Entre el envío al Congreso del proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), a mediados de noviembre, y el cumpleaños 84 del papa Francisco, que se celebró este jueves, el presidente Alberto Fernández aplica un plan de reducción de daños en la relación con el Vaticano. Lo preparó hace un año, antes de llegar a la Casa Rosada, y ahora ingresó en su fase más crítica ante el veloz avance del segundo intento para legalizar el aborto. Esta vez, a diferencia de 2018, la iniciativa lleva la firma del presidente y es parte de una arquitectura legislativa que incluye un proyecto «compensador»: el Estado acompañará los primeros mil días de vida de las niñas y niños.

Esa iniciativa contuvo parte de las críticas del clero. Canalizó la inquietud de los sectores religiosos, representados por la jefatura de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) y las Iglesias Evangélicas. Aunque suman años de durísimas presiones para evitar la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral en todo el país,redoblaron el reclamo para que el Estado garantice el acompañamiento a las mujeres que quieran continuar sus embarazos. El tema complementa al proyecto de IVE, pero, como era previsible, no alcanzó para evitar el poderoso lobby que ya desplegaron sacerdotes, obispos y pastores para evitar que el Senado transforme en ley el texto que aprobó la Cámara de Diputados.

La fecha elegida para esa sesión histórica es el martes 29 de diciembre. Será cuatro días después de Navidad, el día elegido por las iglesias de ambos credos para redoblar el rechazo y reforzar las presiones que impulsa el sector antiaborto legal con una virulencia que sorprende hasta en la Casa Rosada.

Sobre esa cuenta regresiva transita el vínculo con Roma. El jueves ingresó en su punto más álgido, cuando el plenario de tres comisiones del Senado le dio dictamen favorable al proyecto de IVE. Se concretó durante el mismo día del cumpleaños 84 de Bergoglio. Es el octavo que cumple el cura argentino y jesuita en el Vaticano, calzado en la sotana blanca del jefe de la Iglesia Católica.

En los rincones más conservadores del clero criollo se aferran a la coincidencia entre el onomástico papal y el dictamen del proyecto de IVE para pronosticar panegíricos sobre el vínculo con el Gobierno. Las versiones provienen de las mismas sotanas que hace pocas semanas hablaron de un «durísimo» documento del Episcopado contra el Gobierno que finalmente no se concretó. 

Los pronósticos sobre una ruptura entre la CEA y el Gobierno, con su inmediata proyección en Roma, sólo fueron expresiones de deseos. En su lugar, según confiaron fuentes oficiales, el presidente habría reiterado el saludo de cumpleaños que le manda al Papa todos los años, sin perder de vista la complejidad del momento.

En vez de la crisis imaginada, la jefatura del clero, en manos del obispo de San Isidro, Oscar Ojea, este martes resolvió una serie de «acciones pastorales» para apuntar contra el aborto. El objetivo es  contener a sus fieles y cuadros eclesiásticos más duros, que realizan presiones virtuales y personales a senadoras y senadores. «Están apretando por abajo. Van a los despachos de los que votan en contra. Utilizan cadenas de twitter para molestar a sus familias. Ventilan sus números de teléfono personales y convocan a llamarlos para repudiarlos en grupos de whatsapp», explicó a este diario una alta fuente del Gobierno.

Las «acciones pastorales» que resolvió el Episcopado en su última asamblea plenaria fueron reforzadas con un gesto que no dejó satisfechos a los más duros. Este año los obispos no pedirán una audiencia con Fernández para saludarlo por la Navidad y el año nuevo. En el primer encuentro, realizado a fines de 2019, el presidente les anticipó su estrategia sobre el aborto y sus interlocutores le agradecieron la franqueza que su antecesor, Mauricio Macri, no tuvo. Fue el mismo argumento que Fernández utilizó poco tiempo después en Roma cuando visitó a Bergolio y luego mantuvo una larga reunión con el secretario de Estado, Pietro Parolin. En ese round el profesor de Derecho Penal se encargó de ratificar la decisión que ya le había anticipado a los obispos bergoglianos.

Desde entonces comenzó a soplar el frío entre Roma y Buenos Aires, aunque la comunicación sigue tan fluida como antes, especialmente entre Ojea y el secretario de Culto, Guillermo Oliveri, amigo personal de Fernández, de excelente relación con Bergoglio. Es el único funcionario que se mantuvo en el cargo durante las presidencias de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Tras el interregno macrista regresó al mismo puesto y ahora es el principal interlocutor del Gobierno con la Iglesia y el Vaticano. 

«La relación es buena . Hay un marco de cooperación en materia social que no paró nunca, tanto con católicos como evangelistas, pero ahora hay que esperar y ver cómo avanza el debate, especialmente con la objeción de conciencia. Los cambios introducidos para reconocerla son una concesión de la política, pero no de la Iglesia», advirtió una fuente diplomática para reflejar la complejidad de los días que se avecinan.

No todos los cumpleaños de Bergoglio han sido tirantes con el kirhcnerismo. En 2014 cumplió los 78 con un obsequio de CFK. El 17 de diciembre de ese año, la entonces presidenta resolvió descabezar la SIDE y echar al incombustible espía Antonio Horacio Stiuso. Así comenzó una tardía pero necesaria reforma del aparato de inteligencia estatal que contaba con el respaldo total de Bergoglio. Ese mismo día fue designado el actual senador Oscar Parrilli como jefe de la ex SIDE, hoy AFI. La medida quedó en un segundo plano por los agradecimientos que ese mismo día le prodigaron a Bergoglio el entonces presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, y su par cubano Raúl Castro, por el papel que había desempeñado en el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana. Se oficializaron en esa misma jornada y, a la distancia, confirman que el puente entre Buenos Aires y Roma está en condiciones de transitar las turbulencias que se avecinan, a pesar de las críticas que podría lanzar Francisco en plena Navidad. «