Cuatreros (Argentina/2016). Dirección y guión: Albertina Carri. 84 minutos. Sólo en Espacio INCAA Gaumont (Rivadavia 1635), 15.30 y 20.15 hs; y MALBA (Figueroa Alcorta 3415), viernes 22 hs.

Carri aprendió a hacer política por el camino inverso al de sus padres, Roberto Carri y Ana María Caruso de Carri, militantes de Montoneros. Roberto llegó a ser responsable de la columna Sur y participó de enfrentamientos armados. Dice sobre ellos el sitio Desaparecidos.org: “Estaban casados y tenían tres hijas: Andrea, Paula y Albertina. Roberto era un eminente sociólogo, ensayista social, profesor y periodista. Entre sus obras se encuentran Isidro Velázquez. Formas prerrevolucionarias de la violencia, Sindicatos y poder en la Argentina, Argentina: Estado y liberación nacional y Las luchas del peronismo contra la dependencia.» Sobre ella no dicen tanto: “Ana María había egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Era profesora de letras y latín.” Ambos fueron secuestrados y están desaparecidos desde el 24 de febrero de 1977.


TRAILER CUATREROS from Albertina Carri on Vimeo.

Las películas de Albertina (nacida en 1973) tratan de esos padres y su legado: no el público, sino el que dejaron en ella. En ella individuo, mujer, política. La militancia de Albertina Carri es por la igualdad de género, la identidad sexual, derechos de minorías (preside Asterisco, el Festival Internacional de cine LGBTIQ). En la película habla de su casamiento con una persona del mismo género, del hijo que tuvieron, del divorcio. Y todo lo mezcla con la película que desde hace cinco años quiere hacer sobre Isidro Velázquez, el legendario asaltante del Chaco en quien su padre supo descubrir formas de la resistencia popular que le valieron respeto y estima en la academia, y una importante popularidad fuera de ella: Carri está considerado uno de los intelectuales orgánicos históricos del movimiento popular latinoamericano.

Carri hace política con sus padres. Si en algunas de sus películas anteriores se pudo entrever algún prurito, en Cuatreros queda totalmente descartado. Carri hace política con su condición de hija de desaparecidos. Y no tiene empacho en demostrarlo. Si sus padres intentaron “preservar” sus hijas de sus ideas y militancia, ella invierte los términos: no pretende preservar nada, entiende que toda vida es política; en ese sentido su cine es una parte más de andar sus días en la Tierra.

El cánon dice que lo que debería importar es la película y los antecedentes cinematográficos de su realizadora. Pero como todo plano es político (lo que se encuadra y deja afuera, la posición desde la que se planta la cámara, la luz y varios etcéteras más revelan la posición política en el sentido de cosmovisión del mundo de su autor), los párrafos anteriores resultan fundamentales. No porque haya que entender, si algo parece tenerla sin cuidado a Carri respecto a su cine es que se entienda; eso corresponde a la generación de sus padres: ellos querían explicar, pensaban que explicando las masas entenderían y finalmente concretarían la revolución. No se desprende de eso que a Albertina no le interese la revolución. Se desprende que entendió (entiende) tan bien su tiempo como sus padres el suyo. Lo que en superficie aparece como crítica, incluso reproche, corrido cierto velo resulta un profundo homenaje; tanto que hasta por momentos, como la niña que tiene vergüenza de que se descubran sus sentimientos, Albertina parece querer ocultarlo, o disfrazarlo de otra cosa. De dureza, por ejemplo, cuando lo que sobra es ternura.

Carri consuma su acto político en la estética (también eso heredó y redescubrió, a partir de indagar todo lo que de chica no pudo saber de ellos: la “formas” son el “contenido”, y viceversa). La técnica del found footage (intercalar material ficticio en el montaje para hacer creer que es material descubierto y verídico) es una muestra. Pero la forma de utilizarlo lo es más. La multipantalla casi permanente, una narrativa profusa en términos, expresiones y sintaxis mezcladas sin jerarquía tanto en su calidad de escritura como en su sentido parecen indicar una voluntad de hacer volar todo por los aires, en especial los mandatos, que Carri sabe que son construcciones sociales; incluso el propio. Albertina dice que le dijeron y que ella también dijo siempre que tenía que hacer una película sobre Isidro Velázquez, la emblemática figura en la vida de su padre, el libro por el que todos parecen conocerlo y recordarlo. Ya la hice, dice Albertina.

El acto político Cuatreros también tiene pifias; es un acto político. Como tal, lo primero es la libertad. La que Albertina defiende en el derecho de sus padres a haber hecho de su vida lo que hicieron (aunque no niegue el dolor que esa vida le produjo, aunque incluso más de una vez les reclame y se ponga en el lugar de “deberían haber hecho otra cosa”); a defender su derecho en hacer de su vida lo que hace; a defender el derecho de hacer cine a como dé lugar, incluso sin derechos de autor, que no es lo mismo que desconocer una autoría. Como en la revolución.