El presidente interino de Brasil, Michel Temer, tiene tasas de popularidad de 14% y de desconfianza de 68%, según una encuesta divulgada hoy, cifras que el gobierno atribuyó a la supuesta herencia recibida de la gestión de Dilma Rousseff, destituida en juicio político el 31 de agosto pasado.

«El resultado de la encuesta forma parte del momento que Brasil está viviendo; recibimos el país en una crisis profunda pero creo que ahora estamos mejor», dijo el ministro Marcos Pereira, al minimizar el 14% de apoyo que recibió Temer en la encuesta de la firma Ibope para la Confederación Nacional de la Industria (CNI).

El funcionario omite que Temer no recibió el gobierno, sino que llegó al poder mediante un golpe de Estado parlamentario.

El sondeo indicó que aumentó la cantidad de brasileños que consideran peor el gobierno de Temer -iniciado en mayo pasado en forma provisoria y confirmado el 31 de agosto- que el de Rousseff, quien sostuvo que su caída fue un golpe de Estado encabezado por su ex vicepresidente

Ahora 31% opinó que el gobierno de Temer es peor que el de Rousseff, contra 25% de los que pensaban eso en la anterior encuesta del 1 de julio.

Sólo 14% de los brasileños aprueba al nuevo gobierno del conservador Temer, mientras 39% lo desaprueba y 34% califica como regular el trabajo de la gestión, en tanto 12% no respondió o no dio un veredicto al respecto.

De este modo, la popularidad de la administración Temer se mantiene casi al mismo nivel que en junio. El mandatario tenía entonces 13% de aprobación, cuando hacía pocas semanas que había asumido provisoriamiente el gobierno por la suspensión temporal de su predecesora.

Temer, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que abrazó a la antigua oposición para tener apoyo en el Congreso, no aumentó la confianza en su figura pese a que ha tomado las riendas del poder político y económico del país.
El 68% de los entrevistados dijo que no confía en el ex vicepresidente, contra 66% de la encuesta anterior.

Según la encuesta, el proyecto que más fue recordado como negativo de la gestión Temer fue el de la reforma del sistema jubilatorio, que es rechazado en las calles por sindicatos y movimientos sociales.

La crisis institucional por la destitución de Rousseff y varios escándalos de corrupción han dañado en general la imagen de la clase política en la principal economía de América latina.

El propio Temer admitió que la baja participación en las elecciones municipales del domingo pasado, sumada a los votos en blanco o impugnados, era un «recado para la clase política brasileña», durante la visita oficial que realizó ayer a Buenos Aires.

El PMDB perdió en las elecciones la importante alcaldía de Río de Janeiro y fue cuarto en la ciudad de San Pablo.
El mayor derrotado, sin embargo, fue el PT de Rousseff y del ex presidente Luiz Inácio «Lula» da Silva, que sufrió una debacle en 60% de las alcaldías que había obtenido en las elecciones de 2012.

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