Un minuto antes de las 18 de un sábado soleado, la Argentina pasó a tener nueva ministra de Salud. Carla Vizzotti, la ahora exsecretaria de Acceso a la Salud, sucedió a Ginés González García tras el escándalo por los amigos y funcionarios vacunados en el Ministerio. Más allá de las sonrisas mutuas y el abrazo entre presidente y ministra (que podría haberse evitado como gesto en una jornada con 5944 nuevos casos), y el perceptible orgullo de haber alcanzado ese puesto para una profesional abocada desde hace años en silencio a la función pública, el clima dentro de la Quinta de Olivos era gris, tenso, con la mira puesta en reemplazar la polémica con una gestión eficiente.

Según confiaron fuentes oficiales a Tiempo, Alberto Fernández se encuentra «muy dolido» por los acontecimientos. Reconoce que, a pesar de lo ocurrido, Ginés realizó un «buen trabajo» mientras estuvo al frente de la cartera. Pero perdura el enojo.

El primer fastidio es por la tendencia positiva de los últimos días: el plan de vacunación había empezado a acelerarse, la vacuna rusa obtuvo la confianza de la gente y se daba impulso al Consejo Económico y Social y al proyecto de Ganancias. El segundo, que haya sido autoinflingido. Y sobre todo, que se haya afectado al principal caballo de batalla de la gestión. “Con la vacuna no se jode”, dijo Fernández a sus funcionarios una vez conocido el episodio.

La salida a la crisis, entonces, será por el lado de la gestión. Por eso también el ascenso de Vizzotti. De 48 años, especializada en el control de enfermedades inmunoprevenibles e infecciosas, desde que ingresó en 2007 al Ministerio se dedicó a las vacunas. Lideró el Plan Nacional de Inmunizaciones que pasó de 12 a 20 vacunas gratuitas y obligatorias en el calendario. En 2016, el macrismo la echó. Y retornó a la función pública como segunda de Ginés.

Los últimos tiempos la vieron más distante del ministro y en trato directo con presidencia. Vizzotti fue la responsable de impulsar la vacuna rusa, del operativo Detectar y de comunicar los partes diarios del Ministerio. Siempre destacada por el Ejecutivo como la mejor comunicadora de Salud, fue subiendo en la estima del presidente, al punto de formar parte de las reuniones de la mesa chica, en negociaciones claves con los laboratorios, y ser la encargada del trabajo territorial, con especial llegada a las organizaciones sociales y grupos como los curas villeros.

También tuvo sus desacuerdos con el jefe de gabinete del Ministerio, Lisandro Bonelli, sobrino de Ginés, y vinculado según informaciones del Ejecutivo, en las vacunaciones de privilegio. Precisamente, uno de los aspectos centrales será transparentar la logística, los envíos y la aplicación de las vacunas en cada distrito, en medio del temor oficial por otro desencadenante del escándalo de Ginés: que genere un descreimiento de parte de la población a vacunarse.

Ayer luego de la jura, la flamante ministra agradeció por Twitter a Fernández «por su confianza» y aseguró que es su decisión «que llevemos adelante el plan de vacunación más grande de nuestra historia con la mayor celeridad y ofreciendo a cada argentino y argentina la tranquilidad de que todas las vacunas se administren de acuerdo a precisos criterios administrativos». Y agregó: «Fortaleceremos los dispositivos que garanticen la equidad en el acceso a las vacunas».

Vizzotti es un cuadro técnico, de perfil bajo, alejada de los círculos de poder. Ese es el objetivo de presidencia: que con ella pase al primer plano la gestión. Una búsqueda inicial será desmarcar al exministro del operativo de vacunación. Así lo graficó un funcionario: “No podemos dejarnos correr por la oposición con lo de la ‘inmoralidad’, si cuando ellos gestionaban dejaron vencer vacunas, le sacaron el Ministerio a Salud y dejaron hospitales sin inaugurar. Ahora lo que queda es seguir mejorando la gestión sanitaria, responder con eso”.

El próximo objetivo es que la llegada de las dosis empiecen a ser de a millones. Vizzotti iba a viajar a Rusia para negociar una normalización de los envíos, algo de lo que ahora se encargará Cecilia Nicolini, asesora del presidente. Ambas habían sellado el acuerdo original con Gamaleya y la Federación Rusa meses atrás. Para la segunda mitad de esta semana, según indicaron desde el gobierno, llegaría el millón de dosis de Sinopharm, y otro millón más de Sputnik V, con las que arrancarían a inmunizar a mayores de 60 años, docentes, fuerzas de seguridad, y un primer grupo de mayores de 18 con enfermedades preexistentes. Para marzo se esperan las primeras dosis de AstraZeneca/Oxford, a cuya planta en México asistirá el presidente argentino en el viaje que emprenderá en las próximas horas.

El mismo viernes a la mañana, mientras Alberto presentaba en el CCK el flamante Consejo Económico y Social, Ginés lo observaba sentado al lado de Hugo Sigman, el dueño de mAbxience, el laboratorio encargado de producir los principios activos para envasar la vacuna en México. Ante la demora de esta fabricación, y observando la pelea global de las vacunas, Vizzotti sugirió en el último tercio de 2020 empezar a mirar a otros fabricantes, especialmente Gamaleya. Argentina se convirtió entonces en el primer país en cerrar acuerdos con Rusia.

Fue volviendo del CCK que AF se enteró de las declaraciones de Verbitsky. Lo llamó a Ginés, las explicaciones no le convencieron, y le pidió al Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, que le exigiera la renuncia. «

Quiénes se vacunaron en el Ministerio y quiénes no

Horas después de la declaración de Horacio Verbitsky, empezaron a filtrarse nombres de otras personalidades que pasaron por el segundo piso de la sede del Ministerio de Salud de Nación para aplicarse la primera dosis de Sputnik V. Sin embargo, se publicaron muchas imprecisiones y falsedades. El primero en desmentirlo fue el canciller Felipe Solá. Afirmó que, al ser mayor de 70 y vivir en Provincia, sacó el turno y se vacunó en el Hospital Posadas. Otro que no estuvo fue el sindicalista y presidente de Independiente, Hugo Moyano, titular además de una obra social: “Me vacuné con mi mujer y mi hijo menor con una provisión del Gobierno de la Ciudad para el Sanatorio Antártida”. También Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, aclaró que si bien la llamaron para vacunarse, hizo todo el trámite como el resto de la población: “Me llamaron, tengo 90 años, pero fui al hospital e hice la cola. Me vacuné en La Plata, en el hospital San Juan de Dios, y en estos días me darán la segunda dosis”. Entre la nómina de los que sí pasaron por el Ministerio, además del experiodista de Página/12 y director del sitio El Cohete a la Luna, figuran los legisladores Jorge Taiana y Eduardo Valdés (también mayores y dados de baja de la comitiva que acompaña a AF a México); Florencio Aldrey, dueño del diario La Capital de Mar del Plata y La Prensa, e integrantes de su familia (menores de 70); y colegas y amigos de Ginés, como el traumatólogo Salomón Schächter, de 94 años, y los empresarios Seza Manukian y Félix Guille.

En un descargo conjunto, Taiana y Valdés explicaron que «minutos antes de ir al Posadas, se nos indicó que concurriésemos al Ministerio. Jamás ejercimos un privilegio. Nuestro caso aplica a la categoría prioritaria de personal estratégico”.