Los próximos 27 días estarán marcados por la incertidumbre. No es un rasgo distintivo de la elección de este año. El que quiera mirar hacia atrás encontrará que el uso nostro es que hasta las 24 horas del 24 de junio, momento en el que cerrará la inscripción de precandidatos para las PASO, cualquier sorpresa puede ocurrir. Las siguientes cuatro semanas medidas en tiempo político equivalen a cuatro siglos. «Falta mucho», repiten en todos los campamentos. La «grieta» encuentra en esto un consenso.

La provincia de Buenos Aires representa cerca del 40% del electorado nacional. Por eso los resultados en este distrito suelen tomarse como termómetro global.

El centro de los enigmas es la situación del peronismo bonaerense. Se sabe que tras la derrota electoral de 2015, hubo dirigentes y agrupaciones del FpV que llegaron a la conclusión de que el ciclo de Cristina Fernández había terminado. La paradoja es que, en la base electoral del peronismo, la figura de la expresidenta preserva una enorme vigencia. Los intendentes de algunos de los distritos más populosos del Conurbano, alineados con la exmandataria, lo explican de modo simple: «La gente pregunta por Cristina».

Esta semana, CFK brindó una entrevista en el canal C5N. Sobre su posible candidatura, se ocupó de remarcar que decidirá lo que «ayude» a la unidad, prolongando el misterio.

Daniel Scioli es el otro candidato de este sector. El vendaval que tuvo por cuestiones personales parece no haberlo sacado de la pista. No hay que descartar que la lista se arme con la dupla de la expresidenta y el exgobernador. Las encuestas ubican muy bien al binomio. En el horizonte asoma también una de las mayores promesas del PJ bonaerense, la matancera Verónica Magario. Es la era de las mujeres.

En la superficie, el debate del PJ parece girar alrededor de si armar una lista de unidad o ir a las PASO. De fondo, se sabe, la discusión es el rol de Cristina. Los dirigentes que apostaron al final del ciclo K se reunieron alrededor de la candidatura de Florencio Randazzo que, por ahora, pide las PASO.

Las Primarias plantean escenarios diversos con efectos impredecibles. Cambiemos se presentará con lista única y tendrá todos sus votos concentrados el 13 de agosto. El FpV, en cambio, mostraría su caudal dividido. Esto hace muy probable que la lista del oficialismo tenga más apoyo que el candidato más votado de la interna opositora. El impacto simbólico de no tener al candidato más votado de las PASO es altamente probable, aun si Cristina se presenta.

El otro posible rostro de las PASO es que potencien a la fuerza que las use. Así fue con el frente UNEN en la Ciudad para las parlamentarias de 2013. Elisa Carrió, que fue la más votada de la coalición, sacó 17 puntos. Luego, en la general, con la lista ya unificada, en la que también estaba Martín Lousteau, UNEN preservó su caudal y subió a más del 30 por ciento. Casi derrota a los candidatos de Mauricio Macri.

Todas las fichas a Vidal

La estrategia del macrismo, por ahora, repite la fórmula duranbarbista de construir el clivaje de «lo nuevo» contra «lo viejo». La idea central, por ahora, es poner candidatos de baja intensidad. En el podio está el neurólogo Facundo Manes, quien permitirá construir el relato de que se trata de una persona de la «sociedad civil» que viene a «ayudar» y no a «vivir» de la política. Cambiemos tiene una muestra del éxito de este modo de construcción encarnado en la propia María Eugenia Vidal, que era una desconocida en la provincia de Buenos Aires cuando comenzó a caminarla a principios del 2015 y terminó ganando la gobernación.

La figura de Vidal será central. Ella estará en los spots, en los carteles, en el cierre de los actos, convocando a votar por Manes y los otros que suenan, el ministro Esteban Bullrich y la «hormiguita» Graciela Ocaña.

Al igual que con las PASO, no hay una experiencia lineal sobre la posibilidad de traspasar la popularidad de una persona hacia otra. Si se mira la última elección presidencial en Ecuador, parece posible, aunque hay experiencias al revés.

