La movilización del 4 de abril expuso la fragmentación que existe al interior de la CGT. Si bien participó prácticamente la totalidad de los sindicatos, en rigor, convivieron tres movilizaciones diferentes.

En la cita de Plaza Miserere, emanada del Consejo Directivo de la CGT, se congregaron los gremios que integran la ahora diezmada conducción con el agregado de la Unión Obrera Metalúrgica de Antonio Caló.

En Congreso se dieron cita los sindicatos de la CGT agrupados en el Frente Sindical para el Modelo Nacional (Fresimona, del que participan Camioneros, Smata, Bancarios y  Gráficos, entre otros) junto con las tres vertientes de la CTA.

También participaron las organizaciones sociales que integran el triunvirato piquetero de San Cayetano (CCC, CTEP y Barrios de Pie).

En el Obelisco, se agruparon los gremios enrolados en el Plenario del Sindicalismo Combativo (PSC) junto con el Polo Obrero y Teresa Vive, entre otras organizaciones piqueteras, y los partidos de izquierda. Marcharon a Plaza de Mayo.

Los sindicatos que integran el Fresimona aprovecharon la cita para difundir públicamente una convocatoria que, objetivamente, desafía al Consejo Directivo de la CGT que abandonaron entre marzo y octubre de 2018.

Allí pusieron fecha para el 11 de abril a un plenario de regionales de la CGT y sindicatos confederados con el propósito explícito de resolver «medidas de fuerza de alcance nacional». Se trata de una autoconvocatoria que expresa el agotamiento de la táctica de reclamarle al Consejo Directivo un Comité Confederal como lo habían hecho mediante una misiva en febrero de este año.

Uno de los animadores del Frente Sindical, Héctor Amichetti, en diálogo con Tiempo explicó: «Entendemos que la marcha, que logró una acción compartida entre todas las centrales, tiene valor si la encuadramos dentro de un plan de acción». Por ese motivo, dijo, «lo ideal sería que vayamos todos juntos a un paro general. Pero no podemos estar esperando una resolución indefinida. Lo haremos entre abril y mayo».

Andrés Rodríguez, secretario adjunto de la CGT, le bajó el tono a la confrontación al señalar que «tienen todo el derecho de generar las instancias que crean oportunas. Las respetamos. Pero el movimiento sindical tiene una gran mayoría en la CGT».

En diálogo con Tiempo, Rodríguez celebró «la marcha organizada por la CGT, que salió perfectamente bien por la cantidad de gente y la disciplina». Además, adelantó que «es probable que reunamos al Consejo Directivo en los próximos días para hacer una evaluación».

Sobre la posibilidad de una continuidad en las medidas activas contra la política económica del gobierno, reconoció que «todavía no hay nada. No hay ni paro, ni no paro».

Sin embargo, la convocatoria del Fresimona podría ganar más adeptos, como la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), liderada por el extriunviro Juan Carlos Schmid, que ha participado de algunas iniciativas alrededor de este espacio. Sin embargo, desde su entorno, señalaron a Tiempo que «no recibimos ninguna invitación. Pero no es lo mismo una convocatoria de la CGT que otra del Fresimona». Además, explicaron que «no sólo define la opinión de Schmid sino también la de Omar Maturano y de Roberto Fernández», dirigentes de La Fraternidad (líderes de los sindicatos de conductores de locomotoras y de choferes de colectivos) que, aunque con cierto grado de autonomía, todavía integran el Consejo Directivo de la CGT.

Desde el Plenario del Sindicalismo Combativo, el gráfico Miguel Bravetti señaló a Tiempo que «la movilización, convocada por la CGT y algunas cámaras patronales, a la que adhirió el 21F, fue convocada en apoyo a una ley que reclama subsidios y rebajas de aportes patronales. Es ajena a los intereses del movimiento obrero». Sobre la convocatoria del Fresimona, señaló que «deben convocar sin demora a un paro activo de 36 horas que sea el punto de partida de un plan de lucha, hasta derrotar la ofensiva patronal y el ajuste de Macri y los gobernadores».

Para Bravetti, «cuando (Héctor) Daer dice que ‘no hay consenso para el paro’, se refiere a las cúpulas que están enfrascadas en la interna del PJ. La clase obrera tiene una enorme disposición de lucha». «