Julio Cortázar siempre fue un autor prolífico. Después de su muerte se han publicado diversos materiales de su autoría como, por ejemplo, cartas. El escritor era amante del género epistolar y la magnitud de los volúmenes que las reúnen invita a pensar cómo se las ingenió para escribir tantas y, paralelamente, desarrollar su vasta obra literaria. 

Su vocación epistolar ha sabido mutar con el tiempo y ahora el escritor argentino tiene una cuenta en Twitter. No se trata en absoluto de un fenómeno paranormal, sino de la iniciativa de la estudiante mexicana de literatura Brenda Castillo, de 24 años, quien abrió la cuenta Julio Cortázar@Cronopiosy fama. El emprendimiento, que comenzó en 2012, tiene ya más de 200,000 seguidores y crece cada día.  

Cortazariana a ultranza, Brenda quiere que por este medio se difunda la obra del escritor argentino. Uno de sus libros favoritos  es el que le da nombre a su cuenta, “En lo personal, me fascina poder hallarme en sus textos. Pero lo que más me gusta es la manera en la que logró transgredir la escritura y proponer un estilo literario complejo y poderoso que simple y llanamente atrapa al lector”, explica Brenda a Verne. Gran lectora, dice admirar toda la obra del escritor argentino, pero en especial ese libro fresco que invita al juego de la imaginación haciéndoles un guiño a los lectores. 

Tal es el éxito de su cuenta, que se ha convertido en un referente de los usuarios de Twitter que comparten su pasión por el escritor argentino. De sus celulares brotan frases de sus libros, recomendaciones de lecturas y opiniones. Según las estadísticas de la propia Brenda, las obras más citadas de Cortázar en Twitter son Historias de cronopios y de famas y Rayuela

Muchos críticos y lectores coinciden en señalar que, quizá por su espíritu lúdico e irreverente y su afán experimental, Cortázar es un autor muy frecuentado por los jóvenes. El éxito de la cuenta en Twitter lo confirma. Historias de cronopios y de famas fue publicada en 1962, un año antes que su novela experimental a la vez polémica y consagratoria, Rayuela. A pesar del paso de los años, los jóvenes las redescubren y se sienten identificados con sus historias como si se tratara de textos recientes.