Las calles esperaban una fiesta. La mañana del miércoles parecían esas horas previas a la llegada de los invitados. Carpas de colores, chicas con maquillaje verde en mano, con brillos, papeles de verdes se empezaban a instalar a lo largo de la avenida Callao entre Rivadavia y Corrientes.

“Vine con cuatro amigas, pero a la tarde llegan tres más”, dice Yamila. Es estudiante de periodismo y pidió permiso para instalar una pequeña carpa iglú al lado de una agrupación política. “Sólo tenemos acá algunas cosas, abrigo y mate para pasar el día, algunas frazadas para cubrirnos del frío y nada”, dice.

“Yo creo que la ley va a salir. Pienso esperar hasta último momento acá, estar celebrando toda la gente en la calle hasta el final”, comenta la estudiante.

A unos metros, y un poco antes de llegar a uno de los escenarios de la Campaña, hay  un grupo de varones. Ninguno quiere hablar. Les da vergüenza dicen hasta que uno se anima “es que es un tema de las mujeres, no sabemos qué decir, pero yo si pienso que tenemos que dejar de ser antiguos en este país, no se pude estar discutiendo eso mucho menos pensando en que no se va a aprobar”, agrega el joven de 16 años.

En ese segmento del recorrido, se suceden las carpas de agrupaciones políticas y organizaciones sociales. De fondo se escuchan los primeros expositores y los aplausos o abucheos (según corresponda), multiplican.

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La calle todavía está libre, sin embargo, a medida que pasaron las horas, en Callao se fue dificultando el tránsito. Es en esa calle donde las coreografías se practican con más despliegue y se ensayan los cánticos que durante esta jornada tuvieron sus modificaciones. A medida que se sabían los datos de adentro se modificaban los cánticos.

De las rejas de la plaza próxima a Avenida de Mayo y Sáenz Peña, cuelgan apósitos femeninos, todos simulan una marcha de sangre. “Gracias, ya me hice la ecografía”, estoy bien. “Cómo iba a pensar que en la primera vez que vuelvo a tener relaciones después de 36 años me pase esto”; “mientras estaba abortando, mi mamá me contó que ella y mi abuela también abortaron”. Todas las frases pertenecen a la impactante y testimonial intervención que realizó la agrupación Socorristas en Red.

Cada toallita femenina da cuenta de alguna de las tantas frases que les llegan a ellas a través de las redes o en los talleres que organizan.

Las noticas desde adentro del Senado van y vienen pero no son buenas. Nada de lo que venga de ahí puede frenar la celebración: el debate del aborto como un tema de salud pública ya está instalado en las calles.

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Desde las provincias, las militantes van apareciendo de a poco en la plaza y sus alrededores. A medida que llegan los micros, las mujeres se suman a la celebración callejera.

Durante la mañana Avenida de Mayo está más despejada que de costumbre. Sobre ella están instaladas las carpas de la campaña y el escenario principal en Av. De Mayo y 9 de Julio.

“Yo estoy contenta. Se vino una ola verde, pero empujada por una ola violeta que hace años viene pidiendo por esto”, dice Liliana Daunes. La periodista y gran militante feminista sale de unas de las carpas con maquillaje verde y violeta en su cara.

“Además cuando estamos todas juntas, me animo a jugar con el maquillaje, como si estuviera en casa”, dice entre risas.

La situación del Senado no modifica el espíritu de la calle. “El Senado es a uno de los cuerpos más conservadores y responde más a la Iglesia que a la palabra del pueblo y de la puebla. Todas las militantes te habrán dicho que llegamos a un punto que no tiene retroceso, que esto que estamos viviendo es histórico y que hay un triunfo de esta marea que no hay que subestimar. Hemos ganado la calle y hemos perdido el miedo. Esa es la historia actual. Es una coyuntura que vivimos con alegría porque nos abrazamos, nos saludamos las que no nos vemos hace mucho, pero parece que nos vimos ayer. Las pocas veces que nos vemos pero nos abrazamos nos hace saber que estamos en el mismo camino. Una de las emociones principales es la alegría”.

Daunes dice que la felicidad más grande es la de ver las chicas más jóvenes militando. “Nos quedamos tranquilas de saber que hay recambio”, agrega.

El menú abortero del mediodía

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(Foto: Diego Paruelo)

Temprano, la referencia para punto de encuentro son los carritos de comida. En su mayoría, son puestos de choripan, bondiola y hamburguesas.

A medida que avanzaban las horas, las ofertas tentadores de sánguches de fiambre empezaron a abundar: “dos x 50”, la promo de salame y queso.

Infatables en marchas y recitales, los panes rellenos en sus diferentes formas y combinaciones también abundaron en el mediodía del miércoles.

También sobre Callao, de una olla gigante salía muchísimo humo: era la oferta imperdible de una porción de guiso a $40. Frente a ellos, desde una de las carpas, repartían “mandarinas aborteras”, totalmente gratis.

Del lado de avenida de Mayo a los conocidos puestos de choripanes y bondiolas (uno de ellos decía ‘bondiola por el aborto’, se les sumó uno gigante de postres, “para los chicos que siempre quieren algo dulce”, dicen desde el puesto.

Para la noche se espera, sobre Callao una gran olla de guiso para la gente que pasó el día en la manifestación, mientras que los puestos que ya están instalados prometen stock hasta el final.