Dos días. En apenas 48 horas abrirán todas las mesas de votación en Estados Unidos para que los ciudadanos elijan al sucesor de Barack Obama. Después de semanas de liderazgo de la candidata demócrata, Hillary Clinton, ahora la campaña está reñida. El republicano Donald Trump recortó la distancia con su rival y da pelea en estados decisivos para esta elección. El final, está cercano, pero todavía abierto.

“No creo que vaya a votar. Soy republicana y voto en Washington DC, así que no cuenta”, decía hace unas semanas una mujer en el aeropuerto de Las Vegas. Su apatía tiene una razón: hay distritos que quedan relegados en la campaña electoral, porque son espacios considerados históricamente seguros para uno u otro partido. Se sabe, por ejemplo, que California siempre es demócrata.

Hoy, todas las miradas están puestas en Florida. El estado brinda la codiciada suma de 29 representantes para el Colegio Electoral compuesto por 538 miembros. Sin este distrito, Trump puede despedirse de la presidencia. Es crucial para que conserve sus posibilidades de ganar. Pero para evitar que el republicano tenga una oportunidad, la campaña demócrata llevó incluso a Obama a Miami esta semana.

La elección también está reñida en Carolina del Norte, un estado tradicionalmente republicano que da 15 electores. Para pintarlo de azul en el mapa, color de los demócratas, Clinton incluso se ha mostrado allí recientemente junto a Michelle Obama. No parece una misión imposible, pero la poca participación de los afroamericanos en el voto anticipado preocupa a la campaña de la exsecretaria de Estado.

El panorama para ella mejora en Arizona, otro estado que generalmente responde a los republicanos. La composición demográfica ha cambiado allí y los latinos empiezan a tener mayor peso. Los demócratas esperan que apoyen a Clinton.

No será el caso de JZ, un estadounidense que vive en las afueras de Phoenix, capital estatal, y que nunca ha votado en sus 29 años. “Para ser honesto, no estaba seguro de votar esta vez tampoco, porque pensé que sería en vano. Pero me di cuenta de que esta vez las cosas son diferentes, porque la gente está dándose cuenta de los problemas reales que tiene este país”, le dijo a Tiempo.

Votará por Trump, porque “no es un político” y “viene de afuera”. “Vos tenés una puerta y paredes en tu casa. ¿Cuál es el problema de tener una pared en nuestra frontera? ¿No es suficiente tener que lidiar con los criminales locales?”, agregó, consciente de las críticas que le hacen al candidato por querer levantar una pared en el límite con México para evitar la inmigración.

Mientras la campaña se acerca a su fin, ya han votado en forma anticipada más de 35 millones de personas. Wayne Fields, profesor de la Washington University de San Luis, Missouri, dijo a Tiempo que puede esperarse una alta participación este año, en un país en el que acostumbran a votar unos 130 millones de personas, un 55% de los habilitados. Hay que recordar que en EE UU el ciudadano debe registrarse para poder sufragar. Son casi 320 millones de habitantes.

“Hay emociones muy intensas en los dos lados. Creo que las mujeres, especialmente las jóvenes, están fuertemente motivadas y hay señales de un apoyo creciente a Clinton entre los votantes de las minorías. Incluso los jóvenes que seguían a (Bernie) Sanders parecen estar votando en los lugares en los que ya se puede hacerlo”, señaló el experto en estudios culturales estadounidenses.

Cole Murphy, de 20 años, es uno de ellos. Aunque apoyó a Sanders en la primaria demócrata, el martes votará a Clinton. “Es coherente y tiene una agenda más progresista. Es la mejor calificada para el puesto y, sobre todo, no es Trump”, justificó.

Para Fields, los seguidores de Trump también continúan comprometidos. En ellos habrá que ver el efecto de las sospechas de que la elección está arreglada, como insinúa el magnate neoyorquino. “Para algunos, esta creencia puede hacer que se queden en sus casas, al pensar que no marcarían ninguna diferencia, mientras que en otros podría ser un incentivo para la protesta”, consideró. La postura de algunos grupos armados, que se preparan para vigilar los centros de votación en caso de que exista fraude, parece darle la razón a esa segunda perspectiva.

A dos días de la elección, las principales incógnitas también son Nevada, en el oeste; Nuevo Hampshire, en el noreste; y Georgia, en el sur. Ohio, histórico estado oscilante, ha empezado a teñirse de rojo republicano en las encuestas, pero los demócratas no se rinden.

Con los sondeos en la zona del margen de error, hasta la noche del martes no se sabrá con seguridad qué color se impone en el mapa estadounidense. «