El Festival Internacional de Cine de Mar del Plata llega a su 35 edición, que esta vez, pandemia mediante, será exclusivamente online. Organizado por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), entre el 21 y 29 de noviembre, con proyecciones totalmente gratuitas para todo el país, aunque con una programación más ajustada, algo del mejor cine reciente y del que hizo a su historia podrá ser disfrutada de manera distinta.

“Cuando comenzamos a trabajar con Fernando Lima y el equipo la pandemia no era tal -cuenta Cecilia Barrionuevo, directora artística del Festival. Se empezó a trabajar para hacer un festival presencial y de alguna manera siempre trabajamos con la esperanza de que se pudiera hacer de esa manera. Pero a medida que fue avanzando el tiempo y la situación de pandemia fuimos organizando diferentes posibles festivales, hasta que en un momento dijimos: tenemos que asegurar la continuidad; para nosotros es muy importante que el festival siga existiendo como uno de los más importantes de toda la región y mantenga su posicionamiento internacional.”

Eso en buena medida se consigue manteniendo la continuidad, algo de lo que el Festival de Mar del Plata puede dar fe con todos los años en los que la había perdido. “La continuidad por una cuestión de resistencia y defensa del cine”, refuerza Barrionuevo.

“Por otra parte en este tiempo de aislamiento el cine se transformó en un lugar de refugio y en una gran compañía -señala la Licenciada en Comunicación Social de la Universidad de Córdoba (UNC) como un factor más social del cine-. Y Mar del Plata siempre se caracterizó, más allá de la calidad de sus películas, por la calidez del evento.” Así surgió una edición “coherente con las circunstancias, en tanto que las películas que se programaran tuvieran su espacio y preservaran el espíritu del festival en cuanto a la competencia”. Por supuesto se ajustó la estructura, ya que “no es lo mismo estar 9, 10 días en el marco de un evento como el festival con actividades se desarrollarían desde las 9 la noche a las 3 de la mañana, que verlo de manera remota, con diferente disponibilidad de tiempo y también de recepción, ya que no todos acceden al mismo horario.”

El acceso a las películas, charlas y master class es gratuito, pero no ilimitado: cada película tendrá un cupo, como si fuera una sala, y más allá del horario de su estreno, Barrionuevo asegura que se consiguió que estén online durante 72 horas. Eso calmará un poco el ansia habitual del cinéfilo, que tendrá en las competencias nacionales e internacionales (entre la que se encuentra “Estados Alterados”, dedicada a nuevas tendencias y autores, y programada por la misma Barrionuevo junto a Marcelo Alderete), pero tal vez acreciente la del espectador más convencional, que tiene por lo general en las retrospectivas, las trayectorias y los homenajes sus menús favoritos.

Habrá tres homenajes: a María Luisa Bemberg (a 25 años de su muerte), a Pino Solanas (cuyo nombre también distinguirá a la edición) y a la gran cantante y compositora Rosario Bléfari. “Lo de Pino fue una noticia muy triste, sin duda, no sólo en cuanto a los cinematográfico sino también como hombre. Por todo lo que ha luchado, su compromiso, muy en línea con los valores que el festival ha defendido. Nos tomó por sorpresa porque fue sorpresiva y porque estábamos muy cerca del Festival. Así que la película de apertura es la primera parte de La Hora de los Hornos, Neocolonialismo y violencia (1968), en una restauración que se hizo en 2018 a partir del negativo original gracias al trabajo de la Cinemateca y Archivo de la Imagen Nacional (CINAIN) y con el apoyo del INCAA, en los laboratorios Gotika. Después hay tres películas más que se van a dar que son El viaje, El exilio de Gardel y Sur. Era imposible no realizarle un homenaje a Pino.”

Rosario Bléfari siempre tuvo un gran vínculo con el Festival, algo que, como varios de sus valores y logros, sólo después de su muerte tuvieron la difusión acorde a sus logros. “Ella siempre estuvo muy cercana al Festival, no sólo protagonizando algunas películas, sino que también estuvo como parte de jurado y dando conciertos dentro del marco del festival.” De Bemberg se exhibirán su primera y última película, y además se editará un libro para revisar su obra. “Ahí participan muchísimas mujeres que han formado parte de su vida y su obra, de sus luchas y su trayectoria. La mayoría del material fue realizado para este libro.”

Y también habrá otro libro -en esa tan fructífera como promiscua relación del cine con la literatura- “en el que más de 70 personas de distintos lugares del mundo que tuvieron alguna relación con el Festival ofrecen esta especie de cartografía, de mapa sobre qué está pasando en el cine. Son textos, imágenes, poemas, dibujos sobre qué está ocurriendo y que va a ocurrir con el cine según ellos”. Y así como hay homenajes, hay celebraciones a la trayectoria. “Este año tenemos tres, porque también las trayectorias van marcando y haciendo un reconocimiento al cine que con su paso por el mundo. Hay tres premios: a Manuel Antín, Norma aleandro y Edgardo Cozarinsky.”

Con más de 250 títulos argentinos presentados para participar de las distintas secciones, el Festival parece no perder su impronta de teñir la costa (y buena parte del país, al menos el cinéfilo) con sueños, realidades, frustraciones y dolores a los que habitualmente, por pereza, desidia o sencilla ignorancia, se suele olvidar. Son esas razones, antes las que las necesarias y denigradas veleidades e intereses de quienes lo hacen, las que dan vida a los festivales, esos espacios en los que, como tal vez antaño las ferias, hacen sentir que la vida puede ser otra cosas que su cotidianidad.

Más recomendaciones

Cinco películas argentinas en Competencia:

Las ranas (Edgardo Castro); Un cuerpo estalló en mil pedazos (Martín Sappia); El tiempo perdido (María Álvarez); Las motitos (Inés María Barrionuevo; María Gabriela Vidal); 1982 (Lucas Gallo)