¿Cómo impactará en la administración de Mauricio Macri el despido de Rex Wayne Tillerson al frente del Departamento de Estado de los Estados Unidos? Su reemplazo no será otro jefe de una multinacional, como el ex CEO de Exxon Mobil, sino Mike Pompeo, el jefe de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que dentro de dos semanas quedará al frente del aparato diplomático norteamericano. El enroque fue anticipado por la prensa de ese país hace un mes, pero se concretó este lunes, cuatro días después del aumento de aranceles del 25% y 10% para la importación de acero y aluminio, una medida que originó un llamado presidencial inmediato desde Buenos Aires para pedir una exención al castigo. También fue enviado a Washington el secretario de Comercio Miguel Braun para aceitar el operativo, pero aclaró que «todavía no hay una respuesta, lo están evaluando».

En el Palacio San Martín, un funcionario cercano al canciller Jorge Faurie contestó a Tiempo que la partida «no retrasa» el pulso del repechaje argentino para evitar el castigo fiscal. «Tenemos muchos más interlocutores que el secretario de Estado. Todo lo económico se conversa con (el secretario de Comercio Wilbur) Ross y con (el Representante de Comercio Robert) Lighthizer», explicó la fuente consultada. Ambos funcionarios, y miembros del Partido Republicano, son acérrimos críticos de los acuerdos de libre comercio que firmaron (y mantuvieron) las administraciones anteriores a Trump y especialmente la del Demócrata Barack Obama, que visitó Buenos Aires en marzo de 2016, cuatro meses después de la asunción presidencial de Macri.

El proteccionismo de Trump, y sus funcionarios, contrasta con el «libremercadismo» que promueve Cambiemos. El contraste es clave para una relación bilateral que Macri define «como estratégica», porque pone en crisis su apuesta para a cosechar inversiones extranjeras que aún no llegaron al país, a pesar de las pronósticos oficiales.

Uno de los escuderos de Trump en materia comercial es especialista en acero y trabajó para su industria. Se trata de Lighthizer, que formó parte de la administración de Ronald Reagan en la misma materia, y antes de asumir su cargo actual opinó en el New York Times que los partidarios del libremercado «fomentan un comercio desenfrenado, aunque eso ayude a China a convertirse en una superpotencia. Sólo ven líneas de oportunidad, aunque signifique reverenciar a los quejidos de los burócratas antiamericanos que trabajan en la Organización Mundial del Comercio». La descripción podría encajar con el credo de Macri y es compartida por Tillerson, que durante su gestión privilegió los intereses comerciales a los políticos, para cumplir con el dogma «América Primero» que sostiene Trump.

El giro Pompeo 

Pero esa orientación podría cambiar con otros costos para Argentina. Benjamin Gedan fue asesor sobre América del Sur en el Consejo Nacional de Seguridad de la administración Obama y actualmente dirige el Proyecto Argentina del Woodrow Wilson Center, un centro de estudios financiado por el gobierno norteamericano y también por aportes privados. Desde Washington, en diálogo con Tiempo, consideró que la salida de Tillerson podría implicar un giro de los intereses comerciales a los políticos respecto a Argentina. «El secretario Tillerson incluyó a Argentina en su primera gran gira por la región y ofreció palabras sumamente amables sobre el presidente Macri y la relación diplomática. Dicho esto, su aparente aprecio por la relación de Estados Unidos con Argentina rara vez se hizo evidente en la política de los EE. UU.», deslizó el ex periodista, sobre la reciente visita que hizo el funcionario a Colombia, Argentina y Perú.

«Típicamente, el Departamento de Estado contrarresta las consideraciones comerciales de otras agencias de los EE. UU. Pero bajo Tillerson, el Departamento de Comercio no tuvo obstáculos en su enfoque de línea dura para las cuestiones comerciales que involucran a Argentina. Eso fue más obvio en las tarifas de biodiesel, acero y aluminio», detalló Gedan en referencia al cierre de las importaciones norteamericanas de combustible vegetal argentino. Una exportación cercana a los 1.200 millones de dólares anuales. Otra pérdida para una balanza comercial deficitaria de Argentina con Estados Unidos que en 2017, según el INDEC, alcanzó un récord negativo de 8.741 millones de dólares.

