La avena genera pasiones descontroladas. La gente la ama, se hace moda, cocinamos todo con avena (barritas, crumble, porridge,…); la gente la odia, le tiene miedo, le cae pesada. Es un temón, pobre avena. Muchos ya habrán comprobado que la avena fermentada es -lejos- mucho más digestiva, y si leyeron un poco, también sabrán que es mucho más nutritiva. El tema es que para remojarla, justamente necesitamos agregar… agua. Y eso desbalancea cualquier receta.
Mi consejo para principiantes es que partan de recetas que ya indican ese remojo, para no meter la pata. Recetas como este pancito crocante de avena. Una vez que estén más cancheros, podrán inventar otras versiones con más confianza. Equilibrando ese agregado de agua con otros secos, materia grasa, dulzor adecuado, etc.
Para sumar a ese stock de recetas basadas en avena fermentada va un nuevo aporte: estos cuadraditos dulces. Quedan tiernos, húmedos, deliciosos. 

Ingredientes
– 2 tazas de avena arrollada (gruesa o fina da igual. es mejor no usar avena instantánea pues tiene una precocción industrial)
– 1 y ½ tazas de agua (si es avena agroecológica, probablemente se den cuenta al tacto de que es más blanda cruda. En ese caso reducir 1/4 taza de agua, pues absorberá menos.)
– ¼ taza de azúcar mascabo
– ¼ taza de miel (reemplazable por más azúcar, dátiles remojados o cancelable para reducir el dulzor)
– 2 huevos o su reemplazo en chilinaza
– Pizca de sal
– ½ taza de aceite de coco derretido (o manteca, o aceite vegetal)
– 4 cucharadas de coco rallado (reemplazables por almendras, maníes u otro fruto seco molidos, o 2 cdas de cualquier harina)
– 1 cucharadita de canela
– Ralladura de ½ naranja
– ½ cdta de extracto de vainilla
– ½ cdta de bicarbonato de sodio
– Pasas de uva a gusto (opcional)

Procedimiento

Remojar la avena con el agua (idealmente, con un chorro de kéfir o vinagre sin pasteurizar para fermentar la preparación) durante al menos 1 noche o hasta 1 día entero. Si agregan 2 cucharadas de harina de centeno o de trigo integral, el proceso de fermentación es aún más productivo en términos de antinutrientes (esto lo enseña Alex Von Foerster en su blog Alimento y conciencia).

Pasado ese plazo, integrar los demás ingredientes con batidora, mixer o a mano dejando para el final las pasas de uva (podría ser alguna fruta seca crocante, ciruelas pasas, lo que les guste).

Volcar en un molde cuadrado de 22 x 22 aproximadamente, o cualquier molde que permita una altura de entre 2 y 3 cm de alto, no mucho más.

Espolvorear con una cucharada de azúcar reservada (genera una corteza crocante, puede omitirse) y llevar a horno precalentado a 190 grados por espacio de 25 a 40 minutos, hasta que los bordes estén dorados y se desprenda con facilidad de las paredes del molde.

Dejar templar antes de cortar y servir.

Dura alrededor de 5 días en un recipiente hermético.

¡Que lo difsfruten!


Natalia Kiako dicta cursos y talleres de cocina. Para más info, pueden consultar en su web