Fueron dos jornadas de discursos encendidos. El anexo de la Cámara de Diputados recibió a militantes, dirigentes sociales, abogados, médicos, actrices, periodistas y escritoras para presentar las diversas posturas (a favor o en contra) respecto del proyecto  de ley de interrupción voluntaria del aborto. «Estoy acá porque soy mujer, porque soy madre y porque soy escritora», dijo Claudia Piñeiro durante una vibrante exposición en la que logró interpelar y cuestionar, con argumentos claros y contundentes, a quienes están en contra de este derecho. «No permitamos que nos roben la palabra vida, nosotros también estamos a favor de la vida», advirtió Piñeiro, sumada a la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. 

“Las mujeres deben tener las mismas oportunidades. Hoy tienen que abortar en la clandestinidad. Algunas, según su condición social y su situación económica, pueden hacerlo en forma segura, y otras en condiciones muy peligrosas para sus vidas. Urge ponernos de acuerdo», explica a Tiempo luego de su paso por Diputados. «Es un procedimiento que, al ser clandestino, provoca vergüenza y culpa, y a eso se suman la estigmatización y el silencio.»

Sorprendida por la habilitación para el debate por parte del gobierno, Piñeiro reconoce que se trata de un paso trascendental para el país. «Hoy todo el mundo está hablando del tema y tomando posición. Sumado a que muchas mujeres empezaron a contar que abortaron, ya es un beneficio secundario en este proceso», agrega. 

La religión es uno de los factores clave y sus dogmas se esgrimen en varias argumentaciones contrarias a la ley. «Son mecanismos atávicos, relacionados en muchas ocasiones a la religión. Convencieron a la gente de que se está matando a alguien, y ese argumento es errado desde el origen. Hay un embrión, que tiene vida como tienen vida las células de muchas cosas, eso no quiere decir que haya una persona humana», dice la escritora. 

Durante la tarde del jueves, durante las alocuciones en contra de la interrupción voluntaria del embarazo, habló Lorena Fernández, una vecina de la Villa 31. Utilizó palabras duras y agresivas hacia quienes impulsan el proyecto. «Eligieron a una chica para representar a una clase social pero no sé si representa a todas las mujeres de su barrio. Usó argumentos muy descalificadores para ellas, ha dicho cosas tales como ‘trolas’ o que ‘abren las piernas’… Es cierto que allí hay una resistencia al aborto por la gran penetración de la religión. Pero también por los condicionamientos sociales y económicos que impiden un desarrollo en otros aspectos, de modo tal que la mujer se ve obligada a determinar su trascendencia sólo por la posibilidad de tener hijos”. 

–¿Qué opinás, en general, de las argumentaciones vertidas en contra del proyecto?

–Algunas no vale la pena ni analizarlas. Sin embargo, noto que aparece en todas algo subyacente: la sexualidad de las mujeres. Parecieran a punto de decirte: «Bueno, si no querían que les pase eso, no hubieran tenido relaciones sexuales». Es increíble, pero la sexualidad de las mujeres siempre está vigente en esos comentarios: «se hubieran cuidado», «hubieran pensado antes»… Aluden a una imagen de la sexualidad pecaminosa o lujuriosa, en la que por pensar en tener sexo no te importa cuidarte. Y te dicen: «Te hubieras cuidado», pero ¿sabés la cantidad de métodos anticonceptivos que fallan? Porque los métodos anticonceptivos también fallan. Hay un montón de mujeres que quedaron embarazadas aun cuidándose. Y, claro, muchas que no se cuidaron porque no sabían. Por eso es importante la educación sexual, sobre todo en las poblaciones jóvenes. Los argumentos transmiten una falta de conocimiento tan grande que una se pregunta: «¿Lo dirán a propósito?». Porque si no, no se entiende.

–Este debate se inscribe también en un cambio en la relación de las mujeres con su sexualidad.

–Vengo de una generación en la que a los hombres les costaba usar preservativos. A partir de la conciencia que se tomó con el VIH y otras enfermedades de transmisión sexual, fue más fácil, pero hubo una época en que vos decías «ponete un preservativo» y el tipo te contestaba: «Ni loco». Eso, por suerte, cambió, porque antes quedaba librada la posibilidad de cuidarte a vos misma. Un cambio fue la píldora, como le decíamos nosotros, pero a veces los anticonceptivos te pueden causar daños tremendos. Yo tuve una trombosis cerebral a causa de los anticonceptivos. Hoy hay más maneras de cuidarse. Y la posibilidad de compartirlo con el hombre, desde el preservativo hasta la vasectomía.

–¿Cómo sigue este debate?

–Este es un camino que ya no tiene retroceso. Puede ser que los votos no alcancen para aprobarlo ahora, pero está cada vez más instalado y hay más consensos. En países desarrollados y modernos, el aborto es una posibilidad. Por más que estos legisladores no estén dispuestos a apoyarlo, vendrán otros que sí y eso va a ser muy pronto. A muchos de los que argumentan en contra hoy les va a dar a vergüenza lo que están diciendo. Lo mismo pasó con el matrimonio igualitario: escuchabas barbaridades. Pero la sociedad ya lo incorporó y las encuestas muestran un gran consenso. Espero que los legisladores no vayan tan atrás de la sociedad. «