Contar lo que pasa, crear el lenguaje propio, conocerse y reconocerse, salir al mundo relatando los secretos de esos suelos colorados, fue desde un principio el espíritu del encuentro internacional de «Realizadores Oberá en Cortos por la identidad y la diversidad cultural» que en su edición número 13 tuvo lugar entre el 12 y el 16 de julio en esa ciudad misionera.

«El festival tiene un gran impacto entre nosotros, son muchos años. Esperamos esta fecha porque participamos todos. A los chicos que organizan ya los conocemos, pero vemos que cada año hay caras nuevas, así que siempre venimos a apoyarlos», cuenta Silvia, una de las vecinas que cada año desde los inicios es una de las participantes entusiastas del evento. 

Durante los días del encuentro, todo gira en torno al festival. La carpa instalada en el centro de la plaza San Martín es el espacio por donde todos pasan. Algunos asoman la cabeza, indagan acerca de las actividades y se quedan. Otros, los menos, siguen su camino. Allí, es donde durante el día los chicos que participan del programa Cine Joven (ver recuadro) se conocen entre sí, juegan y compiten. Por la noche, ese mismo espacio será acondicionado para proyectar algún film y más tarde para realizar la fiesta de cada noche en el espacio Escenario Vivo (ver recuadro)

Ideado por la productora cooperativa De La Tierra, el festival nació de la idea de Axel Monsú (quien ahora es director de IAAviM, el Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones), quien tenía como inquietud traer a su pueblo las creaciones de coterráneos que estudiaban cine en Córdoba. «Cuando Monsú llegó con la idea me gustó desde un principio, porque se trataba de un proyecto novedoso para  el cine. Nosotros contábamos con un cine teatro al que queríamos darle vida. Fue el primer proyecto cultural que se presentó durante mi gestión. Por suerte, la comunidad acompañó desde un principio», cuenta Marta Wieremiey, quien en ese momento era subsecretaria de Cultura en esa ciudad. «Comenzamos a proyectar películas en los barrios, a comentarle a la gente y a trabajar en distintos sectores, recorriendo las provincias y el país», agrega. 

A medida que «Oberá en Cortos» fue creciendo, surgieron carreras universitarias, tecnicaturas y apareció una gran cantidad de producción audiovisual. «Pasó también que muchos productores eligieron este lugar para filmar, y eso a todos nos gustaba porque se cerraban calles, y se hacían escenas en distintos lugares de la ciudad. Los mismos actores participaban en castings. Fue toda una movida, porque los jóvenes se dieron cuenta que había espacio para ellos también», cuenta la ex funcionaria.  

Es martes por la noche y, como cada año, es la semana más fría de Oberá, pero la sala del Espacio INCAA está llena. Vecinos, realizadores, estudiantes, funcionarios y turistas esperan la inauguración del encuentro y la proyección del largometraje Las Calles, de María Aparicio y el corto Distancia del correntino Joaquín Padretti. «Esta edición no es con formato competencia, es una muestra colectiva entre festivales que son amigos. Vamos viendo el panorama de películas en todo Latinoamérica con la idea de convocar a la cinematografía emergente y de realizadores nuevos, y en base a ese criterio se programa. Cuando no hay competencia, la selección es más abierta», comenta Luca Da Cruz, coordinador general del encuentro. «Mi historia con este festival es muy personal, soy de Oberá y en 2010 participé del programa Cine Joven y esa experiencia determinó mi carrera: decidí estudiar cine. Me convocaron luego para trabajar en la organización y ahora soy parte del equipo», agrega. 

Además de las proyecciones, Oberá en cortos tiene talleres y charlas por donde pasan las discusiones y los acuerdos más intensos que luego se tomarán en cuenta para la próxima edición. «A veces estamos ante la rebeldía de no hablar de las Cataratas y la tierra colorada que pueden resultarnos imágenes trilladas. Pero si las abordamos con honestidad, tenemos la obligación de honrar con esto lo que nosotros somos», destaca Jan Kislo, el decano de la facultad de Artes Visuales y Diseño durante la mesa panel «¿Qué es un lenguaje de la tierra unx?». 

