The Last Tycoon (Amazon): No se puede decir que fue una gran decepción, pero casi. Tal vez porque era la que más entusiasmo generaba. Matt Bomer, Kelsey Grammer y Lily Collins en las pieles de los protagonista del Hollywood de los 30’, con deudas que abundan por el quiebre de muchos de los financistas de los estudios, con los nazis con un poder en crecimiento y queriendo invertir en la meca del cine (lo que se llama fantasear con la historia contrafáctica) y siempre por detrás con historias de amor, aunque mucho intervenidas por las necesidades materiales que acuciaban en especial a las mujeres, las más vulnerables ante la gran crisis económica. Está basado en uno de los libros de F. Scott Fitzgerald, pero la serie es bastante aburrida. Una pena.

Still Star-Crossed. Algunos dicen que la serie corrobora la pérdida de magia de la gran guionista y creadora de historias Shonda Rhimes. Si bien no viene con logros importantes, y algunos piden a gritos el final de Scandal (la serie que la catapultó totalmente) y se quejan de la actualidad de How To Get Away With Murder (de la que es productora ejecutiva), eso ni por asomo indica decadencia. Como a todos los grandes jugadores, hay que respetarles sus malas rachas. En este caso, se trata de una secuela de Romeo y Julieta: a la hermosa, inteligente y voluntariosa Rosaline Capuleto y prima de Julieta, se le ha ordenado casarse con Benvolio, un Montesco. Bueh, es todo bastante flojo. Y el público a los pocos capítulos le dio la espalda.

Gypsy (Netflix): Esta historia parte de una concepción equivocada de Naomi Watts. La mujer, ya desde chica, enamora y despierta las fantasías sexuales de muchos hombres. Sin embargo no lo hace en la imagen erótica a la que acostumbró el cine, en especial durante todo el siglo pasado. Watts no despierta ese erotismo tradicional, de ahí el acierto de elegirla para películas de toque romántico. Y eso es básicamente lo que falla en esta especie de thriller de Netflix. Tal vez se hizo hincapié en ese tipo de visión de Watts porque la trama y la historia no resultó en el audiovisual lo que prometía en el papel. De hecho la producción estaba planteada como serie y terminó siendo una miniserie, o sea que no tendrá continuidad. Mejor, así libera a Watts para poder participar en otras historias.

Friends From College (Netflix): Con la experiencia que tiene en reciclajes varios y también su habilidad para encontrarle la vuelta a lo contado cientos de veces, se esperaba que esta comedia de toque juvenil sobre y en los tiempos universitarios, es más de lo mismo. O al menos nada de lo que ya no se haya visto en numerosas oportunidades. En su defensa, hay que decir que esas numerosas oportunidades están en el mismo nivel que esta Friends From College, que ni siquiera consigue lo que se considera su primer objetivo: entretener.

Room 104 (HBO): Recuerda a la pelìcula que contaba cuatro historias diferentes a partir del hilo conductor del personaje de Tim Roth, que era el botones de hotel de mediana categoría. A medida que era requerido, introducía en cada historia. Se llamaba Cuatro Habitaciones (Four Rooms), y cada una de las historias estaba dirigida por respectivamente por Allison Anders, Alexandre Rockwell, Robert Rodriguez y Quentin Tarantino. Aquì, todas las historias suceden en la misma habitación. Y todas concitan la misma atención: poca. En ambas oportunidades, las buenas ideas quedan en eso.