Orsanic se levanta temprano, lleva a sus hijos, Baltazar (8 años) y Guadalupe (12) al colegio y se va al gimnasio. Evita el tránsito para llegar a Capital desde Zona Norte. Arma su día con el equipo de Desarrollo –sigue ocupando el puesto de director de esa área en la AAT– y se va al Cenard. Tiene reuniones en la Secretaría de Deportes para buscar recursos. Dice que siempre hay algo para hacer con este tema. Siempre. Hasta en las semanas previas a jugar una final de Copa Davis.

–¿Cómo hiciste para no dejar las actividades de Desarrollo?

–Suma mucho estar presente en los eventos y acompañar a los chicos. Requiere energía y tiempo, lo sé. Para algunos puede ser algo muy loco que seguí con eso, pero para mí, estar en distintos lugares es muy importante. Me gusta ir y ver hasta el último partido que se juega en la cancha 20.

Hasta ayer, cuando llegó a Zagreb junto al resto del equipo, Orsanic no conocía la capital de Croacia, el país donde nació su papá, Branko Orsanic, que también fue profesor de tenis en escuelas en Buenos Aires y hasta en la AAT. Con 19 años, Branko (hoy de 87) dejó su ciudad para escapar con su familia de la Segunda Guerra. El abuelo paterno de Orsanic era diplomático y no solo abandonó Croacia por el miedo sino que también hasta se cambió el apellido por seguridad: Orlovich en lugar de Orsanic. “Tengo mucho respeto por mis antepasados y es sorpresivo que justo nos tocó con Croacia la final, pero yo nací acá, soy argentino”, dice el capitán.

Orsanic llegó a ser 24º en dobles, ganó ocho títulos en esa especialidad y fue dos veces semifinalista de Roland Garros con Lucas Arnold (1997) y con el brasileño Jaime Oncins (2000).

Solo jugó un partido de la Copa Davis. A los 48 años, y en su momento de mayor exposición, casi no usa redes sociales.

–¿Nunca te sugirieron que te hagas una cuenta en Twitter, por ejemplo?

–No tengo Twitter. Sí Facebook personal, pero solo subo un par de fotos. Estoy mucho con el teléfono durante el día pero no sé en qué momento podría usar Twitter o Instagram. Me dijeron muchas veces que me haga una cuenta pero, gracias a no tenerla, pude tomar decisiones de manera más clara. Los comentarios me distraerían mucho de lo que tengo que hacer.

–¿Qué hacés en tu tiempo libre?

–Refloté la lectura. Me gusta la ficción y los libros que cuentan experiencias de otras personas relacionadas a lo que uno quiere transmitir. Leo cosas que me ordenan lo que pienso. También me gusta mucho jugar y ver fútbol, y el surf: me quedo horas mirando videos. Y lo que me queda de tiempo lo paso con mi familia. Me gustaría estar más con mis amigos.

–Fuiste entrenador de Acasuso, de Horna, de Cuevas y de Belucci. Con ellos solías tener una libretita. ¿La seguís teniendo?

–Debe estar por algún lado esa libreta. Era un ejercicio que usaba con el jugador para sacar un tema y mostrarle lo que decía en momentos de tensión. Usaba eso para trabajar algún aspecto determinado. También escribía sensaciones propias, cómo me sentía en un partido. Lo loco es que lo veo 25 años después y noto que evolucioné en algunos aspectos. Espero que eso me siga pasando.

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