Parada en la puerta del cine, Sandra González sonríe. Ella desde hace cinco años es la que reparte las entradas gratis para las proyecciones. «Esperamos esto con mucha expectativa. El festival creció y creció bien, hay cada vez más gente joven y más gente comprometida, desde el público hasta cada miembro de la organización», afirma sonriendo con mucho orgullo. 

«Acá se tejen redes de conocimiento y de identidad. De alguna manera, esto es un brote de vida», reflexiona el músico local Gastón Nakazato acerca del evento. 

Desde hace 13 años, el camino se abrió entre todos y entre el verde profundo misionero, los sueños comenzaron a escribirse y a contarse en una pantalla que está más viva que nunca. «

Escenario vivo con el aporte de once bandas misioneras

A lo largo del encuentro en la carpa instalada sobre la plaza San Martín, se presentaron once bandas misioneras quienes desde la medianoche estaban a cargo de la fiesta. Una de ellas fue la agrupación posadeña Yerba Canchada, integrada por Matías Juañuk, entre otros siete músicos. Con canciones propias y algunos covers, fueron el show central de ese escenario la noche del miércoles. «No es la primera vez que participo de Oberá en Cortos, lo hice desde otro lugar porque también tengo mi costado audiovisual y viví acá. Hace un tiempo que no podíamos coincidir, pero ahora volvimos», dice el guitarrista y vocalista. «Es inmensurable la importancia que tiene este  festival porque sin dudas es un verdadero encuentro misionero y logró cambiar muchas cosas en la ciudad y en la provincia, dio oportunidades y espacio de encuentro a mucha gente y muchas generaciones que estaban flotando y dando vueltas en otros lugares. Se fortalecieron los lazos, las redes, los encuentros con colegas», explica. 

El grupo, que está esperando la salida de su primer disco, arrancó el miércoles la noche tocando los tambores en el centro de la plaza. «Como banda somos muy misioneros, manejamos un estilo festivo-popular sin perder la identidad musical de la zona. Nuestra música refleja la cantidad de razas que confluyen acá», puntualiza. 

La mirada de los más chicos

Ante una sala repleta, el miércoles se presentaron los primeros 12 trabajos de los 35 que se vieron a lo largo del festival y que forman parte de la programación de Cine Joven. Chicos de las localidades de Puerto Esperanza, El Dorado, Tarumá y Oberá pasaron el día en la ciudad participando de juegos y diferentes concursos antes de asistir a la exhibición. 

«Participé como actor en el corto La cautiva, que se trataba de una chica que fue engañada por una anciana y secuestrada por una banda de hombres», contó Julio, uno de los estudiantes del Bachillerato de Orientación Provincial (BOP) Nº 29 de Tarumá. «Esta tarde veremos cómo quedó, a mí me gusta porque me sirve para seguir intentando dedicarme a esto», afirma. 

Por su parte, Camila, que dirigió el corto La igualdad es el alma de la libertad del BOP Nº 10, comentó: «Aprendí muchas cosas. Fue muy hermoso. El año pasado actué en uno. Cuando estás del otro lado de la cámara, decís ‘no quiero parar de hacer esto’.» 

El programa Cine Joven Comunitario está organizado por el Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones (IAAviM) en coordinación con la Subsecretaría de Educación y Conozco Misiones de la gobernación provincial. 

El arte de transformar

La película de apertura fue Las Calles, dirigida por María Aparicio. Para esta primera proyección, en el marco de Oberá en cortos, estuvo la productora del film, Natalia Gamarro. 

«Lo primero que destaco de todo lo que vi y que me llamó la atención fue el lema ‘por la identidad y la diversidad’, y esta caracterizacón de festival emergente. Eso me sorprendió. Ahora estoy acompañando yo la película y no la directora, ya que fue un criterio que se tomó desde todo el equipo de la película, porque vemos al quehacer audiovisual como un espacio de construcción. En este caso concreto del festival, se ve mucho el trabajo de la gente. Dentro de esta área de producción, sé lo que significa cada cosa y el esfuerzo que hay por detrás. Me asombró la participación de los jóvenes, de las escuelas. Quedé con una sensación transformadora del cine que tiene su lenguaje propio», señaló la productora.