El presidente del Banco Central, Luis Caputo, viajó este jueves a Estados Unidos, donde participará de una tradicional reunión de banqueros centrales del mundo, en la localidad de Jackson Hole, Wyoming.

A diferencia de los viajes anteriores de Caputo a EEUU, en los que como ministro de Finanzas ofrecía emisiones de deuda argentina con suculentos intereses para los fondos que las adquirían e interesantes comisiones para los bancos que las colocaban, esta vez le tocará ubicarse en el lugar de los contaminados.

Es que la inconsistencia de la economía argentina se manifestó en toda su magnitud a partir del cambio de las condiciones económicas internacionales, que se endurecieron como parte de las dificultades para salir de la crisis global de 2008 y que actualmente se manifiestan con más fuerza en el plano comercial –con la guerra entre EEUU, China y la Unión Europea- y monetario –con la suba de la tasa de interés en EEUU y la devaluación de la moneda china-.

La Argentina sintió el golpe: se revirtió el flujo de capitales del exterior y debió soportar una enorme fuga de capitales, que el Banco Central calculó el miércoles en unos 20.000 millones de dólares en lo que va del año y devaluar su moneda más de un 65% en lo que va del año. Ello acentuó el rasgo recesivo del plan económico de la administración de Mauricio Macri, caracterizada por el ajuste en los ingresos de la población y la regeneración de la tasa de beneficio de las empresas en base a golpes de presupuesto.

Argentina comparte ese incómodo lugar con Turquía. Ambas economías venían siendo calificadas como las más frágiles ante un cambio de las condiciones económicas internacionales por los analistas del banco de inversión JP Morgan.

Además, Caputo llega a EEUU una semana después del viaje que realizaron tres funcionarios clave del gobierno: el vicejefe de Gabinete, Mario Quintana; el secretario de Finanzas, Santiago Bausili; y el vice del BCRA, Gustavo Cañonero. Los enviados del gobierno fueron a tantear a los fondos  inversores para saber qué condiciones piden para volverle a prestar a la Argentina. Trajeron de regreso respuestas poco auspiciosas: Wall Street desconfía de la capacidad del gobierno para pagar sus deudas en moneda extranjera tan pronto como el año 2019. El fantasma del default vuelve a rondar los pasos de los funcionarios argentinos tras las experiencias de 2001 y 2014.

La existencia de este recelo puede ser una puesta en escena para forzar al gobierno a apurar sus planes de ajuste a fin garantizar la existencia de esos dólares. Pero no deja de ser sintomático que se plantee cuando la Argentina se encuentra bajo el paraguas protector del FMI y sus dólares. Si ese paraguas no estuviera agujereado, no existiría la posibilidad de dudar de su cobertura.

Caputo repetirá ante los representantes del medio centenar de bancos centrales y decenas de inversores que se reunirán entre el viernes y el sábado que las finanzas locales están aseguradas para 2018 y 2019.

Para demostrar que el ajuste está encaminado, mostrará el “casi acuerdo” que el gobierno anunció este jueves con las provincias de cara a la redacción del Presupuesto 2019 a tono con las exigencias del acuerdo con el FMI.

Con los antecedentes del viaje de los funcionarios frescos, no es seguro que tenga éxito. De ser así, será tarea del presidente Macri dar vuelta la convicción de los inversores y especuladores cuando el mes próximo viaje a Nueva York, a la Asamblea Anual de la ONU.