Con los Juegos Suramericanos de Cochabamba recién iniciados, a poco menos de cuatro meses del arranque de los Juegos de la Juventud en Buenos Aires y a dos años de los JJ OO de Tokio 2020, el olimpismo argentino transita un camino con muchas más incógnitas de las que se creía. Tantas son las preguntas sin respuestas que ni siquiera desde el Ente Nacional de Alto Rendimiento (Enard), del Comité Olímpico Argentino (COA) y de la Secretaría de Deportes de la Nación saben de un plan concreto sino que más bien se trata de palabras o ideas tiradas a la marchanta. Y en el medio, los deportistas nacionales.

Antes de emprender la aventura en suelo boliviano, el presidente del COA y el Enard, Gerardo Werthein, se reunió con los jefes de equipo de la delegación argentina para comunicarles un volantazo en el deporte de alto rendimiento. «Vamos a dividir el monitoreo y trabajar más de cerca en la oportunidad de mejorar el rendimiento. La idea lleva su tiempo y recién se implementaría a principios del año que viene», contó el empresario, ideólogo del Enard.

Esto quiere decir que el Enard manejará el presupuesto de un grupo de élite (olímpicos) mientras que el ente dirigido por Carlos Mac Allister lo hará con otro grupo que apunta a los Panamericanos de Lima. Hasta hoy son muchos los atletas que reciben becas dobles, de ambos entes, pero todo eso parece que va a cambiar. Werthein quiere «modernizar» el sistema.

Según publicó el periodista Ernesto Rodríguez III en su web olimpicosargentinos.com, el Enard abona por mes un total de 1534 becas, un poco más de 18 millones de pesos. De dividir el reparto, se dejaría fuera del sistema a 352 deportistas y 114 entrenadores. La modernización sería profunda. Si prosperara esta idea cambiaría completamente el plan olímpico que hace años se lleva a cabo en la Argentina. Dejaría de apuntarse a presentar delegaciones numerosas y repartir becas y apoyo a miles de deportistas para enfocarse en una perspectiva más elitista, como lo hacen México, Colombia o Venezuela. Esos países presentan delegaciones más pequeñas con el foco puesto en apenas tres o cuatro deportistas que aseguren medallas.

La quita de becas y el plan resultadista son un hecho. Un claro ejemplo es el del marchista Juan Manuel Cano, quien compitió en tres Juegos y un Mundial: «Me dijeron que me la sacaban por falta de medalla, es un desconocimiento total de mi prueba –Sudamérica es potencia–. Es más, tengo las marcas necesarias para ir a Lima y con proyección para Tokio», según le contó al diario Olé. Maratonistas olímpicos, atletas, luchadores, boxeadores y deportistas paralímpicos también se quedaron sin sus becas, sólo por no alcanzar resultados de podios en competencias internacionales.

En Cochabamba hay 544 deportistas, la delegación más numerosa luego de los más de 700 locales. Sin embargo, apenas la mitad de esos jóvenes que sueñan con un lugar en los Panamericanos de Lima 2019 están becados. El resto llegó a puro y solitario esfuerzo.

El abanderado es el garrochista Germán Chiaraviglio, pero son alrededor de 30 los que no pudieron viajar, como gran parte del equipo de natación, ya que no contaron con el apoyo necesario para realizar un plan de trabajo y adaptación previo en la altura de Cachi, Salta. El objetivo de la delegación argentina es recuperar terreno perdido en el continente y Cochabamba aparece como una buena oportunidad, sobre todo frente al poco interés que muestra Brasil, máxima potencia, que sólo se presenta con 300 atletas.

La Argentina fue líder en las primeras ocho ediciones, pero en las últimas dos terminó en la cuarta posición. La proyección de medallas es de 70 doradas, 24 más que las conseguidas en Santiago 2014.

El gobierno le sacó el apoyo a la candidatura para el Mundial de básquet 2027

No sólo el olimpismo padece una serie de cambios que generan serios cuestionamientos sino el deporte en general. Este miércoles por la noche se conoció la noticia de que el gobierno nacional no acompañará la candidatura de la Argentina y Uruguay para realizar el Mundial de básquet 2027, que ya había ganado el año pasado.

Ambos países tenían que presentar el mes que viene lo avales frente a la Federación Internacional (FIBA), pero la Secretaría de Deportes avisó a la Confederación Argentina (CABB) que no iba a contar con ese dinero. Eran 3,5 millones de dólares para un evento que se hará en nueve años y para el que no hacía falta invertir fuertemente en infraestructura.

Es más, el año pasado FIBA, en palabras de su presidente, el tucumano Horacio Muratore, había confiado con antelación en la Argentina para la realización de este torneo ya que se trataba de un proyecto «claro y sin fisuras».

«Conforme al actual contexto macroeconómico de la República Argentina, que llevó a definir prioridades en función de las nuevas metas de reducción del déficit fiscal, y al aumento en los costos presupuestados inicialmente para llevar adelante la candidatura producto de modificaciones en el escenario cambiario, el Gobierno de la Nación comunicó la decisión de retirar su apoyo económico», anunció la Secretaría de Deportes.

Habrá que ver qué sucederá con el resto de los proyectos internacionales que tiene la Argentina como candidato organizador: Mundial de rugby 2027, los Panamericanos de Buenos Aires de ese mismo año, el Mundial de fútbol organizado de manera conjunta con Uruguay y Paraguay en 2030 y un posible sueño de ser sede olímpica en 2032. Mientras, Buenos Aires 2018 ya triplicó su presupuesto inicial.