Las encuestas muestran esta dicotomía de la estrategia macrista. Cuando se pregunta por candidatos como Bullrich, la intención de voto ronda el 17 por ciento. Sin embargo, cuando la consulta es sobre el candidato del oficialismo o el de la actual gobernadora, el apoyo se duplica y aparece una situación de mayor paridad con el FpV.

El macrismo prepara su maquinaria para retomar el relato de la «renovación» de la política y pedir un nuevo «voto de confianza» para el presidente. Jaime Duran Barba confía en que las creencias pueden vencer a la economía. Si la mayoría de la sociedad cree que «lo peor ya pasó» y que el ajuste era «inevitable» por la «herencia», acompañará más allá de su situación personal. La derecha basa su triunfo en un consenso de creencias, no en un consenso material.

La callecita del medio

Excepto por algunos números de encuestadoras muy cercanas al Frente Renovador, la amplia avenida del medio que intenta transitar Sergio Massa se parece más a una calle de barrio. El giro histórico que espera el tigrense, en el que la población se «canse» de la polarización macrismo-kirchnerismo y vea en él la «síntesis superadora» que Massa dice representar, no parece haber llegado. En las últimas semanas perdió figuras de peso simbólico, como Héctor Daer y Alberto Fernández, que ya no comparten la estrategia de jugar por fuera del peronismo. Pero pudo conservar a dirigentes con peso electoral, como Felipe Solá.

Es innegable que el tigrense ha mostrado capacidad de conservar su caudal. Luego de las PASO de 2015, cuando quedó claro que él no sería parte del balotaje, los politólogos, consultores y periodistas daban por sentado que habría una estampida de sus votantes, que las Primarias habían funcionado como primera vuelta. No fue así. Preservó sus 20 puntos hasta octubre y hoy parece tener un apoyo similar.

El tigrense conduce un espacio político cuya identidad se basa en el rechazo a la polarización. Lo plasmó en su discurso de lanzamiento el pasado 25 de Mayo. Todavía no está claro cuánto le sumó la alianza con Margarita Stolbizer, que algunos peronistas miran con desconfianza. Su único candidato definido, además de Margarita, es Solá, que encabezaría la lista de diputados y cuenta con el reconocimiento generalizado de haber sido uno de los mejores gobernadores de la compleja provincia de Buenos Aires. También está en la gatera Roberto Lavagna, quizás para Capital. El exministro, por otros motivos, goza de un prestigio similar al de Felipe. El «equipo» es una de las fortalezas de Massa.

Al escenario hay que sumar un actor que logró buenos resultados en las elecciones de medio término hace cuatro años: el Frente de Izquierda y los Trabajadores (ver a parte). Su primer desafío es volver a recolectar los 1,2 millones de votos de 2013. «

El FIT: el debate por las PASO y el desafío del millón de votos

La experiencia muestra que en las elecciones de medio término los partidos de izquierda suelen tener mejores resultados electorales.

El Frente de Izqueirda y los Trabajadores (FIT), en territorio bonaerense, tiene como primer desafío repetir la elección de 2013, en la que Néstor Pitrola, encabezando la lista, sacó más del 5% de los votos.

Es cierto que ese númeo está lejos de los reusltados que la misma fuerza consigue en lugares como Salta, pero por el volumen del territorio bonaerense implicó un caudal cercano al medio millón de votos. Mirando los resulatdos de aquella elección, hace casi cuatro años, ese caudal representó casi la mitad de lo que el FIT logró en todo el país.

Hay un conflicto interno en el FIT que repite las tensiones de 2015, cuando Nicolás Del Caño, que terminó siendo el candidato presidencial, quiso, cual Randazzo, competir en las primarias mientras el histórico Jorge Altamira pregonaba por una lista de unidad. Las PASO se hicieron y Del Caño ganó.

Hoy se replica el debate, con el ingrediente de una disputa por la «legitimidad» de los distritos. El mendocino Del Caño (PTS) pretende desembarcar en el territorio de Pitrola y pide internas abiertas, algo comprensible teniendo en cuenta los reusultados que obtuvo hace dos años. El PO, de nuevo, impulsa una lista de unidad.