Un hombre recibe de una persona a la que no ve desde hace mucho tiempo una información determinante. Tras un desayuno familiar de rutina y la pelea perdida por un ascenso en la oficina, en plena dictadura y al margen de compromiso político alguno, el protagonista sabrá los nombres de dos personas que esa noche los militares van a desaparecer. ¿Qué hará con ese conocimiento? Es la pregunta que dispara la intriga de La larga noche de Francisco Sanctis, película dirigida por Francisco Márquez y Andrea Testa que ganó la Competencia Internacional de BAFICI y que este viernes se exhibe en Cannes donde compite en la sección «Una cierta mirada».
«Fue demasiado sentir esa presión de ir a Cannes. Pero ahora nos relajamos y estamos contentos», dice Márquez a poco de subirse al avión para presentar el film en el festival más importante de cine. «Es nuestra primera película –continúa- y nos enteramos de la convocatoria por mail, horas antes de la conferencia oficial. Estábamos en el colectivo y nos llegó el correo.»

–Más allá de la universalidad del cine, la historia alude a un contexto particular del país ¿Por qué creen que llamó la atención en Cannes?
–Cómo iba a ser recibida la película fuera del país era una duda que teníamos. El público argentino entiende a qué está expuesto el personaje (Francisco Sanctis, interpretado magistralmente por Diego Velázquez) pero nos pasó que en una proyección un español se sintió interpelado y nos dijo que era como en épocas del franquismo y del nazismo. Pudo entender perfectamente el sentir del personaje. Y esto creo que es porque el capitalismo recurre a estos métodos salvajes universales que se conocen y se reproducen en el mundo. Las sensaciones de Francisco son, lamentablemente, muy perceptibles para el espectador. Se trata de un personaje ordinario en un sistema extraordinario, que vive esa noche una experiencia que lo va a transformar sí o sí más allá de la decisión que tome.

En La larga noche de Francisco Sanctis todo lo vemos y percibimos a través del personaje. A cada paso del protagonista la tensión aumenta, el clima se enrarece y la ciudad va desdibujando su fisonomía habitual para convertirse en una especie de ciudad gótica, donde cada sonido y cada silencio constituyen una partitura de la paranoia y el miedo.
–¿Cómo trabajaron, desde lo formal, la construcción del punto de vista?
-Esa construcción fue una premisa que tuvimos desde siempre. Queríamos que el público viera a partir de él y eso fue referido desde la puesta de cámara, lo sonoro, la iluminación, etc. Empieza la película con una secuencia bien naturalista y una puesta de plano contraplano clásica hasta que se vuelve sórdida. Partimos de esa construcción para pasar a la experiencia emocional del personaje, al clima opresivo. Siempre pensábamos como si estuviésemos en el set para que los espacios también jugaran con esa idea. Hay algo muy de Buenos Aires como la secuencia del bar, pero también podría pensarlo lo del no lugar. Queríamos que la ciudad se viera tan amenazante como él la ve.  «

Insultos y una discusión que no fue

Al finalizar una de las proyecciones de La larga noche de Francisco Sanctis en el último BAFICI y antes de comenzar la instancia de preguntas y respuestas entre los directores y el público, Testa y Márquez leyeron un texto en repudio a los dichos del ministro de Cultura porteño, Darío Lopérfido, quien había cuestionado la cifra de 30 mil desaparecidos. El crítico de cine Quintín, presente en la sala, insultó a los directores y se retiró. Luego se refirió al episodio en su blog personal lo que motivó una carta de respuesta de los cineastas. “Creemos que un festival de cine es un espacio propicio para la discusión política. No me parece que el arte pueda desligarse del mundo social que habita, ya que siempre la película se vincula con el mundo en el que está inscripta”, dice Márquez en referencia a este episodio. Y continúa: “Hubiera sido interesante dar la discusión. Creemos muy grave que un ministro quiera retrotraerse a la teoría de los dos demonios”.