Karl Ove Knausgard sigue dando pelea. Bailando en la oscuridad es la cuarta entrega de la serie de novelas de no ficción del escritor noruego. La acción se concentra en los últimos días de su adolescencia y la difusa entrada en la vida adulta. Los primeros tiempos lejos del nido materno y su deriva por Hafjord, un diminuto pueblo de pescadores del país nórdico. Días tórridos, cargados de deseos, muchas veces frustrantes, pero sobre todo iniciáticos.

¿Pero cómo arrancó esta historia? En el año 2009, el primer tomo de Mi lucha, la saga autobiográfica de Knausgard, provocó un tsunami arrollador e inédito en Noruega. Hasta ese año, Knausgard sólo había publicado dos novelas. Su segunda obra, titulada Un tiempo para todo, es un fascinante relato sobre la vida de los ángeles en la Tierra. El escritor noruego tenía cierto prestigio en su país, pero no era ni por asomo un autor masivo. Para finales de la primera década de este siglo, Knausgard comenzó a escribir una autobiografía en seis tomos que bautizó con el escandaloso título de Mi lucha. La polémica levantó temperatura, no sólo por el nombre de la serie, sino también por el procedimiento de escritura intimista y proustiano que ejercita. Para el escritor, el punto central de sus novelas no es su vida, “sino qué hago con la vida en la literatura”. Mi lucha vendió más de 500 mil ejemplares en Noruega, un país con 5 millones de habitantes. El 10% de los noruegos tiene un ejemplar de la serie, que suma más de 3600 páginas.

Sin el vuelo filosófico y algo ensayístico de las entregas anteriores, mucho más narrativa, Bailando en la oscuridad se zambulle en la agitada adolescencia de Karl Ove. El joven Knausgard acaba de terminar el secundario. Para evitar el servicio militar y el ingreso al mundo universitario, decide conchabarse como docente en un pueblito de pescadores en el norte del país. En sus recuerdos de provincia, Knausgard se pinta como un joven mordaz y filoso con sus nuevas compañías. Pero a la vez, en la obra se filtran los vaivenes existenciales de un adolescente por demás inseguro, hipersensible y eternamente avergonzado por su virginidad. En paralelo, Karl Ove comienza a dar sus primeros pasos en el duro oficio de escribir. Y descubre que muchas veces la ambición supera con creces al talento.

Es 1987 y la banda de sonido que acompaña al joven en sus andanzas y desandanzas está integrada por hits de Simple Minds, Led Zeppelin, The The, Bowie, Talking Heads y, obviamente, The Smiths. En los meses que pasa cerca de los fiordos y el mar, Karl Ove se deprime, se enamora, piensa que jamás tendrá sexo, se vuelve a enamorar, pero sobre todo esconde sus miedos emborrachándose hasta perder la conciencia. Un espejo escalofriante que le devuelve la imagen de su padre, quien ha comenzado su lento suicidio ahogándose en alcohol, el tema que navega la primera entrega de la serie: La muerte del padre.

Vital, tambaleante y sobre todo eléctrica. Bailando en la oscuridad, de alguna manera, es una novela con aires beatniks. Una batalla más en la historia del realismo en la literatura. Todavía restan dos entregas de la serie. Para Knausgard, la lucha continúa.