo de un año para entregar sus conclusiones, extensible por un año más. La integrarán seis senadores y seis diputados, más cinco asesores expertos en temas navales, que en principio deberán determinar cuestiones aún ignoradas: la misión del submarino, su itinerario y las condiciones de mantenimiento y seguridad.

Mientras la jueza Yáñez habilitó la feria judicial para continuar indagando en las causas de la tragedia del San Juan y recibir testimonios relativos a las últimas comunicaciones con el submarino y las tareas de mantenimiento realizadas, los familiares temen que el trabajo de la Bicameral no se active sino hasta febrero.

Los ocho tripulantes jujeños

En una intervención que pareció extemporánea pero no lo fue, la suegra del cabo principal Mario Toconás rompió en llanto ante los senadores y les pidió que respeten el artículo 75 inciso 17 de la Constitución, que reconoce la preexistencia étnica y cultural de los pueblos originarios, y dijo que «allá abajo había un miembro de una comunidad indígena». Toconás tiene un hijo y su esposa está embarazada de cinco meses. Creció en Sierra Grande, Río Negro, adonde viajó su padre para trabajar en la mina de hierro, pero nació en Jujuy. En total, ocho tripulantes del San Juan son jujeños: el teniente de corbeta Mealla, el suboficial Herrera y los cabos Vilte, Espinoza, Aramayo, Polo, Cisneros y Tolaba. Otra tragedia, la del ARA General Belgrano, hundido durante la Guerra de Malvinas, se había llevado las vidas de otros 12 comprovincianos.