El hábito de membretarlo todo es una vieja costumbre que muchas veces resulta útil. Pero en otras, demasiado complejas para aceptar segmentaciones excesivamente rígidas, la cosa se vuelve escurridiza, generando dificultades para comprender aquello que se resiste a ser encasillado. Esta dificultad puede verificarse con claridad en la cuestión de las identidades de género, para la cual el viejo y estricto molde binario nene-nena se ha demostrado limitado, permitiendo la aparición de un menú de categorías con fronteras más blandas y amigables, que admiten la posibilidad de que tal vez no todo pueda ser definido con exactitud.

En el terreno de la literatura a veces pasa lo mismo. Puede mencionarse como ejemplo la separación entre la literatura de ficción y de no ficción, divisoria de aguas que pone de un lado todo aquello que corresponde a la pura imaginación de los escritores, y del otro a aquellos textos que toman como punto de partida hechos o personajes de la vida real. Pero hay libros como La venganza y otros relatos, primer volumen de cuentos del escritor Ulises Gorini, para cuyos textos esta división se vuelve, si no inútil, al menos insuficiente para definirlos con precisión.

Los relatos que Gorini compiló en este libro comparten un eje temático: todos ellos cuentan distintas historias protagonizadas por Madres de Plaza de Mayo. Y aunque en todos los casos se trata de ficciones, el autor admite que cada una de ellas ha sido inspirada por hechos reales. La dificultad para entender en qué lugar se encuentra el sinuoso límite que separa a la ficción de la realidad en los textos de Gorini es la misma que vuelve inverosímiles (pero atrozmente reales) muchos de los horrores ocurridos en la Argentina durante la última dictadura militar. Es en esos horrores imposibles donde se encuentra el origen de las Madres, a quienes La venganza y otros relatos les permiten expandir el alcance de su lucha, convirtiéndolas ahora también en heroínas de ficción.

El vínculo del autor con Madres de Plaza de Mayo no comienza con estos cuentos, sino mucho antes. Gorini es también el responsable de las investigaciones que lo llevaron a escribir los dos libros que, según afirma en el prólogo de La venganza Dora Barrancos, una de las fundadoras de Madres, constituyen «la más seria y exhaustiva historia» sobre la lucha de estas mujeres. Se trata de los libros La rebelión de las Madres. Historia de las Madres de Plaza de Mayo. 1976-1983 (editado en 2006) y La otra lucha, historia de las Madres de Plaza de Mayo. 1983-1986, publicado por primera vez en 2008. En el texto «Palabras finales», que La venganza incluye a modo de epílogo, Hebe de Bonafini, presidente de las Madres, se refiere a esos dos volúmenes utilizando casi los mismos elogios que Barrancos.

El libro de cuentos está compuesto por once relatos ordenados de forma (casi) cronológica, respetando el año en que los hechos que dan pie a cada cuento tuvieron lugar. Pero a pesar de tomar a la realidad como excusa, Gorini consigue que la mayoría de sus textos adquiera una nueva identidad literaria, multiplicando de ese modo su existencia. Eso es lo que ocurre con el primero de ellos, el que da nombre al libro. Ahí dos Madres manchan el uniforme del Capitán que se encarga de tomarles las denuncias por las desapariciones de sus hijos, con la misma tinta que este usa para abrir los expedientes que inmediatamente abandona en el limbo de la burocracia. «El tipo se había burlado siempre de nosotras […] desde que agarraba esas carpetas y empezaba a escribir para exhibirnos su caligrafía», dice la narradora del cuento. Gorini no se regodea en una reconstrucción de época pesarosa, sino que relata la historia casi como si se tratara de una travesura. Pero con astuta sensibilidad la convierte en un poderoso acto de resistencia frente al burócrata, cuyo cinismo banal también lo hace cómplice, partícipe necesario para la desaparición de 30 mil personas.

«Este libro no pretende ofrecer explicaciones», escribe Gorini en la presentación de La venganza. Ahí mismo afirma que, en cambio, su objetivo fue el de homenajearlas, «como obligación» con ellas y también con «quienes no tuvieron la oportunidad de escucharlas». Mediante ese procedimiento, Gorini se encarga de aprovechar el poder de la herramienta literaria para volver a llamar la atención sobre la realidad. Como un perro que se muerde la cola, Gorini escribe la ficción de la no ficción. «