Luis Lacalle Pou acercó el fósforo a la mecha. El Mercosur “no debe ser un lastre, no estamos dispuestos a que sea un corsé en el cual nuestro país no se pueda mover. Por eso hablamos de flexibilización”. Alberto Fernández no se inmutó ante la conferencia virtual. Pero al retomar el micrófono cruzó lanzas sin diplomacia: «Si nos convertimos en una carga, lo lamento. Una carga es algo que hace que a uno lo tiren del barco, y lo más fácil es bajarse del barco si es que esa carga pesa mucho. Si somos un lastre, que tomen otro barco, pero lastre no somos de nadie. Es un honor ser parte del Mercosur».

El picante cruce pone en entredicho las miradas sobre el arancel externo común. Sin embargo, es uno de los temas a revisar en reuniones previstas para abril del Grupo de Mercado Común (7 y 8) y de cancilleres (22). Fue sorpresiva la acotación del presidente oriental y también la respuesta del argentino. Algunos achacan la actitud de Lacalle Pou a la presión que en bambalinas le habría hecho desde Brasil, a la crisis económica que soporta en su propio país, o directamente a su inexperiencia. Incluso en Uruguay giraron por esas explicaciones.

También se adjudicó la reacción a una supuesta respuesta a la salida de Argentina del Grupo de Lima, concretada pocas horas antes de la reunión. Pero en todos los círculos se insiste en que la decisión no sorprendió a nadie y que todo el mundo la esperaba.

La Cancillería argentina tuvo una ingente y necesaria intervención en la reunión del viernes y lleva adelante las negociaciones del Mercosur. El jefe de Gabinete del ministerio, Guillermo Justo Chaves, puntualizó que “la idea era que fuera una reunión conmemorativa. El presidente trató de poner sobre la mesa todos los aspectos positivos que tuvo el proceso de integración, la desaparición de cualquier tipo de tensiones e hipótesis de conflicto y la integración”. En ese sentido, el funcionario calificó el planteo de Lacalle Pou como “inadecuado para el momento. Era una reunión conmemorativa y este tipo de negociación se va a dar en pocos días”. Admitió, sin embargo, que “hay cosas pendientes, pero constantemente estamos generando condiciones para ampliar el bloque, tener un mayor mercado interno y salir al mundo en mejores condiciones de competitividad”.

–Pero hubo una disputa clara.

–Hay dos desafíos que plantean los socios del Mercosur. Uno es la rebaja del arancel externo común. Brasil, con una posición más neoliberal, de eliminar cualquier tipo de restricción al comercio, trata de bajarlo: nosotros sostenemos que si no se analiza cada caso, lo único que se hará es destruir el aparato productivo regional. El objetivo del arancel es proteger a las industrias nacionales.

–La postura de Uruguay es distinta.

–Habla de generar acuerdos comerciales de carácter bilateral en forma individual. Que cada país los pueda tener Nosotros pretendemos acuerdos con regiones o con países pero desde una posición de bloque. Si habilitás la negociación en forma individual, el Mercosur pierde su razón de ser. Los países deben ser conscientes de que estamos en un momento de crisis económica y que no podemos tomar decisiones apresuradas, de corto plazo, que nos terminen perjudicando. La apuesta debe ser a la unidad y a la ampliación del Mercosur.

–¿Las diferencias ideológicas podrán saldarse y permitirlo?

–Es cierto, las miradas ideológicas marcan posturas y posiciones. Sin embargo, el espíritu de unidad que plantea Alberto Fernández, y no tener una mirada cortoplacista, es la misma que hizo que el bloque pudiera salir adelante, durante 30 años, más allá de las diferencias que han tenido los países. Como dijo el presidente, nadie se salva solo, ningún país se salva solo. Hay mucho para hacer juntos. Ser abiertos para negociar con bloques o con países pero con la fortaleza que te da ser un organismo supranacional.

-¿Las crisis internas que padecen los gobiernos de Uruguay y Brasil influyen en estas posturas?

-Bolsonaro estuvo bastante moderado, contenido en su posición y la mantuvo sin actitud rupturista, pensando en la lógica de la unidad del bloque. Está claro que tiene un ministro de Economía, Paulo Guedes, de la ortodoxia más liberal, con otra mirada con relación a la política comercial y a la integración regional. Eso hace que Bolsonaro haga sus planteos: es absolutamente legítimo, es un gobierno elegido democráticamente. Lo mismo, Uruguay, pero nos parece que el planteo del presidente fue inadecuado para el momento.


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(Foto: Cancilleria)


-¿La ruptura con el grupo de Lima pudo haber influido?

-No, el grupo de Lima, para nosotros estaba muerto hace tiempo. La salida era una crónica anunciada. Nuestra presencia en el grupo era muy crítica. No avalábamos ningún tipo de decisión ni resolución. Todos sabían cuál era nuestra posición con respecto a Venezuela: sabemos que hay una crisis económica, social, política, agravada por la pandemia, pero fundamentalmente agravada por el bloqueo al que está sometidos, ya no el gobierno venezolano sino el pueblo. Nosotros condenamos las sanciones económicas y los bloqueos de carácter unilateral. A los países y a las personas físicas. Lo condenamos en todos los foros. Más allá de que nuestra postura en relación de los DD HH sigue siendo la misma y respaldamos los informes de la alta comisionada de la ONU, Michelle Bachelet. Esa mirada sobre el grupo se la hemos planteado a nuestros socios del Mercosur y del mismo grupo de Lima. Perú, Uruguay, Chile, Brasil, sabían que nos íbamos. Y que nosotros seguimos involucrados en el tema a través del Grupo de Contacto Internacional, en el que están países de la región y también de la Unión Europea.



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(Foto: Presidencia)