En una de sus imágenes más icónicas, las que están hechas para remera, Diego Maradona, un hombre lleno de imágenes icónicas, está en un yate bajo el sol del Mar Caribe. Es el Diego de los años de La Praderita, su refugio cubano, principios de 2000, cuando el fútbol ya había pasado y trataba de entregarse a un bucolismo que, efectivo o no a la postre, lo limpiara de las drogas. El Che se ilumina en su brazo derecho, imagen icónica sobre imagen icónica, una bandera argentina flamea al fondo, mientras Diego sostiene en sus labios un cigarro Cohiba, su preferido.

Quien cuenta que es su preferido es Daniel Arcucci, su biógrafo, el autor de esa foto, después de ver otra imagen de otro deportista icónico. En el tramo más maradoniano de El último baile, la serie documental de moda sobre Chicago Bulls, Michael Jordan está tirado al sillón de una habitación de hotel, lo que también es su refugio, fines de la década del noventa. Jordan descansa no sólo del juego sino también del asedio de los fans. “Este no es un estilo de vida de esos que envidias -dice, habano en la mano-. Donde no puedes… estás confinado a la habitación. Estoy listo para salir de esta vida”.

Jordan no sólo fuma Cohiba en el hotel. Lo hace mientras juega golf, en el vestuario después de un partido, en viaje con el equipo. “Cuando entré al equipo -les dice Jordan a sus compañeros- bebían cervezas en el entretiempo y fumaban. ¿Y saben qué? Los entrenadores les daban los cigarrillos”. En la misma secuencia, Scottie Pippen le presta su encender a Phil Jackson, que le da una calada a su puro. El último baile tiene olor a cigarro.

Los Cohiba que fumaba Jordan eran ilegales en Estados Unidos. Cohiba fue la marca que hizo famosa Fidel Castro, la primera fundada por la Revolución. Estaban destinados a ser cigarros para regalos diplomáticos o de invitados especiales. Diego se llevó una caja de Cohiba de su primer encuentro con Fidel en La Habana, en 1987, recuerda el preparador físico Fernando Signorini, uno de sus acompañantes. Todavía no fumaba. El bloqueo impedía su comercialización en Estados Unidos. Una guerra judicial paralela se desató entre los dos países cuando una corporación estadounidense comenzó a producir en República Dominicana con ese nombre. Cuba tuvo una primera victoria en tribunales de Nueva York, pero en instancias siguientes sufrió un revés bajo el argumento de que no podía litigar en suelo norteamericano. Pero los Cohiba originales también se traficaban. Como ambos Cohiba tenían anillos diferentes, es posible que Jordan haya quebrado el bloqueo para hacerse de los buenos.  

Jordan, casado con la cubana Yvette Prietto, le contó hace unos años a la revista Cigar Aficionado que su tabaco preferido era el Partagás Lusitanias. Que fuma seis puros diarios. Y que el primero lo fumó por invitación de Jerry Reinsdorf, el patrón de los Bulls, después de que ganara el primer anillo del equipo, en 1991. 

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(Foto: Gentileza Arcucci)

Maradona tomó la costumbre de fumar habanos cuando vivió en Cuba. Aunque según el rastreo del coleccionista Fernando Blanco, dueño de la inagotable cuenta de Twitter @diego10querido, la primera imagen de Diego con un puro es en Francia, durante el Mundial 1998, donde fue comentarista del canal América. Esa compañía sería habitual en Cuba. «Acá, por las noches, mientras aprendo a saborear un habano, empiezo a recordar», les cuenta a Arcucci y Ernesto CherquisBialo en el libro Yo soy el Diego. 

“Soy fanático de Jordan”, le dijo Diego en diciembre al programa Líbero. Nunca se encontraron. En distintas ocasiones, Maradona contó que le gustaría conocerlo. En la charla con Cigar Aficionado, Jordan dice que su sueño es conocer la isla. El entrevistador, Marvin Shanken, le cuenta que si fuera los cubanos lo amarían. Jordan se sorprende. Un crossover imaginario entre El último baile y el Diego Maradona de Asif Kapadia podría tenerlos juntos, en una calle de La Habana, fumando cigarros. Ahí está el documental del futuro.