«Las opiniones de Pompeo sobre Argentina son desconocidas, pero su relación con el presidente Trump le dará más peso al Departamento de Estado. Si Pompeo valora la asociación de EE. UU. con Argentina, podría hacer retroceder los impulsos proteccionistas de otros miembros del gabinete», arriesgó el titular del «Argentina Project».

Consultado si el cambio podría privilegiar la agenda de seguridad y defensa en vez del intercambio comercial, Gedan sostuvo que «Estados Unidos ve a Argentina como un socio importante en la lucha antiterrorista y antinarcóticos» y dijo que «Argentina es un socio útil en asuntos regionales, como la crisis en Venezuela. A largo plazo, el éxito de las reformas pro mercado del gobierno argentino ayudaría a promover esas ideas a nivel regional, lo que beneficiaría a las empresas estadounidenses y haría menos probable que los experimentos populistas, como el chavismo, resuciten», sentenció el ex funcionario para comparar al canciller norteamericano saliente con su reemplazo. «Bajo Tillerson, ninguno de estos aspectos de la relación supera las consideraciones económicas estrechas y de corto plazo en Washington. Veremos si esa dinámica cambia bajo Pompeo «, concluyó.

Cuando el Proyecto Argentina fue lanzado el año pasado, el diario Clarín reflejó que la presentación contó con la presencia de «Woods Staton, de Arcos Dorados, y representantes de WalMart, Chevron y Pepsico, como también de la AmCham argentina», además de «funcionarios como Fernando Cutz, director de Sudamérica del Consejo de Seguridad Nacional, y miembros del Departamento de Estado y de Seguridad Interior», además de «ex funcionarios vinculados a nuestro país de la administración de Barack Obama como Daniel Erikson, ex asesor para América latina del ex vicepresidente Joe Biden».

Reloj de acero 

Falta una semana para que empiece a regir el aumento de aranceles que impuso la Casa Blanca a la importación de acero y aluminio. La medida impactó en la Unión Europea y en países latinoamericanos como México, Brasil, Costa Rica y Argentina. En el caso del país azteca el castigo fiscal no será aplicado dentro de una semana, porque Trump decidió eximirlo junto a Canadá en medio de la renegociación del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN). No es el caso de la Unión Europea, ni de Argentina, que podría perder exportaciones por 750 millones de dólares anuales, aunque uno de sus principales exportadores, como la Organización Techint hace un año y medio inauguró en Houston, Texas, una planta para fabricar caños sin costura para la industria petrolífera y gasífera que generó más de mil puestos de trabajo en Estados Unidos. El segundo socio de la preocupación criolla es Aluar, la mayor exportadora de aluminio.

Tan grande es la preocupación de los funcionarios de la Casa Rosada ante la posibilidad de quedar atrapados en los vientos de guerra comercial que soplan desde Washington, por el cierre de sus mercados a dos materias primas clave, que le aconsejaron a Macri echar mano a la «diplomacia presidencial», es decir, a usar el teléfono rojo que tiene gracias a la relación personal que posee con el magnate norteamericano desde los 80: desde que la Organización Trump impidió el desembarco del Grupo SOCMA en el negocio inmobiliario neoyorkino. La capitulación comercial de la empresa que fundó Franco Macri es un antecedente que su hijo mayor, y actual mandatario, explota como un diferencial ante sus colegas latinoamericanos, porque es prácticamente el único presidente de la región que Trump conoce, y divisa, desde antes de llegar a la Casa Blanca.

En el telefonazo de auxilio, según informó Balcarce 50 mediante un comunicado, Macri «le expresó su preocupación por el potencial efecto negativo» del castigo a los metales de exportación. En respuesta, «Trump se comprometió a evaluar su pedido para que la Argentina sea exceptuada». También hablaron de la próxima Cumbre de las Américas, que se realizará en Lima (Perú) durante abril. Sin embargo, la síntesis que publicó el mismo día la embajada norteamericana en Buenos Aires agregó información que la Casa Rosada omitió: en primer lugar sostuvo que Trump «subrayó la necesidad de que los países de la región trabajen juntos para devolver la democracia al gran pueblo de Venezuela» y luego «conversaron sobre potenciales tarifas de los Estados Unidos al acero y aluminio importados.»