El expresidente de la Cámara Argentina de la Construcción, Carlos Wagner, declaró que desde el año 2004 operó un entramado de corrupción que estaba constituido por funcionarios del gobierno kirchnerista y empresarios dedicados a la construcción o a la infraestructura. El «club de la obra pública» se repartía los negocios, determinaba cuáles empresas participaban de las licitaciones, fijaba los precios de las ofertas y decidía a dedo quién se alzaría con la contratación. Las coimas eran abonadas por los ganadores en cada ocasión y provenían de los adelantos que pagaba el Estado, cuyos montos oscilaban entre el 10% y el 20 por ciento. Wagner mencionó a las empresas Perales Aguiar, Vial Agro, Losi, Biancalani, Marcalba, Iecsa, Chediack, Coarco, entre otras. En el período que va de 2004 a 2007, entre los titulares de Iecsa se encontraban Franco y Mauricio Macri, por lo tanto, ambos habrían participado de la maniobra. Según la información publicada en La Izquierda Diario, entre febrero de 2004 y enero de 2007, Vialidad Nacional le adjudicó a Iecsa un total de 17 licitaciones. Estas obras tenían un costo inicial de 784 millones de pesos, pero el Estado terminó pagando el doble: 1536 millones de pesos. Estas obras corresponden sólo a la construcción de rutas a nivel nacional, a esto hay que sumarle otro tipo de obras, como el eterno soterramiento del ferrocarril Sarmiento. Desde 2007 en adelante, Iecsa quedó en manos del primo del presidente, Angelo Calcaterra y estuvo entre las más beneficiadas por los contratos de obra pública.

Otro explosivo y locuaz arrepentido fue Claudio Uberti, aceptado como «imputado colaborador» por el fiscal Carlos Stornelli y cuyo acuerdo fue homologado por el juez Claudio Bonadio. El extitular del Órgano de Control de Concesiones Viales (Occovi), que estaba bajo la órbita del Ministerio de Planificación durante la gestión de Julio De Vido realizó confesiones que ocuparon los principales títulos de los medios, pero también otras que fueron prolijamente camufladas. Uberti declaró que supo de aviones que volaron hacia Santa Cruz con dinero en efectivo, que Néstor Kirchner y Cristina Fernández estaban al tanto de todos los movimientos y que se enteró de bóvedas, valijas y bolsos en los más íntimos lugares del domicilio de ambos. Además, aseguró que Techint abonó sobornos. Pero en su confesión, también especificó que él era responsable de «recaudar coimas de las empresas de corredores viales». Una de las principales empresas del llamado «Club del Peaje» es Autopistas del Sol (Ausol). La familia Macri fue una de las accionistas de Ausol durante más de dos décadas y la venta de sus acciones en 2017 se produjo bajo la sospecha de que las sucesivas autorizaciones que le otorgó el gobierno para aumentar los peajes le permitieron mejorar el precio.

Basados en el cuestionable método que habilita la llamada «Ley del Arrepentido», por confesiones iguales o menores que estas, Bonadio y Stornelli ordenan detenciones, imputaciones o –de mínima– llamados a indagatoria. El presidente y su padre no fueron ni invitados a saludar al quinto piso de Comodoro Py, Angelo Calcaterra goza de la libertad facilitada por su «arrepentimiento», bajo el cual declaró que sólo hizo aportes para la campaña electoral del kirchnerismo. Una versión absolutamente contraria a la de Carlos Wagner.

Para algunos, es llamativo que los periodistas y comunicadores que reclaman un «Lava Jato hasta el final», es decir, un megaproceso judicial como el brasileño que vaya contra todos los responsables y que produzca una «regeneración institucional», ni siquiera nombren estas «pistas».

Si conocieran el marcado sesgo y la arbitrariedad de la causa llevada adelante en el país continente, se darían cuenta de que no es tan sorprendente.

Estos grises no indagados, ni investigados de las declaraciones de Wagner o Uberti, no niegan la verosimilitud del festival de sobornos y coimas que tuvo lugar en estos años (en algunos casos demostrado con pruebas consistentes). Simplemente dan cuenta de la farsa que significa pretender que el nacimiento de una nueva Argentina venga de la mano de los más viejos representantes de la patria contratista. «