El tiempo, se sabe, todo lo transforma. Sobre todo los recuerdos. La sinapsis humana tiende a manipular hechos pasados, estilizarlos y hasta recargarlos de nuevos significados. El negocio del rock tomó debida nota del asunto y se regocija con regresos, festividades y autohomenajes que se sostienen en pretéritos no siempre perfectos. No es el caso de Cienfuegos. En diez años de actividad –entre 1996 y 2007–, la banda dejó tres discos de estudio, uno en vivo, y cientos de shows incendiarios, a veces caóticos, pero siempre emocionantes. Cienfuegos jugaba entre el punk, el post-punk, The Who y Bowie, y les sumaba letras existencialistas de una convicción atronadora. El operativo retorno –¿y despedida?– se concretará este viernes y sábado en Groove.

La banda está conformada por Martín Aloé (bajo y voces), Diego Aloé (guitarras y voces), Hernán Bazzano (guitarra y voces), Gigio González (guitarra y voces), Fernando Ricciardi (batería) y Sergio Rotman (voz). Juntos grabaron los discos Cienfuegos (1996), NS/NC (1998), Hacia el cosmos (1999) y el casi póstumo álbum en vivo Veinticincoseisdosmilcuatro (2004). La música febril y sinuosa se encendía aun más con las diatribas exaltadas de Rotman, que le cantaba al amor, la muerte, la soledad, las agonías espirituales, las drogas y mucho más –inclusive proponía poner una bomba y hacer volar a Dios por el aire–. La vuelta de Cienfuegos no surgió de un curso de autoayuda ni de un reencuentro primaveral: atravesó nudos de asperezas hasta llegar a este presente expectante.

«Cienfuegos era una de las pocas bandas de los 90/00 que no se reunió. En estos casos suele haber dos caminos: tenés una relación fluida con tus excompañeros y las cosas se dan naturalmente o una productora acerca una propuesta razonable. Las dos formas son igual de válidas. En el caso de Cienfuegos, la primera alternativa nunca se dio. Entonces nos llegó la propuesta, lo hablamos, nos pusimos de acuerdo y fuimos a ensayar. En lo personal, la idea me entusiasmó desde el primer momento porque me iba a dar la posibilidad de recuperar el cariño de la gente por las canciones. Pero el primer show se agotó, apareció el segundo y todo se hizo más intenso. No me deja de llamar la atención que la gente nos siga recordando», detalla el cantante y uno de los compositores, Sergio Rotman.

Rotman se las arregló para mantenerse bien ocupado durante la separación de Cienfuegos: toca con Los Fabulosos Cadillacs, Mimi Maura, El Siempreterno y Los Sedantes. Muchas veces al mismo tiempo. El cantante destaca que, por un motivo u otro, en ese tiempo solía encontrarse con varios de los miembros del grupo –excepto los hermanos Aloé–. Con Fernando Ricciardi comparte LFC, Mimi Maura y El Siempreterno, y Gigio González y Fernando Ricciardi más de una vez tocaron como invitados en El Siempreterno. Pero más allá de sus diferentes proyectos musicales, Cienfuegos sigue siendo una debilidad: «Creo que éramos una banda especial. Fanáticos del post-punk cuando nadie le daba bola, con ciertas formas muy personales y nubarrones negros siempre sobre nuestras cabezas».

Una de las grandes incógnitas que dejó Cienfuegos fue por qué no logró trascender el under. Eran oscuros, ok; por momentos muy punks, también; pero al mismo tiempo tenían grandes canciones y melodías que pudieron haber conquistado muchos más corazones ennegrecidos. Rotman reflexiona: «Me parece que faltó paciencia. Sobre todo a nosotros, los músicos. No tuvimos la suerte de tener un hit, como sí le pasó a bandas como Massacre, Don Cornelio y la Zona y Peligrosos Gorriones, por ejemplo. ‘Querés saber lo que es estar muerto’ sonó en las radios, pero no tanto. Quizás si hubiéramos seguido cinco años más las cosas habrían sido diferentes».

Rotman destaca más de una vez el cariño que le tiene a la banda y la pregunta se hace ineludible. ¿Hay futuro para Cienfuegos?: «No hay futuro. Punto (risas). No lo sé. Es raro. Estamos haciendo un camino que no tiene precedentes muy claros. Veremos». «


¿Cuándo?

Cienfuegos, el regreso. Viernes 5 y sábado 6 de abril a las 21 en Groove, Av. Santa Fe 4389.