La escena es la siguiente: todos felices, las vacaciones que empiezan, los chicos que tienen hambre y el aeropuerto internacional de Ezeiza, dentro de la alegría, que se convierte en un territorio en el que para comer algo -un sándwich, dos medialunas, algo básico- hay que entregarse a los precios abusivos de la mayoría de los locales. Salvo por McDonald’s -que apenas se encuentra en una terminal y antes de hacer los trámites migratorios-, donde se suele gastar un poco menos, el resto cobra lo que quiere, con porcentajes altísimos de sobreprecios.

En los últimos días, el que no soportó tal situación fue el cocinero Guillermo Calabrese, quien decidió, a través de un mensaje en Twitter, exponer lo que ocurre hace tiempo. “Ezeiza. ¡Ultimo momento! 3 sándwiches y 3 Cocas, 800 mangos! ¡Bravooo! ¡Chorros hijos de satanás!”, se quejó el conductor de Cocineros Argentinos. En el mensaje, además, adjuntó una foto del ticket, certificando el desmesurado precio que tuvo que pagar.

El mensaje, que ya cuenta con más de 5800 retweets y 6000 favoritos, se convirtió en viral y, en pocos minutos, las redes sociales se convirtieron en un foco de descarga para las personas que viven lo mismo día a día y que se sienten desprotegidas y en manos de comerciantes abusivos. Algo similar pasa en las terminales de ómnibus, pero no a tal escala.

No hay, de momento, explicaciones oficiales que den cuenta del injustificado sobreprecio de los aeropuertos argentinos, costumbre tan nacional como el dulce de leche, el mate y el asado.