Hay que tomar el mapa de Sudamérica, ponerlo sobre la mesa y empezar a marcar con dos colores distintos, a elección, los gobiernos progresistas y los de derecha, con sus distintas intensidades. Puede empezarse por la dictadura neofascismo que se instala en Bolivia con respaldo de la OEA y Estados Unidos, pasar por el celebrador de torturadores que gobierna Brasil, hasta un neoliberal cabal, como Sebastián Piñera, en Chile, que no es comparable con los otros dos casos, ya que llegó el poder sin golpe ni proscripciones y está dispuesto a impulsar una reforma constitucional luego del octubre-noviembre ardiente que vive su país.

A este panorama hay que sumarle la posible derrota del Frente Amplio en Uruguay. El candidato del Frente, Daniel Martínez, sacó el 39% en la primera vuelta y le siguió Luis Lacalle Pou, con el 28. Aunque a primera vista la distancia pareciera contundente, los postulantes que salieron en segundo y tercer puesto están a la derecha de Lacalle, por lo que todo sugiere un balotaje muy parejo y con final abierto. Es decir, Argentina, con el gobierno del Frente de Todos, aparece como el país que “desentona” en el giro a la derecha del resto de la región. Es cierto que Mauricio Macri fue el “primero en llegar” y quizás por eso sea el “primero en irse” en un ciclo que puede presumirse corto por el fracaso reiterado del neoliberalismo, pero no hay forma de predecir el futuro.

¿Cuáles son los riesgos, las oportunidades y limitaciones que este contexto le impone a Alberto Fernández?

La codirectora del Centro de Estudios en Relaciones Internacionales de la Universidad de Rosario (Cerir), Gladys Lechini, remarcó que hay que mirar el contexto global. “Hay un complejo sistema global y uno de los detonantes fue la elección de Donald Trump en Estados Unidos. Tenemos que agregar a Siria, con el protagonismo de Rusia, que en cierta medida planteó una nueva disputa por la hegemonía militar en el mundo, y China, que crece de modo agigantado, al 7% anual, al igual que India. China, con sus proyectos de infraestructura, pasó de oriente a occidente recuperando la ruta de la seda y llegando al África. Lo que pasa en la región responde a ese contexto”. 

“En el marco sudamericano-remarcó la académica-, tenemos la crisis en Venezuela, el estallido en Ecuador y lo que ocurre en Chile y Bolivia, con gobiernos de signos ideológicos contrapuestos y crisis diferentes pero con gran inestabilidad”. 

A la hora de analizar cómo debería pararse el próximo presidente, Lechini sostuvo que “habrá que actuar con pie de plomo. No se pueden tener políticas aislacionistas aunque tampoco es que el multilateralismo esté a la orden del día”. “Es claro que Alberto comenzó trazando una cancha con un eje más ideológico-agregó-. No podía hacer su primer viaje a Brasil después de las declaraciones que había hecho (Jair) Bolsonaro y México es un aliado potente. Brasil jugó las últimas dos décadas a liderar América del Sur, algo Bolsonaro  ha dejado de lado”.

Lechicni, respecto de los cruces del presidente electo con Bolsonaro y Trump, remarcó: “Yo no iría al enfrentamiento total. De todos modos, los hombres políticos tienen olfato y hay que ver a qué apunta Alberto Fernández finalmente”.

Ricardo Rouvier aparece en los medios analizando la política local y no la internacional. Sin embargo, en ámbitos académicos también aborda el terreno de lo que (Juan) Perón llamaba la “gran política”. “Tenemos fenómenos políticos emergentes en la región y el mundo que son diferentes y contradictorios. Tenés a Trump proteccionista y a China campeona del libre comercio. Es paradojal. En Bolivia hay un golpe de derecha y Chile está en crisis por falta de salud, educación, y jubilación públicas. El Estado ha privatizado todo de tal modo que hay muy pocos bienes públicos”.

Sobre la política exterior a partir del 10 de diciembre, el consultor dijo: “Lo que ocurre es que al recostarse en el eje ideológico podés tener problemas en lo pragmático. Se pueden tener choques  con Bolsonaro, pero los intereses de Brasil y Argentina están unidos. Hay que buscar equilibrio. No hay forma de no sentarse a negociar con Brasil y con el Fondo. Eso hay que tenerlo presente. En esta tensión entre lo ideológico y el pragmatismo, Alberto está asumiendo posturas que lo muestran con autonomía. Es un paso inicial».

El sociólogo de origen colombiano Javier Calderón Castillo, miembro del Instituto de Estudios América Latina y el Caribe, sostuvo que el presidente electo puede ocupar un lugar de liderazgo. “Es clave plantear un debate sobre la democracia, cuáles son los criterios y estánderes que vienen siendo modificados con la ofensiva conservadora”. “La tendencia de un nuevo militarismo autoritario de derecha muestra su incapacidad para generar consensos-agregó-. Los gobiernos conservadores vienen haciendo agua de Centro América hacia abajo. Los viene salvando Estados Unidos. Alberto tiene la posibilidad de liderar, de un modo distinto al de la oleada progresista anterior, y armar un eje con México. Argentina y México son dos de las tres grandes potencias de la región. No es poco”.  «