Hay ocasiones en que los actores no creen ser los indicados para un papel. En un primer momento, Viggo Mortensen no se veía como un tipo de ascendencia italiana que se transforma en guardaespaldas y chofer de un excelso pianista negro durante un viaje por el sur de los Estados Unidos, en los ’60. Pero el director Peter Farrelly lo convenció y los resultados fueron tan concluyentes que permitieron, entre otras cosas, que Mortensen compita nuevamente por un Oscar, esta vez por su actuación en Green Book: una amistad sin fronteras.

Farrelly es uno de los responsables –junto a su hermano Bobby– de comedias que juegan entre el absurdo y lo bizarro, como Tonto y re tonto, Loco por Mary, Irene yo y mi otro yo y Amor ciego, entre otras. Green Book es la primera película en la que asume la responsabilidad de la dirección solo y el salto temático es notorio: aquí desarrolla una historia áspera que funciona como testimonio contra la cultura de la segregación. El guión, más allá de lo cinematográfico y el manejo de los ritmos del relato –en los que no faltan comicidad, tensión y drama–, atrapa desde el retrato de una sociedad desigual, con un amplio grupo social sometido por su color de piel. El testimonio cobra mucha más potencia cuando las tensiones de este tipo ganan terreno en los EE UU de Trump.

Green Book se estrena este jueves en la Argentina y es una firme candidata a llevarse el Oscar a mejor película (compite con Nace una estrella, Infiltrado del KKKlan, Rapsodia Bohemia, Roma y Black Panther). El rol del pianista lo encarna Mahershala  Ali. Mortensen y Ali componen a la perfección una pareja despareja que funciona como hilo conductor de la historia. Los dos son candidatos a llevarse la estatuilla dorada, a mejor actor y mejor actor de reparto respectivamente. El guión está basado en hechos reales: retrata el encuentro entre el virtuoso músico negro Don Shirley y su chofer italiano Frank Anthony Vallelonga (apodado Tony Lip), un matón de boliches nocturnos de Nueva York.

Shirley fue hijo de inmigrantes jamaiquinos, niño prodigio y estudiante destacado en el prestigioso Conservatorio de Leningrado. Rápidamente se transformó en pianista profesional y para realizar una gira por el sur de EE UU. Requirió los servicios de Tony Lip, un ítaloamericano nacido en el Bronx, poco ilustrado y siempre dispuesto a resolver cualquier problema mediante la violencia, pero muy útil para mantener a Shirley a salvo en un territorio particularmente hostil. El contraste entre Shirley y Lip marcará el ritmo de la película, aunque nada será tan lineal como podría parecer.

Uno de los aspectos más atractivos de Green Book es que invita a reflexionar sobre la complejidad de la ignorancia, la falta de empatía y, en sus casos más extremos, el racismo. No se tratan de un patrimonio exclusivo de la falta de educación. Pueden alcanzar a las más diversas personas sin importar el escalón social en el que se encuentren.

Un dato curioso de esta historia es que el Vallelonga de la vida real luego de aquel viaje con Shirley se alejó del oficio de chico malo y probó suerte en el cine. Hizo pequeños papeles en El padrino, Tarde de perros, Donnie Brasco, Condena brutal y tuvo intervenciones más interesantes en The Sopranos, Toro salvaje y Buenos muchachos. Es cierto que no pudo eludir representar estereotipos de violencia e italianidad, pero su vida decididamente comenzó a transitar carriles más felices.  «


Green Book: una amistad sin fronteras. Dirección: Peter Farrelly. Protagonistas: Mahershala Ali y Viggo Mortensen. Estreno: jueves 14.