Los principales sospechosos del caso Candela, Hugo Bermúdez y Leonardo Jara, se desentendieron de la causa y criticaron la investigación de la fiscalía y la policía. Incluso, llegaron a apuntar al ex gobernador Daniel Scioli y a sus funcionarios.

“Soy totalmente ajeno a la causa Candela. Soy totalmente inocente. Tengo muchas cosas para decir, pero prefiero que ustedes me pregunten lo que quieran”. Así se puso a disposición Jara, de 37 años, ante los jueces, la fiscalía y los abogados defensores y querellantes. “La causa no tiene ni pies ni manos, está armada de la A a la Z. Está todo mal”, agregó el hombre sospechado de raptar a Candela en la tarde del 22 de agosto de 2011 y de hacer la llamada extorsiva a la familia de la víctima tres días antes del hallazgo del cuerpo.

«El gobernador Scioli y (el ex ministro de Justicia bonaerense Ricardo) Casal estuvieron involucrados, aunque no tenga las pruebas, porque la causa venía manejada de arriba. En vez de una causa judicial, pasó a ser una causa política», denunció Jara, en uno de los tramos de su alocución.

En esa línea, el acusado expresó: “No creo que se llegue a fondo porque siendo inocente estoy preso hace más de cinco años. No lo digo por ustedes (en referencia a los tres jueces del Tribunal Oral en lo Criminal Nº 3) pero no creo en nadie”.

Los fiscales Pablo Galarza y Mario Ferrario y el abogado querellante, Fernando Burlando, le recordaron que hubo una pericia de una grabación que arrojó “un 100% de coincidencia” con su voz. En el audio se escucha que un hombre le dice a una de las tías de la víctima: «Ahora sí que no la vas a encontrar nunca a tu hija. ¡Jamás la van a encontrar! Te lo aseguro yo, hasta que esa conchuda no devuelva la guita, no la va a ver nunca más… Que le pregunten al marido dónde dejó la guita». El llamado telefónico fue realizado desde un locutorio de capital federal el 28 de agosto.

Jara indicó que esa pericia fue realizada dos veces y que la primera fue descartada. En cambio, en la segunda, su suerte fue diferente porque la debió repetir “unas 500 mil veces durante una hora y media” por lo que consideró que “la prueba fue fraguada”. “No tenía perito de parte, por eso me la enchufaron a mí”, argumentó.

“Era fácil saber si fui yo o no. Pero el fiscal (de instrucción Marcelo Tavolaro) no se tomó el trabajo de pedir ninguna cámara”, explicó y analizó: “no investigaron, no quisieron llegar a la verdad. Está la muerte de una nena en el medio. Es muy delicado. Tengo una hija de 10 años y una familia pendiente de todo esto. Me hicieron una chanchada”.

Al ser consultado sobre cómo fue vinculado al caso, Jara aseguró que fue a partir de «las declaraciones de Roberto Aníbal y su amigo, “El Pollo» Flores, a quienes la policía les propuso el oro y el moro para tapar conmigo el pozo del caso Candela”.

“Roberto primero dijo que la había levantado (a Candela) en un Suzuki blanco, y cuando ya no podían sostener la mentira del Suzuki, incorporaron a la camioneta Ecosport”, precisó Jara sobre el aporte a la investigación de Aníbal, el carnicero informante de la Bonaerense que murió en una extraña explosión hace unos años atrás, cuando este testigo estaba en pleno reclamo de la recompensa prometida por el Ministerio de Seguridad bonaerense.

Las defensas de los imputados se habían negado el lunes pasado a la incorporación de los testimonios de aquellos testigos que ya fallecieron. Sin embargo, lo primero que aclararon los jueces al comenzar la segunda audiencia es que aceptaban estas declaraciones.

Sobre los otros imputados, Jara dijo no tener nada que ver con Bermúdez, aunque reconoció haber tenido una causa penal en común con Fabián Gómez, el único de los tres sospechosos que llegó en libertad al debate y quien está acusado de haber realizado la logística de al menos uno de los domicilios donde presuntamente estuvo cautiva Candela.

Cuando Jara promediaba su testimonio, la madre de la víctima, Carola Labrador, pidió estar presente en la sala de audiencias. Sin embargo, el presidente del Tribunal, Diego Bonanno, acordó con las partes en rechazar la solicitud ya que el testimonio de la mamá, que llegaría unos minutos más tarde, podía verse contaminado y condicionado.

Luego, el excéntrico abogado de Hugo Bermúdez, Juan Carlos Rey, le dio paso a su cliente para que se acomodara en el banquillo de los acusados, que aún estaba tibio. “No tengo absolutamente nada que ver con el hecho, quiero que se sepa la verdad», lanzó.

Tanto Jara como Bermúdez, detallaron que no conocían a ningún integrante de la familia de Candela. En su caso, el acusado de abusar y matar a la nena tampoco reconoció haber tenido trato con el resto de los sospechosos.

Bermúdez dijo que fue detenido tras un engaño de “la brigada de San Justo” y del fiscal Tavolaro. También contó que los restos incendiados de una campera suya y de un frasquito de esmalte encontrados en el fondo de la casa de Cellini 4085, en Hurlingham, fueron quemados por su suegra, la dueña de la casa. “Es que acá no pasa el basurero todos los días”, se defendió.

Los investigadores creen que Candela pasó por ese domicilio durante parte de su cautiverio. Esta versión también sería sostenida por otras testigos, como una de las amantes de Bermúdez que vive al lado.

Demoras

Al igual que el lunes, la segunda audiencia por el caso Candela se retrasó poco más de una hora en empezar. Esta vez, fue por la incorporación de los veedores solicitados por las partes para controlar el proceso. Asistieron representantes de la Procuración y del Colegio de Abogados de Morón, aunque el emisario de la Suprema Corte de Justicia bonaerense no estuvo presente.

Jimena Ardúriz, madre de Ángeles Rawson, la adolescente asesinada por el portero Jorge Mangeri, en 2013 en Palermo, presenció la audiencia en representación del Archivo Nacional de la Memoria del ministerio de Justicia de la Nación que, al igual que varias mujeres familiares de víctimas que forman parte de la Secretaría de Derechos Humanos, decidieron estar en el debate y reforzar así la veeduría.
Uno de los momentos más emotivos de la segunda jornada fue al término de la declaración de Carola Labrador cuando ésta se fundió en un abrazo con Ardúriz. Unos minutos antes, la madre de Ángeles se había quebrado al escuchar el relato de Labrador sobre los detalles de cómo encontró el cadáver de su hija, en medio de la basura, aquel 31 de agosto de 2011.