Ocho días después de desembarcar en la Casa Rosada, el presidente Alberto Fernández recibió a los integrantes de la Mesa Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) y aplicó la «franqueza diplomática» que volvió a utilizar este viernes durante la primera audiencia que le concedió el papa Jorge Mario Bergoglio en el Vaticano. En esa oportunidad, el presidente escuchó a los obispos y, antes de que le plantearan su preocupación ante una posible legalización del aborto, el anfitrión fue taxativo y les confirmó que cumpliría con su promesa de campaña: enviar al Congreso un nuevo proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Fue lo mismo que le dijo al secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolín, luego de la reunión de 44 minutos que este viernes compartió con Francisco.

Parolín tiene funciones de canciller. Estaba al tanto de la franqueza que le dispensaría Fernández sobre el tema. Por esa razón, tiró la primera piedra y le reiteró la posición negativa de la Iglesia sobre cualquier intento de legalización del aborto. Fernández le repitió lo mismo que les había espetado a los obispos en la Rosada.

En la reunión de diciembre, los prelados concretaron la visita de saludo protocolar. Llegaron encabezados por el titular del Episcopado, Oscar Vicente Ojea Quintana. Veinte días después, el obispo de San Isidro y presidente de la CEA viajó a Roma para encontrarse con su familia, pero también pasó por la Plaza de San Pedro y habría tenido un encuentro privado con Francisco.

Ante las consultas de este diario, fuentes del Episcopado buscaron evitar cualquier involucramiento con la audiencia de este viernes 31 de enero. «Nosotros no intervinimos en la previa y en el desarrollo de ese encuentro. Es un tema que maneja la secretaría de Estado con la Cancillería. Nuestro rol se concretó antes, cuando le planteamos al presidente nuestra preocupación, luego de la restitución del protocolo para realizar abortos no punibles que firmó el ministro de Salud, Ginés González García», contestó una alta fuente de la CEA.

Cuando Fernández defendió el protocolo y les anticipó que enviaría un nuevo proyecto para legalizar el aborto, los sacerdotes le agradecieron la franqueza, pero en público «expresaron su sorpresa, y al mismo tiempo desazón y preocupación por el protocolo, que en la práctica autoriza el aborto libre». Lo hicieron mediante un comunicado donde también «manifestaron que la Iglesia ha defendido y defenderá siempre toda vida desde la concepción de manera firme y clara».

En el Episcopado también aseguran que el viaje de Ojea Quintana a Roma no tuvo que ver con la audiencia de este viernes. «Fue hace un mes y sólo por motivos familiares», insistió el sacerdote consultado, pero en el gobierno tienen otra interpretación de ese viaje. Cerca de Fernández dan por descontado que el obispo fue recibido por Francisco para escuchar los detalles del diálogo que tuvo con el presidente. En esa ocasión estuvieron, además de  Ojea, el cardenal y arzobispo porteño Mario Poli, su par de Mendoza, Marcelo Colombo  y el secretario general de la CEA, Carlos Malfa.

Frente a ellos estuvieron el presidente, el canciller Felipe Solá y el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, que desde entonces es el encargado de ratificarle a cada credo que el Ejecutivo avanzará con un nuevo proyecto para legalizar el aborto. Lo mismo hizo con los funcionarios de la Nunciatura Apostólica en Buenos Aires y con todas las sotanas con mando de tropa que le toca recibir en su despacho desde que volvió al mismo cargo que tuvo entre 2003 y 2015.

Con la audiencia de este viernes en Roma, la Rosada terminó de anoticiar a la Santa Sede de un tema incómodo e irreversible para su conducción política: Argentina tendrá un régimen legal para interrumpir el embarazo no deseado y se sumará a Estados Unidos, China, Rusia y la mayoría de los países europeos, Italia incluida.

El tejido político que impulsa el gobierno desde diciembre con la Iglesia apunta a desarrollar una agenda política que permita mantener grandes diferencias sobre el aborto, pero sin que el vínculo se rompa. En el Episcopado, pero también en el Vaticano, prefieren la franqueza del albertismo que el doble juego del expresidente Mauricio Macri. Cumplida la «honestidad brutal», la Rosada apunta a profundizar las coincidencias con el clero con respecto a deuda externa, pobreza y lucha contra las drogas, pero buscará «cinturear» el tema aborto, sin frenarlo.

El objetivo inicial parece cumplido y el presidente tiene el camino allanado para anunciar el próximo proyecto de IVE en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso del próximo 1 de marzo. Por esa razón, en el clero no terminaban de entender por qué el presidente hizo público el contrapunto que habría mantenido por mail con Bergoglio para que sus voceros desmintieran que ambos habían hablado sobre el aborto. «No era necesario. Bergoglio ya sabe lo que piensa Fernández y ese descuido puede tener consecuencias en el futuro», lamentó una fuente consultada respecto al primer comunicado que mandó el Vaticano sobre el encuentro, donde dijo que ambos hablaron del aborto y la corrección posterior que mandaron este sábado, para corregir un inesperado entuerto que surgió luego de la audiencia de este viernes. «