En su música conviven géneros tan heterogéneos como el folklore argentino, el jazz, la baladas rockeras, el tango y la música brasilera. Es que Cecilia Zabala, guitarrista, autora, compositora y cantante, se alimenta de esos cruces y encuentra allí su más sincera forma de expresión. Aire soy, su noveno disco, grabado en vivo en junio y lanzado hace pocas semanas, recorre sus 20 años de carrera y adelanta algo de lo que vendrá.

«Me gusta lo natural –confiesa–. Siento que lo mío es un deseo de volver a una esencia más cándida de la mirada, casi como una mirada de niño. Al jugar a cantar aparece todo de una, si algo me gusta y divierte, sale. Casi siempre narro escenas cotidianas pero vistas con otro prisma, con otra luz. Creo que mis canciones son un refugio de la realidad, eso me gustaría ofrecerle al que me escuche.”

Su misión, cree, es buscar la belleza primaria de la vida, más allá de la violencia diaria. «Toda expresión artística sirve más para hacer preguntas que para transmitir certezas. Movilizar al otro no es fácil y poder decir algo que llegue requiere sensibilizarse uno para que le pase a otros”, afirma.

Aire soy fue grabado en los estudios de televisión Labriola (San Isidro) junto a los músicos Mario Gusso (percusión), Mariano Martos (bajo) y Emiliano Álvarez (vientos). La idea era hacer un DVD, pero terminó convirtiéndose en un disco que la cantante y su grupo lanzó en las plataformas de streaming y su canal de YouTube. “Queríamos tener un registro audiovisual hace tiempo. Por cuestiones de recursos  a veces las cosas se  retrasan o se postergan, pero siempre hay tiempo para hacer lo que uno quiere. Si uno sigue trabajando, las cosas llegan. Queríamos plasmar de alguna manera lo que sucede en un concierto, recrear esa magia del vivo de la mejor manera posible. Siempre es un riesgo intentar algo que nunca hiciste y ese riesgo es motivador. Uno no tiene la protección que te da el estudio, pero se siente algo mágico. Es mi primer trabajo en vivo así que estoy muy contenta y no dejo de sorprenderme por donde me lleva esta carrera”, afirma la artista.

Desde el año 2006, Zabala viene desarrollando una intensa agenda de giras internacionales por Europa, Norteamérica y América Latina. A principios de 2018 hizo 25 conciertos en EE UU. «Rodar es la única manera de aprender y de demostrar que la música es un lenguaje humano. El estudio es más introspectivo y uno puede apelar a recursos creativos más elaborados, pero la magia sucede en el escenario. El trabajo en equipo de esta etapa me encanta porque entre todos sumamos cada uno lo suyo y es algo que me supermotiva”. Aire soy fue grabado en una sola sesión, luego de elegir el repertorio durante dos meses, una especie de retrospectiva con sorpresas: “Le dimos a las canciones un nuevo vestuario para los que ya las conocían y la oportunidad de conocerlas para los que nunca las habían escuchado”.

 Pasados ya diez años de la edición de Aguaribay, su primer disco solista, Zabala reconoce que «nunca me encerré en un estilo en particular, sino que siempre trabajé la curiosidad y seguí la premisa de que toda canción sea cantable. Puede ser una melodía cualquiera pero siempre con alguna cadencia particular, siempre buscando colores distintos.  Hoy en  día eso no es tan común por la manera compleja que ha tomado el mercado de la música”, reflexiona.

La guitarrista cree que nuestro país es un semillero de producción de alta calidad, pero que no siempre es fácil salirse de lo que el mercado indica que es lo que el público quiere. “No aspirar a un público masivo no quiere decir que no te va escuchar nadie. El hecho artístico se produce aunque sea diez o veinte mil, o millones los que te escuchen. Creo que la clave es ser sincero y mostrar lo que se siente, sino se nota la impostación”, subraya. «