Es el distrito más rico del país, el territorio que cimentó la carrera política de Mauricio Macri y el bastión electoral del PRO, la fuerza que lo administra desde hace once años. Sin embargo, la Ciudad de Buenos Aires también es una ventana clave para observar el progresivo aumento de la desigualdad registrado en los últimos tres años en la Argentina. En el período 2015-2018 –con Macri en la Presidencia y Horacio Rodríguez Larreta al frente del gobierno porteño– la pobreza extrema en la Capital Federal casi se duplicó y golpeó a los niños y adolescentes: más de 1 cada 10 menores de 15 años que habitan en la Ciudad son indigentes. Los datos forman parte de una minuciosa radiografía sobre la evolución de los indicadores económico-sociales en el distrito metropolitano elaborada por el Centro de Estudios de Ciudad (CEC) de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) a la que Tiempo tuvo acceso exclusivo.

La investigación da cuenta de la evolución de la pobreza por ingresos en la Ciudad. En 2015, el 10 por ciento más rico de los habitantes porteños tenía un ingreso que multiplicaba en 17 veces el del 10 por ciento más pobre. Tres años después, en 2018, esa brecha se amplió a 25 veces.

El informe también confirma el sostenido contraste entre las zonas norte y sur de la Ciudad. El aumento de la indigencia entre 2015 y 2018 fue mayor en las comunas 4 (Nueva Pompeya, Parque Patricios, Barracas y La Boca), 8 (Villa Lugano, Villa Soldati y Villa Riachuelo) y 9 (Liniers, Mataderos y Parque Avellaneda). Como contracara, el ingreso creció más en la zona de mayor nivel de recursos delimitada por las comunas 2 (Recoleta), 13 (Núñez, Belgrano y Colegiales) y 14 (Palermo).

El trabajo «Pobreza extrema y desigualdad en la Ciudad de Buenos Aires (2015-2018)» toma como base estadística la Encuesta Trimestral de Ocupación e Ingresos (ETOI) de la Dirección General de Estadística y Censos del gobierno de la Ciudad y realiza aportes en la extensión del período de análisis, el abordaje de las dimensiones adicionales de la pobreza absoluta, la indigencia por zona y edad y los indicadores de pobreza relativa.

Para indagar en la desigualdad entre los diferentes estratos sociales, el estudio utiliza la evolución del coeficiente de Gini, la herramienta que permite estimar la distribución de recursos económicos en una sociedad. Esa variable también se cruza con el indicador del Ingreso por Adulto Equivalente (IPAE) que estima los ingresos de un grupo familiar de una forma más completa y heterogénea que el Ingreso per cápita por Hogar que utiliza el Indec  y, en cambio, cuantifica las diferencias por edad y género. «El objetivo era realizar un balance entre 2015 y 2018, pero haciendo foco en los indicadores que señalan qué tan lejos están los sectores más postergados de salir de esa situación. Ya no alcanza con revelar cuántos ciudadanos están de un lado y cuántos del otro», le explicó a Tiempo el economista Agustín Mario, autor del informe.

¿Primero los niños?

La indigencia en la Ciudad se incrementó 3,2 puntos porcentuales en el período analizado. En 2015, los indigentes se encontraban en promedio un 36,4% debajo de la línea de indigencia, mientras que, en 2018, esa distancia se incrementó al 43,1 por ciento. «Decimos que aumentó la ‘intensidad’ porque los indigentes hoy están más lejos de dejar de serlo», explicó Mario.

Además, la indigencia registró un mayor aumento (3,6 puntos porcentuales) en la zona sur de la Ciudad e involucró a uno de los sectores más vulnerables: el grupo etario de 0 a 14 años fue el que más incrementó su tasa de pobreza extrema desde 2015, con un aumento de 5,1 puntos porcentuales.

La investigación señala que el índice de Gini se incrementó un 4,3 por ciento y que la brecha entre los deciles extremos del IPAE aumentó en casi un 36 por ciento. 

El incremento del IPAE promedio fue mayor para los sectores de mejores ingresos. El reverso de ese dato indica que el 10% de la población con menor IPAE fue el grupo más desfavorecido en los últimos tres años: sus ingresos crecieron apenas un tercio del promedio. Así, mientras el 40% más pobre vio crecer sus ingresos por debajo del promedio, el 60% restante de la población atravesó la secuencia contraria.

Aunque los resultados del cruce estadístico propuesto por el CEC señalan que la política  económica impactó de lleno en los sectores más postergados y profundizó la desigualdad, el informe también advierte que la situación empeoró para todos los sectores. «El cuadro es alarmante porque empeoran los que peor estaban, pero, además, porque ningún decil le gana a la inflación. El empobrecimiento es general, se achica la torta de la economía y hay menos ingresos para todos», concluyó Mario. «